Era la hora, todo estaba oscuro. En cualquier momento esos ojos iban a aparecer en la oscuridad de mi habitación y se iban a acercar lentamente a mí, sin hacer nada más que observarme en mi profundo sueño.
Pero esta vez iba a ser diferente, todo estaba preparado, el objeto metálico en mis manos y mis ojos buscando a esos redondos y penetrantes ojos.
Como cada noche los ojos se me acercaron y se quedaron a mi lado. Era el momento, apreté con fuerza el objeto en mi mano y en un segundo que me pareció eterno, el objeto color plata hacía en uno de sus ojos.
Se estremeció, chilló y luego no dijo nada. Me levanté de la cama y encendí la luz, estaba horrorizado.
Mis padres se suponía que iban a salir, pero me había olvidado de algo, mamá decidió no ir.
Y ahora yacía tendida en suelo sin señales de vida.