"creepypasta "

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Número 5:

"El otro camino "

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Una pesadilla recurrente. La tengo desde pequeña.

Hay muchas cosas que no puedo explicar y no tienen sentido sobre este relato, pero supongo que es porque así son los sueños...

Me despierto alrededor de las tres de la mañana a servirme un vaso con agua, no veo necesidad de encender las luces porque mis ojos están acostumbrados a la oscuridad. La luz de la heladera me encandila por un momento pero no le doy importancia. Volteo y allí está él.

El dóberman cambia de tamaño, pero nunca se ve inofensivo. Me mira con odio, sus músculos tonificados tiemblan de adrenalina, siempre preparado. Su collar de púas, su posición, sus ojos rojos con el ardor del mismo infierno lo vuelven amenazante. Exhibe sus dientes manchados de sangre que en el momento sé que le pertenece a mi familia, sé que están todos muertos.

El vaso cae de mis manos mientras lo observo, midiendo mis posibilidades y embriagada de terror. Siempre decido ir hacia él y doblar a la derecha por el pasillo. Salgo por la puerta principal y vuelvo a virar a la derecha, corriendo por la avenida con mi corazón latiendo al punto de salirse de mi pecho, pero no puedo correr bien. Mis piernas pesan como dos bolsas de arena y siento como si estuviera intentando ganar velocidad bajo el agua. Volteo y él me persigue, se mueve mucho más rápido que yo, pero jamás me alcanza...

... Hasta la otra noche.

Ayer fue distinto. Me desperté a buscar el vaso de agua, pero ya sabía lo que me esperaba. Cuando apareció el perro, no me asusté. Lo miré a los ojos y me habló.

No sé que me dijo, cuando despierto se elimina de mi mente. El recuerdo sigue como si hubiera un vacío en ese momento

Allí fue cuando sentí el terror verdadero. Hice lo mismo, corrí por la avenida pero viré a la izquierda por simple instinto. Estaba confundida y paré de repente. Me di vuelta, ya no había ningún perro.

Entré a casa de mi vecina. La puerta no tenía cerrojo. Fui a la habitación donde dormía su padre y lo atrapé en pleno acto sexual con la afrodisíaca Bernadette, su hija. No podían verme, así que decidí esperar a que duerman para tomar lo que necesitaba. Sólo un poco de su sangre bastaba, pero tuve que degollarlos para que no gritaran, arruinarían la sorpresa.

Megan se despertó a las 3 de la mañana a buscar un vaso de agua. Me paré en el pasillo y la observé. Sabía qué tenía que hacer. Me vio, tiró el vaso y huyó a la calle, doblando a la derecha. Corrí detrás de ella, sonriendo de placer. Todo había terminado para mí, mis sueños serían distintos ahora.

Supe que todo había terminado. Decidí ir a visitar a Megan despierta un mes después. Me contó de sus pesadillas, le dije que lo único que debía hacer era despertar y tomar el otro camino.

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