Capítulo 24: La venganza acaba de comenzar.

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El amanecer iluminó poco a poco el invernadero, Rodolfa despertó encontrándose a Rocío y Lysandro charlando muy a gusto.

--¡Hola!-- los saludó llamando su atención.

--Buenos días demonio, ¿ya puedes moverte?-- le preguntó él, con unas enormes ojeras pero sonriendo ampliamente.

Ella se incorporó –¡Si, ya puedo!-- asintió feliz.

--Ya amaneció-- comentó Rocío –Es hora de que me marche...-- murmuró con tristeza, nunca había podido charlar con un chico tan a gusto como con él.

--Nos volveremos a ver-- aseguró Lysandro –. Y tranquila, encontraremos la forma de que descanses en paz.

Ella asintió sonriéndole –Espero verlos pronto-- se despidió y desapareció.

--Demonio...-- la llamó Lysandro.

--¡¿Si?!-- preguntó ella corriendo hacia él, con Paco en sus brazos.

--Hoy no voy a asistir a clases, necesito dormir, si alguien me busca diles que mañana los atiendo-- ella asintió –. Hasta mañana demonio.

--¡Chau!

Él se marchó y ella buscó algunos insectos para que Paco desayunara.

Castiel y Debrah llegaron juntos al instituto, él estaba algo preocupado ya que sus amigos no regresaron esa noche, sin embargo al ver un par de casilleros tirados a mitad del pasillo, con libros cuadernos y útiles escolares regados por doquier, mientras la directora se llevaba a Rodolfa de arrastro a la dirección gritándole furiosa, se tranquilizó. Eso lo explicaba todo, se habían quedado en la escuela haciendo desastres, entonces estaban bien.

Debrah y él entraron a clases como por variar un poco, un rato después ella le pidió al profesor que la dejara salir al baño, Castiel se preocupó un poco al verla irse, pero tal vez la pizza le cayó pesada o algo por el estilo.

Rodolfa entró al baño de mujeres cargando dos baldes, una escoba, un lampazo, además de algunos trapos y demás artículos de limpieza. La directora, luego de la reprimenda de turno, que a esta altura era una costumbre diaria, le ordenó limpiar todos los baños.

--Buenos días señora Lorraine, habla Debrah, ¿me recuerda?-- escuchó una voz provenir desde el interior de uno de los baños –¡Oh, que dulce, yo también la extraño! Lo sé, regresé hace unos días, he estado cuidando de él desde entonces...

Rodolfa pasaba un trapo por la zona del lavamanos llevando un pañuelo en la cabeza, mientras escuchaba la charla de Debrah sin darle importancia.

--Pues... está bien...-- continuó Debrah con un tono inseguro en su voz –No sé si debería decirle... Es que no quiero que él sepa que se lo conté, usted sabe cuanto lo amo, y las cosas no han estado bien entre nosotros desde que llegué, él ha cambiado mucho, temo perderlo...

Rodolfa ya estaba tratando de lavar el piso, pero usando un solo brazo le era complicado –¡Estúpido yeso!-- pensó mirándose el brazo decidida.

--¿No le dirá?... Oh gracias... Entonces si le contaré, verá, él está viviendo con una chica, no sé que haya entre ellos... Si, claro que estoy celosa, pero esto va más allá de eso...-- aseguró –Esa chica es una delincuente, se droga, fuma, bebe, roba y golpea gente... Todo un ente, además según sé ha estado en un psiquiátrico...

--¿Quién será esa persona tan malvada?-- se preguntaba Rodolfa mientras se mordía el yeso en un intento por quitárselo.

--¡Lo sé! ¡Es terrible! ¡A mi también me asusta mucho que se relacione con alguien así!-- exclamó fingiendo desesperación –No señora, hablar con él no funcionará, lo he intentado tantas veces... ¡Incluso terminó conmigo por ella! Escuche... detesto lo que voy a decirle, y lo he pensado mucho antes de decidirme a llamarla... Pero... creo que la única alternativa es que viva con ustedes, así podrán vigilarlo... Si, sé que de esa forma no podría verlo todos los días, pero sólo quiero su bienestar.

CDM: Cada día es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora