Capítulo 3: La traición de la mofeta alegre.

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Los pajaritos cantaban, las viejas se levantaban, y Rodolfa roncaba acostada a mitad del pasillo.

─¡Hey, despierta!─ la llamó pero ella continuaba roncando como si nada ─¡Vamos tonta, levántate!─ exclamó perdiendo la paciencia ─¡¿Quieres que te pisoteen?!─ le preguntó moviéndola con el pie.

La campana sonó anunciando el inicio de las clases, él resopló resignado, la levantó cargándosela al hombro como una bolsa de papas y corrió lejos del pasillo que comenzaba a llenarse de gente.

Un pajarito se posó sobre su nariz y comenzó a picotear las miguitas de pan que había en su rostro. Ella se quejó un poco y abrió los ojos.

─¡Ahh, un monstruo!─ gritó exaltada parándose de golpe y caminando hacia atrás hasta chocar con una reja. El pajarito voló lejos mientras de su rostro caían numerosas migas de pan.

─Menos mal que funcionó, se me estaba terminando las ideas─ dijo Castiel sentado en el piso comiendo unos sandwiches de jamón.

─¡El loco masoquista bipolar!─ lo señaló.

─Eres demasiado desagradecida, ¿sabes? Debí dejarte en el pasillo, habría sido divertido verte siendo pisoteada por cientos de alumnos─ le dijo de mal humor.

Ella se miró, estaba desatada, levantó la vista, estaban solos en lo que parecía ser una azotea.

─Me... me... ¡¿Me violaste?!─ le gritó cubriéndose el cuerpo con sus manos dramáticamente.

─En tus sueños tal vez, porque en la realidad no tocaría un cuerpo como el tuyo ni con un palo.

─¡Ah no! ¡Con mi cuerpo perfecto nadie se mete!─ lo amenazó parándose frente a él con los brazos en jarra.

─Ya no molestes, me tapas el sol─ dijo Castiel fastidiado, aunque el hecho de que continuara allí indicaba que estaba disfrutando de la charla.

─Oye, ¿entonces tú me desataste?─ recapacitó sentándose frente a él y quitándole el trozo de sandwich de la mano.

─¡Eres una lumbrera! No deberías dejar que tu mente increíble se desperdicie aquí habiendo tantos misterios en el mundo─ ironizó –y devuélveme mi comida graciosilla.

─No desayuné─ dijo ella simplemente tragándoselo entero ─. ¿Cómo me desataste?

─Tal vez si traiga una navaja a clase...

─Si si, no te pedí que me contaras la historia de tu vida─ se levantó ─. Hasta luego, ya te buscaré cuando Paco tenga hambre─ se despidió antes de entrar al instituto nuevamente.

Castiel frunció el ceño desviando la mirada de la puerta por la que ella salió

─Debí dejarla atada... y amordazarla─ masculló.

Rodolfa caminó por el pasillo, al menos esa molesta pared no había regresado, iba a buscar las flores para convertir a Nath en su putifo adorado pero entonces se detuvo a mitad del pasillo.

─Él me desató... me llevó a la azotea... y yo...─ pensó con un sentimiento de culpa, ese tan extraño en ella, creciendo en su pecho ─Y yo... ¡no lo empujé!─ gritó al cielo cayendo de rodillas con sus manos en la cabeza.

―¡No puede ser... no puede ser!─ recorrió el pasillo nerviosamente –Estoy perdiendo mi toque... ¡Me siento sucia!

─¡Rodolfa!─ la llamó Ken corriendo tras de ella.

─¡Tengo que matar! ¡Tengo que golpear! ¡Tengo que aniquilar!

─¡Rodolfa, espera! ¡Tengo algo que contarte!

CDM: Cada día es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora