Capitulo 24.

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  No podía con esto, realmente que no. ¿Cuántos días habían pasado desde que Justin me besó? ¿Desde la última vez que lo vi? Eran cuatro días, cuatro días en que lo estaba extrañando como el infierno. Me preguntaba día a día, ¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo? Demonios, Justin estaba extraviado. Nadie sabía donde estaba, el martes, luego de clases, me dirigí hacia su casa, nadie me atendió. Absolutamente nadie, la casa estaba vacía y oscura. ¿Qué demonios estaba pasando?
Todos rumoreaban acerca de su desaparición, me preguntaba cómo es que se había marchado. ¿Se habría ido con su madre y hermanos?
Tenía un inmenso nudo en la garganta que no podía ser desatado de ninguna manera. No creía en lo absoluto de que él se hubiese esfumado de la faz de la tierra así como así. El sábado, por la noche, había ido a visitarme y me había besado.
Vale, quizás estuvo un poco acelerado, y extraño. Pero no me importó, ya que la mayor parte del tiempo era así. Los mariscales de campo, los de tercer grado, las chicas prostitutas que usan sus minifaldas y tacones, que se les insinúan al primero que se ven, estaban preocupados, los maestros y inspectores, también. En un nivel demasiado extremista, hasta Sky lo estaba.
Pero nadie podría superarme a mí, estaba devastada. Los rumores corrían tan rápido como una cascada de agua en este pueblo tan pequeño.
—No estés triste, Chloe. Tranquila, seguramente deberá estar tomando unas cortas vacaciones. —reconfortó mi amiga rubia en un sutil tono de voz. Miré al sauce que estaba enfrente a mí, era día jueves, y nada podía ser peor. Hasta el cielo estaba gris, la lluvia caía sobre el bosque y principalmente sobre mi cabellera.
Me reí mordazmente.
—No seas absurda. —contesté en un tono monótono. Y me quedé pensativa, apoyando mis codos en las rodillas de los vaqueros rotos. Miré hacia el cielo—. Todo es tan extraño, ¿Por qué habrá desaparecido de un día así como así?
—Tampoco exageres. Solo han sido cuatro días, no una semana.
—Lo suficiente como para saber que está perdido, luego de cuarenta y ocho horas, es secuestro.
—¡Chloe! No seas imbécil, ¿O te piensas que han secuestrado a toda la familia? No entiendo por qué estás tan preocupada. Justin es un misterio, quizá probablemente ya se fue de Texas, para regresarse a su país natal. ¿Por qué tendría que avisarnos a alguien? Nos odia a todos. Y ustedes como gente estúpida ahí, llorando y preocupándose innecesariamente por él.
Lo consideré unos minutos.
Era probable, a Justin no le interesaba nadie. Y eso me dolía, porque entonces pensaba, ¿No le importaba ni un poquito? ¿Pequeñito? ¿Sería así tan insignificante para él?, ¿Ni si quiera se tomaría la molestia de despedirse?
Pero, ¿Por qué deberían de irse de Fort Worth?
Eran tantas preguntas que únicamente serían respondidas con incógnitas, con más y más preguntas. Suspiré, y entonces al pararme me caí de trasero sobre un lecho de hojas, haciendo que me ensuciara la parte posterior. Chillé.
—¡Demonios! —tiré mi cabeza hacia atrás y miré al cielo, dejando que las gotas cayeran sobre mi rostro. ¡Lo extrañaba como el infierno!
—¡Párate de ahí tonta! Quedarás como un cerdo. —Sky me tomó de la mano para ayudar a levantarme—. Que mensa. Mírate, mírate... estás llena de lodo. Vente, vayámonos a casa, tus padres se preocuparán.
—Me vale. —susurré sacudiéndome.
—¡Deja de estar así por un idiota! ¿Qué no ves que Justin ni siquiera te toma un poco de consideración y respeto? Las posibilidades de estar con él son nulas, o probablemente el uno porciento, ¡En tus sueños!
La miré mal, ella no sabía nada sobre los momentos que Justin y yo habíamos compartidos. Y no tenía ni idea del dolor que estaba causando justo en mi pecho, odiaba que Sky fuera tan malditamente sincera—: ¡No me mires así que te digo la verdad!
Nuevamente tendrás el corazón herido, y nuevamente tendré que andar consolándote como una idiota. ¡No aprendes nunca!
—¡Está bien! Ya entendí. —me marché corriendo por los árboles, con algunas lágrimas cayendo. Odiaba la sinceridad repugnante. Vale, la exigía, pero era lacerante tener que asumir la realidad.
—¡Chloe! ¡Espérame que me perderé! Lo lamento... ¡Enserio! —gritó corriendo detrás de mí. No la escuché y seguí corriendo, no sabía a dónde me dirigía, solo quería llorar tranquila—, Te lo digo de verdad, espérame que quiero hablar contigo, discúlpame... —susurró como si se hubiese cansado de correr. Vi que el camino estaba noqueado. Suspiré y me mordí la lengua para no sollozar. Aprovechó de tomar ventaja y me abrazó, yo lloré en su pecho. No sabía por qué lo hacia, quizás era porque tenía una lluvia de sentimientos cursis justo en mi pecho. Rabia, desolación, desamor, tristeza, cólera y otros sentimientos probablemente inexplicables. Sentía un nudo en mi garganta, tan grande que ni siquiera una grúa podría desatarlos.
—No entiendes nada Sky... le quiero, él me gusta. No entiendes lo que es que ni si quiera él te tome en cuenta, ¿vale?, Duele que sea tan poca cosa para él por tantos momentos que compartimos en unos días. No entiendes ni la mitad de mi dolor porque tú nunca has tenido un novio, porque te robas tus propias emociones abruptamente. ¡No entiendes nada!
Ella me miró intrigada, frunció el entrecejo enfadada.
—¿Qué me estás queriendo decir?
—Que nunca te permites tener sentimientos bonitos, eres muy fría.
—¡No lo decía por eso! ¿A qué te refieres con tantos momentos que compartieron en un día? —se alejó un paso hacia atrás—. ¿Debes explicarme algo? ¿O contarme?
Le miré unos segundos antes de que dejar caer mis brazos y encorvar los hombros.
—Vayámonos a casa, y te lo contaré todo.
Me sequé algunas lágrimas que se confundían con la lluvia y comencé a contarle del principio a final lo que ambos compartíamos, nada más que sexo.
Sky estaba enfadadísima cuando se marchó de casa haciendo zumbar las ventanas con un portazo. No pensé que se enojaría de ese modo, realmente. Pero supongo que estaba en todos sus derechos de hacerlo, si ella me escondiera de que ya no es virgen, me enfadaría muchísimo.
Me metí a la ducha haciendo que el sudor, las lluvias, y la suciadera desapareciera. Parecía un bochornoso y patético cerdo.
Luego de haberme duchado, hice las maletas y me metí dentro de las sábanas como si fuese mi escapatoria perfecta. Miré con anhelo el balcón, con deseo de que se presenciara frente a mí y me besara. Era estúpido, ya que por más de cuatro días llevaba haciendo lo mismo. Una pregunta fisgaba por mi mente, ¿Volvería? Esperaba que sí.
A las cuatro de la madrugada, mi puerta sonó haciendo que despertara del susto. Me tallé los ojos acomodándome en el respaldar.
—¿Loe? ¿Estás ahí? —la voz ronca y sensible de Sam me hizo abrir los ojos.
—Si, pasa. —dije.
Mi puerta se abrió y dio paso a un Sam con los ojos hinchados y rojizos, estaba sudado, como sollozando: —Ven aquí.
Sammy se disparó hasta llegar a mi lado, y se acurrucó sobre mi pecho con su oso de peluche.
—¿Qué te ocurre cariño?
—Tuve una pesadilla muy fea, y no pude dormir. —sonaba afligido, le apreté más a mí.
—¿Qué soñaste?
—Soñé que papi moría. Que lo mataba los otros que me abandonaron, y me los quitaban a ustedes para siempre. Y ya no estaba a su lado. ¿Eso ocurrirá Chloe? ¿Estaré nuevamente solito con niños malitos? —sollozó.
—¡Por supuesto que no Sam! Tranquilo, sólo ha sido una pesadilla nada más, ¿Está bien? Nada malo pasará, siempre estarás con nosotros. No tienes porque tener una mente tan negativa, nosotros somos tu familia. No más niños malitos.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo, enserio. Duérmete ¿Sí, cariño?
—Está bien. Buenas noches Loe, te quiero. —sonreí besándole la frente.
—Buenas noches, te quiero más.  


Dark Sides - Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora