Capítulo 26: La vida es injusta.

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–No me dejaré engañar Debrah, yo no soy como las estúpidas de Iris o Melody, no pienso caer en tus tretas.

–Te aseguro que no es ninguna treta, Amber– declaró con su mejor tono de sinceridad –. Se trata de un acuerdo entre señoritas, ambas saldremos ganando, te lo aseguro.

–¿Ah si? No te creo nada Debrah– murmuró retomando su camino –, y nunca haría tratos con alguien como tú.

–¡Ya veo! Ahora que la rubia hueca tiene una relación secreta con ese tal Kentin se cree muy digna– Amber se detuvo mirándola con los ojos desorbitados –. Mira lo que tengo– sacó de su bolsillo la fotografía que les había tomado en el vestidor y se la arrojó.

–¡¿Q... Qué es esto?!

–Una foto, estúpida– le dijo con desprecio pasando a su lado rumbo al instituto –. Si aceptas mi trato espérame en la azotea a la hora del almuerzo, en caso contrario Peggy tendrá acceso a esa información, estoy segura de que será muy reservada con tu secretito.

Entró al instituto dejando a Amber con la fotografía en sus manos y sus nervios y cabellos crispados.

–¡Maldita perra!– le gritó golpeando el piso con el pie –¡Aishh, te odio!

–¿Entonces no la has visto?– susurró Kentin mirando hacia adelante atento a que el profesor no volteara y los descubriera.

–No, la busqué en el invernadero, y dentro de algunos salones, pero no está por ningún lado...– respondió Lysandro.

–Tal vez no asistió a clases, dices que ayer tuvo ese accidente, debe estar descansando en su casa.

–El demonio no es del tipo que descanse cuando está herido...

–¿Entonces qué habrá pasado?

–Tengo entendido que Castiel está visitando a sus padres, tal vez olvidó despertar...

–Esperemos que sea eso y no algo grave– comentó Kentin volviendo a atender al profesor, bastante preocupado.

–También yo lo espero, la necesito para esta noche– murmuró Lysandro ante la mirada intrigada de su amigo.

–Kjjj... Aquí Cacatúa gris a Halcón verde, ¿me recibe?– susurró Rodolfa a su mano como si tuviera un intercomunicador –La bruja de hombros tatuados se acerca a mi posición, cúbrame mientras preparo los misiles balísticos.

El halcón verde, mejor conocido como Paco, estaba en una rama más alta, con un gorro de camuflaje y unos binoculares frente a su rostro.

–¡Apunten... Disparen!– gritó ella como si hubiera alguien más allí y comenzó a lanzarle decenas de bombas de agua con pimienta.

–¡Ahh!– se escuchó el grito de la bruja quien se cubría con los brazos intentando huir, pero al correr hacia el gimnasio en medio del "fuego abierto" tropezó con un alambre estratégicamente colocado al ras del suelo, cayendo de cara al piso –¡Auch! ¡Mi rostro!– levantó la cabeza pasando la mano por su nariz para asegurarse que no estaba sangrando.

La sombra en el suelo anunciaba la aproximación de alguien, giró lentamente, con su instinto de supervivencia gritándole que se alejara de allí lo antes posible. Rodolfa se detuvo a pocos centímetros de ella, jugando con la última bomba de agua en su mano, lanzándola hacia arriba y volviendo atraparla.

–¡Tú! ¡¿Maldita loca que planeas hacer?!

–¡Esto!– dijo ella lanzándole el proyectil directo al rostro.

–¡Ahh, cof cof cof...!– tosió intentando escupir toda el agua con pimienta que tragó mientras intentaba volver a abrir los ojos que también fueron afectados por la pimienta –¡Estás... cof cof... loca!

CDM: Cada día es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora