¿Cómo iba a ser todo de ahora en adelante? Seguramente sería como antes de que ella llegara a su casa, una vida tranquila, estable, normal, al fin tendría un poco de paz...
–Es lo mejor... para todos...– murmuró –Tal vez extrañe un poco a Paco...
Extrañar... era complicado para alguien como él admitirlo, ni siquiera cuando se separó de sus padres se atrevió a aceptar que los extrañaba. La comida de su madre... sus abrazos y sonrisas, la ironía mordaz de su padre que sin duda él había heredado, salir los fines de semana al parque, esos tiempos que sus padres, sin importar cuanto trabajo tuvieran, siempre disponían para estar con él. No era un lecho de rosas, peleaban mucho, tantas reglas caprichosas lo hacían volverse rebelde y su rebeldía los hacía molestarse, pero por algún motivo, en estos momentos tomaba consciencia de cuanto necesitó esas vivencias, esos gestos... a esas personas.
Nunca era perfecto, no tenía porqué serlo, eran personas, con defectos, con días malos, pero eso no desmerecía la fortuna de vivir con ellos... era una lástima no haberse dado cuenta antes, cuando aún estaba a tiempo de decidir acompañarlos. Él se negó a seguirlos a esa ciudad para no avergonzarlos, para no continuar siendo una molestia, la vergüenza de la familia, su intensión era buena, pero en esos momentos, después de haber dejado ir a la molestia más grande en su vida... podía identificarse un poco con ellos... sin dudas habrían preferido soportar sus rebeldías antes que alejarse de él.
La tormenta continuaba arreciando la ciudad, no parecía tener intenciones de detenerse, pero él caminaba lentamente, tomando el camino más largo, como si no quisiera regresar a su casa, tan silenciosa, solitaria... tan... sin ella... Aquella vez cuando sus padres se marcharon, al volver del aeropuerto recorrió el mismo trayecto, era una especie de ritual, necesitaba asimilarlo todo antes de entrar por esa puerta y así seguir su vida con normalidad pretendiendo que nada importaba, que no necesitaba de otras personas.
Sus pasos lentos lo llevaron hasta el Sweet Amoris, un oportuno relámpago lo iluminó todo permitiéndole distinguir una figura en lo alto del muro. Se acercó curioso, ¿quién podría estar allí a esa hora, con ese clima?
–¿Rodolfa?– preguntó al reconocerla, sólo ella podía estar haciendo tamaña locura –¡¿Qué haces allí tonta?!– exclamó molesto, pasando de un estado de melancolía a uno de furia en un instante.
Ella no respondió, ni se movió, estaba allí sin expresión en el rostro, viendo hacia la puerta principal del instituto. Su ropa y cabello chorreaban agua, el viento sacudía su remera ancha, parecía absorbida por ese lugar en el cual su mirada estaba clavada, como si allí pudiera ver algo que no existía para nadie más.
–¡Anda tonta, baja de allí, te vas a resfriar!– le ordenó sin obtener respuesta –Tus padres regresaron, ¿lo sabías?
Ella lo miró –¿Regresaron?
–Así es, estuve en tu casa, había gente dentro, creí que estarías allí con ellos– le contó con cierto alivio pasajero... ella no lo había abandonado aún, aunque ahora que lo sabía no tardaría en suceder...
Rodolfa negó dejando de verlo –Esos no son mis padres...
–¿Qué...? ¿Cómo que no, quienes son entonces?
–Las personas que compraron la casa.
–¿Compraron? ¿Tus padres vendieron la casa también? ¡¿Ni siquiera fueron capaces de dejarte un lugar donde vivir?!– preguntó molestándose –¡Los odio cada día más!
–Se las vendió el banco.
–¿El banco? No entiendo...
–Mis padres están muertos– declaró sin emoción alguna en la voz.
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CDM: Cada día es malo
FanfictionCDM al igual que el juego Amour Sucré, trata de los acontecimientos vividos por una jovencita que entra a estudiar al instituto Sweet Amoris. Solo que esta chica de nombre Rodolfa, está completamente loca, y alterará la vida de todos allí. Nuestros...