Capítulo 23: Tropezando con la misma piedra.

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–¿Qué sucede muñequita? Desde que llegaste no has dicho una palabra– preguntó el hombre, bajando el volumen de la estridente música que Debrah había puesto apenas llegó.

–¡Sucede que los hombres son unos imbéciles! ¡Todos, del primero al último!– le gritó ella subiendo el volumen nuevamente.

–¿Debo entender que peleaste con ese chico?– le preguntó él, apagando la música –Si los demás inquilinos del hotel se quejan seré yo quien tenga que dar la cara– le explicó cuando ella lo miró de forma asesina.

–¡Claro que peleé! ¡Es un idiota! ¡Un pobre diablo incapaz de decirle que no a cualquier chica estúpida que se cruza por su camino!

–Ah... eso... ¿Qué importa? En menos de diez días nos iremos de todas formas.

–¿Qué importa? ¡¿QUÉ IMPORTA?! ¡La eligió a ella, debió elegirme a mi! ¡Jamás se lo perdonaré!

–¿Y es una chica atractiva?– preguntó revisando unos papeles, ya acostumbrado a los arranques de histeria de su muñequita malévola.

–¡No! ¡Es horrenda! ¡¿Puedes creerlo?!

–¡Jajaja! ¡Te abandonó por una chica fea!

Ella se acercó y lo golpeó en la cabeza –¡¿Qué tiene de gracioso?!

–Bueno, ya déjalo, mejor que te enfoques en los ensayos– recomendó alejándose de ella antes que decidiera golpearlo en sus partes nobles como solía hacerlo cuando se enfadaba.

–¡No dejaré nada! ¡Voy a vengarme, de él y de esa estúpida!

–¿Ah si? ¿Y cómo planeas hacerlo? No tienes mucho tiempo.

–¡Aún no lo sé! ¡Pero lo haré, te lo garantizo! ¡No permitiré que esos dos sean felices viviendo juntos como el par de idiotas que son!

–Repito que deberías enfocarte en tu carrera.

–¡Nadie pidió tu opinión! ¡Y no me importa nada más que destruir la vida de esos dos! ¡Comenzando por el imbécil de Castiel! La estúpida esa solo es una chica, la haré trizas con facilidad– aseguró muy segura de si misma.

Su representante negó observándola, siempre era lo mismo con ella, así que continuó trabajando sin prestarle atención.

Castiel salió de su habitación recién en la mañana del día siguiente, continuaba sintiéndose mal, pero poco a poco lo aceptaba, no era como si tuviera otra alternativa. Encontró a Rodolfa dormida en el sofá.

–Esos calmantes deben ser muy fuertes– pensó moviéndola con suavidad –Rodolfa, despierta o se te hará tarde.

–¿Mmm...? Si Paco, mami te da permiso de ir a quemar ese hospital– murmuró dormida.

–¡Deja de soñar tonterías y despierta!– le gritó no obteniendo respuesta así que buscó una bolsa de papel en la cocina, la sopló llenándola de aire y se la explotó cerca del rostro.

–¿Ah?– preguntó ella abriendo los ojos tranquilamente como si una suave brisa de verano la hubiera despertado.

–Ve a prepararte que en un rato nos vamos a la escuela– le dijo él regresando a la cocina a desayunar algo.

Una vez que ambos estuvieron listos salieron caminando con a la escuela.

–El loquito dice que tu novia te hace mal– le contó ella mirándolo.

–Ya no es mi novia...

–¿Por qué no?

–Nos escuchaste discutiendo ayer, ¿verdad?– ella asintió –Pues terminamos, y ya no quiero hablar de eso.

CDM: Cada día es maloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora