Capítulo 13: Mifepristona.

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Castiel y Lysandro regresaban a la casa algo confundidos, viéndose de reojo de vez en cuando.

–¿Crees qué ella...?– rompió el silencio Lysandro.

–No... imposible...– negó Castiel.

Los echaron de la farmacia después de un largo sermón acerca del valor de la vida y el uso del condón para no lamentarlo después.

–Pero... ¿Qué otra explicación puede haber? El hombre de la farmacia dijo claramente que es una droga abortiva...

–Su concepto de amor se reduce a verle la cara azul a un tipo. ¡¿Cómo una persona así podría haber estado embarazada en algún momento?!

Lysandro asintió pensativo –Tienes razón, tal vez sea casualidad...

–No lo creo... tiene que haber algún tipo de relación– dijo Castiel convencido –. Hablaré con ella.

–Si, creo que lo mejor es preguntarle. Ve tú, por lo visto el demonio se sincera más contigo.

–¿Eh? ¿No vendrás?

–Debo ayudarle a mi hermano con el inventario, acabo de recordarlo– se excusó –. Suerte con eso– se despidió marchándose por su lado.

No era del todo mentira, si tenía que ayudar a su hermano, y si, lo había olvidado, pero la verdadera finalidad era darles su espacio. No necesitaba de sus aparatejos esotéricos para percibir la fuerte conexión que Castiel había generado con ese carismático demonio. Ambos se buscaban todo el tiempo, se veían a gusto estando juntos, su relación no parecía ser romántica, pero si existía una especie de fraternidad, que bien podría acabar decantando en amor.

–¿Castiel y el demonio juntos?– se preguntó –Me resulta imposible imaginarlo– murmuró con una expresión casi de terror.

Ken había insistido en acompañarla a casa, ella se negó pero él la siguió de todas formas, aún no entendía por qué el pesado decía que el camino podía resultar peligroso para una chica como ella, si hasta los perros callejeros del barrio se escondían cuando pasaba.

–Entonces... ¿Aquí vives?– preguntó Kentin viendo la casa en construcción.

–Si– asintió ella entrando.

–¡¿Cómo puedes vivir en un lugar así?!– exclamó siguiéndola –¡No tiene techo!

–¿Y?

–¿Y qué haces cuando llueve? ¿Y cuando hace frío?

–Me abrigo– se encogió de hombros –¡Hola Paco! ¡Mira él será tu cena muy pronto!– se lo señaló.

–¿Paco?– miró Kentin la inofensiva plantita –Oh... así que ese es Paco– dijo con alivio acercándose –Hola Pa... ¡Oye!– exclamó retirando la mano cuando la planta intentó comérsela.

–¡Eso es Paco! ¡Mi bebé es el mejor!– lo aplaudió ella.

–¡No festejes que me ataque!

–Debo darle un refuerzo positivo cuando hace algo bien.

Kentin prefirió no seguir discutiendo ese tema –En todo caso no puedes seguir quedándote aquí... llamaré a mi padre para pedirle permiso, te quedarás conmigo en mi casa.

–No– negó ella sentándose con Paco en brazos.

–¿Cómo que no? ¡Mira esto! ¡No es una casa! ¡Ni siquiera hay donde cocinar unas ricas galletas!

–Es mi casa, no me iré.

Él la observó –Lo siento, no puedo regresar a mi casa sabiendo que vives en estas condiciones– le tomó la mano –Te llevaré conmigo.

CDM: Cada día es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora