11.
Me paré de mi asiento y me dirigí hacia unos señores que traían sus trajes azul marino y una tarjeta donde revelaban sus nombres. Me acerqué con rapidez, quería luego poder llegar nuevamente a mi asiento.
—¿Dónde está el baño?
—Cerca de donde están los café, a la derecha. Hay un pasillo horizontal y encontrarás una puerta donde está el icono del sexo femenino.
—¡Vale!
Corrí lo más rápido que pude y cuando estaba por doblar choque con un esbelto cuerpo. Me toqué la frente que ardía, tenía un pequeño chichón.
—Lo siento... —Esa voz se me hacía terriblemente conocida. Alcé mi vista y me quedé estupefacta. ¿La hermanita de Justin estaba aquí? Ella traía sus ojos rojos y la iris dilatada. La nariz roja escarlata al igual que sus mejillas, se parecía a Rodolfo el Reno. Sus cabellos azabaches estaban recogidos en un desordenado moño rojo. Era como la pequeña Lulú con ojos encandiladores y vestido amarillo.
—Hola... —susurré incómoda, sin saber qué hablar—. ¿Te ocurre algo? —pregunté frunciendo el ceño. La chica retrocedió avergonzada de que le haya descubierto. Antes de que pudiera hablar alguien le llamó por su nombre.
—Eli... —la voz áspera se desvaneció en cuanto me vio a mí. Quedé todavía más sorprendida, ¿Qué pasaba? ¿A la familia Bieber le gustaba el teatro? Justin cambió radicalmente su expresión a una hastiada—. No puedo creerlo, ¡Me apareces hasta en mi caja de cereales! ¿Qué demonios? —él apretó la mandíbula. Ridículamente esa mueca llenó algo vacío dentro de mí. Él lucía estupendo, aunque no paraba de demostrar ese aura de chico malo. Vestía enteramente de negro, como si fuera alguna clase de vampiro sexy. Como Edward Cullen. Vale, era broma. Principalmente porque Justin era cien veces mejor. Su piel era bronceada y cálida, la sentí una vez rodearme la cintura su calor más íntimo. Y sus ojos eran tan atrayentes como un imán.
—Yo... ¿Es tu hermana? —pregunté rascándome el brazo. Él me estaba asesinando con la mirada, y me estaba escrutando con sus ojos afilados. Avanzó hasta llegar a nosotras y vi como —Elizabeth— (Al fin me sabía su nombre) Agachaba su altura, se estaba encogiendo. Ella sentía miedo, podía percibirlo. Pero ¿De quién? ¿De su hermano? ¿De mí?
—No es de tu incumbencia. Elizabeth, vuelve tu lugar ahora. —ordenó como si estuviera listo para moler a alguien a golpes. Y sentí que ese era alguien era yo. ¿Pero qué hice esta vez? Elizabeth, asintió con la cabeza temblando de los pies a cabeza y se marchó como un chihuahua en invierno sin traje. ¿Sería posible que ella temiese de su hermano?
Justin estaba frente a mí con la mandíbula cuadrada y con esa frase típica en sus ojos que decían «Mataré a alguien»
—No hice nada ahora. —alcé mis manos en señal de inocencia. Él apretó los puños y se acercó a mí. Las ganas de hacer pis se evaporaron. Aunque la inquietante sensación seguía allí en mi vejiga que estaba a punto de explotar.
—Ella no es mi hermana. —sus palabras fueron escupidas de su candente boca.
Fruncí el ceño.
—Sí. Lo es. —asentí como si fuese algo obvio. Su expresión matadora se distinguió.
—No lo es, Chloe. —Amaba como mi nombre salía de sus labios, por más que fuera como si dijese mi nombre para asesinarme o para advertirme que corra. Amaba esa sensación que sentía en el estómago al escuchar su voz, a pesar de que fuese soez.
—Sí lo es Justin. —dije de la misma forma que él—. ¿Me viste cara de estúpida? Hasta un ciego podría darse cuenta que son hermanos, tienen los mismos rasgos. Aunque no la misma personalidad, ella es inocente. Tú eres un idiota maleducado.
Él me asesinó con la mirada, aunque no sentí esa sensación de querer ser asesinada. Es más, no se sentía nada en el aire. Algo totalmente extraño, ya que mayormente siempre se olía esa tensión y peligro.
—Bien, es mi hermana. Pero no quiero que le digas nada a nadie. Sabes mucho respecto a mi familia.
¡Su supiera cuánto! ¡Hasta sé de su padre!
—Tu madre es adorable, tu hermana también. ¿Ocurrió algún problema en el parto? —ironicé—. Digo, porque tu eres el único subnormal. —me reí de él cruzándome de brazos.
—No digas eso como si supieses las esencias de mi familia, ¿Vale? ¡Tú no sabes nada! Eres tan estúpida como todos.
—¡Ey! Eso es un insulto para mi promedio nueve. —me quejé—. Por cierto, necesito hablar varias cosas contigo. —aproveché de soltar, él enredó su píe izquierdo con el derecho mordiéndose la uña del dedo meñique. Parecía todo un ginete reposando de su cabalgata.
—Eso será en tus sueños, no desperdiciaría mi tiempo en ti.
—¿Qué tiempo? ¿Preferirías estar golpeando a alguien? —pestañeé inocentemente. Él volvió a apretar la mandíbula. Me encantaba exasperarlo por más que me enfrentaba a consecuencias graves. Pero lo extraño era que no sentía miedo en lo absoluto. Ni tampoco sentía desconfianza por él.
—¡Deja de decir eso! No es gracioso. No eres graciosa.
¡Ahí estaba esa vena!
—No pretendo serlo. —sonreí de lado—, Tengo ganas de orinar pero no iré porque sé que te irás y quiero platicar cosas contigo.
Justin por primera vez me sonrió. Una sonrisa engreída, como quizá creyéndose el príncipe Guillermo—. Como por ejemplo, ¿Por qué apareciste esa noche en mi casa? ¿Sin explicación? ¿O abrazándome de ese modo? ¿O te crees que porque eres guapo puedes hacer lo que te de la regalada gana? —le regañé como una madre a su hijo. Él avanzó tres pasos más a mí y yo seguía con mi ceño fruncido. A diferencia de él, que esa vena no se notaba ni ningún rastro de enfado—. Y te desapareciste así como así, sin siquiera darme alguna remota explicación del por qué apareciste así. ¡Te di alojamiento! ¡Me ignoraste en la escuela y me dejaste en humillación! Rechazaste mi ayuda y...
Dejé de hablar cuando sentí sus labios sobre los míos. Me quedé estática y como si alguien del infierno estuviese sujetando mis píes a la tierra. Me olvidé de lo que hablaba en el momento en que sentí esas sensaciones extrañas en mi estómago, como remolinos, fuegos artificiales y millones de acróbatas dando piruetas dentro de mi estómago. Sus labios eran suaves y con un delicioso sabor inexistente. Apoyé una mano en su pecho acariciándolo. ¿Era un sueño? ¿O un delirio? ¡Él besaba mucho mejor que en mis sueños! Y debía de ser porque esto era real. Sentí algo húmedo caer por mis bragas pero no presté atención. Sólo me enfoqué en sus labios moviéndose sobre los míos como si se acoplaran a la perfección. Se separó de mí haciendo un sonido con su boca, se relamió los labios antes de sonreír soberbiamente y negar con la cabeza.
—Te ves mejor como idiota, con esa mirada de zorra-caliente. No con esa frente arrugada, pareces bruja. —fueron sus últimas palabras antes de girarse sobre sus talones y marcharse. Y yo no tenía consciencia de lo que ocurría alrededor del mundo, ni si quiera sabía que estaba respirando. O pareciera que mi mente se hubiera evaporado, ¿Estaba en Australia? ¿En China? ¿En Narnia?
¡Qué coño!
Me desperté cuando él desapareció de mi vista y al fin fui consciente de que mis bragas estaban chorreando.
Cerré mis ojos con fuerza, ¡Esto era imposible!
¡Me había echo pis encima! Corrí hacia el baño. Demonios, las peores cosas me ocurrían a mí. Aunque valió la pena haberse meado encima, ¡EL REY DEL HIELO ME HABÍA BESADO!
Y había usado sus poderes de hielo para embelesarme con su aparición.
Jesús, ¿Qué coño haría ahora?
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Dark Sides - Adaptada.
RomanceHolaaaaaa :) volvi! perdon por la tardanza ahora la voy a seguir subiendo! para los que quieren saber la escritora se llama KAT! es una buenisima escritora y yo de verdad que creo que tiene un talento!, pueden adaptarla si quieren solo aclaren que n...