Capítulo 6: Amarillo-negro-rojo.

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Amber y su séquito habían instalado una mesa a mitad del pasillo donde los estudiantes estaban formados esperando para firmar su propuesta.

−Parece que iba en serio− murmuró Castiel algo fastidiado.

Rodolfa miraba a los que tenía cerca con sus manos en la cabeza y sus dedos índices levantados como si fueran cuernitos, gruñéndoles divertida por sus caras de espanto o asco y como buscaban nerviosamente alguien para cambiar de lugares y alejarse de ella. No había pasado ni un minuto desde que estaban allí, cuando Nathaniel se abrió paso entre la multitud.

−¡Amber! Ya lo hablamos en casa, deja esta tontería por favor.

−No molestes, ¡pasen, pasen y firmen para que esa tipa no regrese a esta escuela!

−¡Amber te estás pasando de la raya!− y miró a los que esperaban para firmar –¿No es da vergüenza?− les preguntó y todos hicieron silencio para escuchar al respetado delegado –Están formados para arruinar el futuro y tal vez la vida de una pobre chica. ¿Les gustaría que eso les pasara a ustedes? ¿Qué por un simple rumor todos sus compañeros se organizaran para expulsarlos? Porque la mayoría de ustedes no la conoce siquiera, solo se están dejando llevar por rumores, y los que la conocemos sabemos que tal vez es un poco extraña, pero no es mala chica, ella solo es un poco...− detuvo su sermón y miró a Rodolfa que mientras todos lo escuchaban aprovechó para adelantarse en la fila.

−Ro... do...− estaba diciendo en voz alta mientras escribía su nombre en la forma.

−¡Rodolfa! ¡¿Qué estás haciendo?!− la miró desconcertado –¡Deja eso! ¿Tienes idea de lo que te pasará si ese formulario tiene efecto?

Ella lo miró –¿Nada?

Él se golpeó el rostro con la palma poniendo su semblante azul, haciendo que los ojitos de ella brillaran de emoción. −¡Te expulsarán! No podrás regresar al instituto, tendrás que buscar otro lugar donde continuar tus estudios− le explicaba mientras ella asentía sonriente con sus manos entrelazadas a la altura de su pecho.

−Así que esta es tu buena acción del día− comentó Castiel que también se había adelantado.

Nathaniel lo miró de reojo –Creo que este no es tu asunto Castiel, ¡Rodolfa deja de firmar los formularios!− le dijo poniendo su cara azul de nuevo ya que ella llevaba 5 hojas escribiendo su nombre en cada renglón y en los bordes también por si no alcanzaban.

−¡Si pitufito hermoso!−soltó el bolígrafo.

−Tú no vas a venir a decidir cual es mi asunto don perfecto− murmuró Castiel comenzando a molestarse.

Nathaniel prefirió ignorarlo, había muchos alumnos viendo y con Castiel le era increíblemente fácil perder la compostura –Todos regresen a sus clases por favor, aquí ya no hay nada para hacer.

−¡Le diré a papá!− lo amenazó Amber al ver que algunos alumnos comenzaban a dispersarse.

−Basta Amber, lo charlaremos luego− le dijo y luego miró a Rodolfa –. Tú también deberías ir a clases.

−¿Clases? ¿Hay clases en este instituto?

−¿Nunca has asistido a clases?− ella negó –Ya veo, el gamberro de la escuela te ha mal influenciado.

−¡Oye! ¡A mi no me llamas así idiota!− ordenó Castiel apretando sus puños.

−Tú solo te diste por aludido, jamás te nombré− le hizo ver Nathaniel con suficiencia.

−¡No te hagas el listo! ¡Estaba claro que hablabas de mi!

−Ya déjalo Castiel, no nos pongas en vergüenza haciendo una escena a mitad del pasillo− le hablaba Nathaniel con su cara azul nuevamente.

CDM: Cada día es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora