Capítulo 5: De cucarachas apestosas y venus atrapamoscas.

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–¡Me vas a violar!– exclamó ella dando un paso hacia atrás.

–¡Nada de eso estúpida! Te llevaré a cambio de que cocines y limpies la casa, serás mi sirvienta.

–¿Tu sirvienta?– lo miró –Así sería demasiado fácil matarte, prefiero los retos– lo empujó y retomó su camino.

–¡¿Retos?! ¡Si claro, ve a dormir en esos cartones sucios a agarrarte una infección! ¡Eso si será un reto!– le decía él caminando detrás de ella furioso.

–¡Déjame en paz! ¿Porqué te importa?– hizo la primer pregunta coherente que Castiel le escuchó en la vida.

Él se detuvo pensativo –Es verdad, porqué me importa? No la conozco, no me gusta, no es agradable, ni me cae bien.

Rodolfa salió del hospital pero se quedó bajo el alero viendo la el agua que caía del cielo –¡Maldición! ¡De nuevo llueve!

Castiel salió unos segundos después –Así que le tienes miedo al agua.

–Odio la lluvia– murmuró.

–Si hubieras aceptado tendrías un techo bajo el cual cobijarte, pero ya que no lo hiciste tendrás que dormir en esos cartones mojados sin lugar donde refugiarte de la lluvia– comentó poniéndose la campera de cuero sobre su cabeza y alejándose a paso lento de ella.

Se cruzó de brazos molesta sin saber que hacer, realmente odiaba la maldita lluvia y no parecía que fuera a amainar pronto. Cuando Castiel se perdió en el horizonte ella corrió en esa dirección hasta verlo nuevamente y caminó hasta su casa a una distancia de aproximadamente media cuadra de él.

–Vaya, así que si es domesticable– murmuró para si mismo con una media sonrisa sacando las llaves y abriendo la puerta de su casa. Apenas abrió ella entró como un bólido.

Él cerró la puerta y la miró –Entonces, ¿serás mi sirvienta?

–Si, puedo intentar matarte con una cucharita de té para hacerlo más emocionante.

–Ja ja, mira como me río...– pasó a su lado y se metió al baño por unas toallas –Para la próxima piensa una mejor broma.

–¿Broma?– preguntó ella antes de que le cayera una toalla en la cabeza.

–Sécate, y será mejor que te cambies de ropa, veré que puedo prestarte.

Él entró a su habitación y buscó en su armario algo de ropa para ella, entonces escuchó ladridos y gruñidos, no sólo de Demonio, ¿había otro perro en la casa? Salió esperando encontrar al otro perro pero en su lugar encontró a Rodolfa gruñéndole a punto de lanzarse para morderlo.

–¿Qué demo...? Olvídalo, no quiero saberlo– dijo ya cansado tirándole la ropa encima y regresando a su habitación a acostarse hasta que estuviera la cena.

Rodolfa se metió al baño gruñéndole a Demonio y allí se vistió mientras hurgaba en el botiquín en busca de tijeras, navajas o algo. Rato después Castiel hablaba por teléfono con Lysandro mientras ella preparaba la cena.

–No puedo creer que hayas dejado entrar el mal en tu casa– le decía Lysandro muy serio.

–Ya deja esas tonterías, ¿qué iba a hacer? ¿Dejarla vivir sola estando así de herida?

–El demonio te ha engañado, te ha forzado a bajar la guardia con su apariencia de niña inocente.

–¡¿Niña inocente?! ¡Oh si claro! ¡Justamente esa apariencia tiene!– dijo irónicamente, y olfateó el aroma de la comida que llegaba hasta el cuarto –Al menos cocina bien.

CDM: Cada día es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora