"las oraciones de pedrito"

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Estaba Pedrito sentado en un rincón de la habitación mirando hacia la esquina. Su madre lo tenía castigado porque llevaba varios días sin hacer sus oraciones correctamente, solo las empezaba, pronunciaba dos o tres palabras y después continuaba diciendo cosas sin sentido, divagando.

Cuando el enojo del momento había pasado, platicaban sobre lo que ocurría. Pedrito insistía en que no se daba cuenta de lo que decía, él creía que lo estaba haciendo bien, incluso estaba serio, hincado junto a su cama, con los ojos cerrados y la cabeza reclinada. Pero la madre solo podía escuchar tonterías.

La señora decidió darle algo de tiempo, y lo dejó por unos días descansar, sin embargo todas las noches, aunque no se lo pidieran, Pedrito se hincaba junto a su cama y comenzaba a orar, igual que todos los días, dos o tres palabras y venían las tonterías, él se levantaba muy contento, convencido de que lo había hecho bien y se iba a la cama. Su madre al ver tal actitud en su pequeño se sintió un poco confundida no tenia caso que siguiera fingiendo cuando ella "no estaba". y lo observó en secreto los siguientes días.

Sucedía lo mismo cada noche, ella lo veía y él oraba. Pero en una de esas ocasiones, se fue la luz mientras lo espiaba, el niño no se levantó, siguió concentrado, como si nada hubiese sucedido. Ella por su parte fue a buscar una lámpara, al regresar, Pedrito seguía hincado, pero justo detrás de él, una figura extraña, metía un dedo en su cabeza y lo agitaba, era entonces que el niño empezaba a decir incoherencias.

En ese momento la señora no supo qué hacer y se quedó ahí inmóvil, en silencio para que la criatura no actuara en represalia, cuando la luz volvió ya no podía ver al ser extraño, pero sabía que seguía ahí, porque Pedrito decía cosas sin sentido. Esa noche durmió con él, y al siguiente día le contó a la abuela lo ocurrido buscando algún consejo.

Tan sabios como los ancianos son, la abuela descubrió lo que estaba sucediendo. El niño oraba con tal gusto, que sus plegarias llegaban directo al cielo, y esto no le gustaba al señor del infierno, por eso cada noche, mientras Pedrito intentaba hacerlo, venia y revolvía su cabeza, para que sus rezos no fueran escuchados.

Si alguna vez te ha sucedido algo parecido, ya sabes que lo causa.


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