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JULIA

Gabriel cerro la puerta con una sola mano con todas sus fuerzas, las cortinas se sacudieron y un cuadro pequeño que habían colgado al lado se movió un poco, se apoyo sobre ella con los brazos cruzados y nos miro a cada uno.

Nos miraba con desaprobación. Rose se apresuro a ponerse más cerca suyo, pero Gabriel la empujo con una mano y movió su dedo indice con un gesto negativo.

- ¿Por eso estuviste evitando a Justin? -pregunto, incrédulo. -¿Estás embarazada?

Sonaba como si le hubieran dado una trompada en el estómago, haciendo un sonido extraño al reírse, con los ojos helados y haciendo que mí temor aumente.

Lo último que deseaba era que Gabriel se enterara primero que Justin. Era conocido por su mal humor y por las cosas que podía hacer si se enojaba. En este momento su vida iba de mal en peor. ¿Y si decidía bajar y contarle a Justin del embarazo delante de todos?

Stephen dio un paso adelante, pero, Gabriel, lo apunto con el dedo y le pidió silencio, apoyándolo sobre sus labios. Trague saliva. No, no te metas en esto. Debemos ser precavidos o hará las cosas más difícil.

-Tenia miedo como se lo tomaría, asi qué... - dije en voz baja, intentando ignorar ese escalofrío que subía por mí espalda al ver la forma en la que se quedaba mirándome

Se alejo de la puerta y empezo a acercarse a mí con cautela. Parecia un fantasma... tenía los ojos muy abiertos, las pupilas estában dilatadas, inexpresivo.

-¿Estás embarazada, Julia? -repitio, estático.

Se detuvo y se quedó mirándome a un metro de distancia, y yo, temblando, le devuelvo la mirada. Pase otro mechón detrás de mí oreja.

Respire hondo.

-¿Si?

Su voz se quebró.

-Si... Así es, Gabriel.

Su cuerpo entero se estremecio y su aspecto se vio mucho peor en ese segundo. Perdió toda la chispa que habitaba en sus ojos y la tristeza se grabó en su rostro y palideceo como un papel.

Sentí como otro escalofrío me recorrió la columna vertebral y me abrace a mí misma. Queria abrazarlo y consolarlo, pero esa pequeña parte de mí corazón me detenía y me dije a mí misma que si seguía acercándome más de lo que debía solo serviría para hacernos más daño. Y aunque deseara poder hacer algo, no existia palabras para remediar su dolor. Para Gabriel admitir su dolor significaba ser débil.

Gabriel bajo la cabeza.

Sus dos manos se apretaron en firmes puños haciéndose casi blancos sus nudillos y vi que su mandíbula se tensaba y se movía de la derecha a izquierda rápidamente.

Sentí como toda la calma se me escapaba y la desesperación ocupaba su lugar por completo.

-¿Y cuando planeas decirle a Justin? -pregunto, bajando la mirada y mirando sus pies.

El ambiente se volvía más tenso. Mi falta de respuesta dio paso de la angustia a la ira.

- ¡No puedes hacer eso, Julia! ¡Justin merece saberlo!

-Lo sé y créeme que lo haré. -me apure a decir, asustada. Me lami el labio y pase un mechón detrás de mí oreja -Solo necesito tiempo y... Es que lo intente, pero no es fácil...

- ¿Lo intentaste? ¡Estuviste evitándolo, Julia! -Continua gritándome furioso - ¡Justin no sabe qué hacer! Justin está preocupado por ti. No sabe porque no contestas sus llamadas y porque cada vez que se quiere acercar a ti tú sales diciendo que no puedes hablar con él.

TatuajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora