Capitulo 25.

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  Todos estábamos parados esperando el autobús, que llevaba aproximadamente diez minutos de atraso. Estaba sentada sobre una banqueta viendo como una ardilla se devoraba la cúpula de una bellota. Suspiré pasándome la mano por el rostro con desesperación. Se escuchaban las risas de las demás personas y las exclamaciones exultantes. Mientras que en mi mente no paraba de deambular al rey del hielo. Mis maletas yacían al lado mío y el sol estaba reluciente. Extraño para un día tan triste, ¿Verdad?
Aunque técnicamente sólo lo era para mí. Un día agobiante y desgarrador. Ni si quiera podía dejar de pensarle, ya que, a mi lado, habían tres chicas conversando sobre él y su desaparición.
«¿Se lo habrán raptado los extraterrestres?»
«¿Estará en la cárcel?»
«¿Quién lo habrá visto por última vez?»
Estaba aburrida de esto.
Ni si quiera podía olvidarlo por más que quisiera.
—¿Por qué esa carita de pena? —Ralph se sentó a mi lado. Le sonreí a medias, apenas si quería hablar con alguien. Y Sky estaba con otras chicas conversando, utilizando la ley del hielo conmigo. Ni si quiera una conversación con él podría llegar a sacarlo de mi mente, ya que los moretones que se esparcían por su blanco rostro me traía más que recuerdos. Cuando lo golpeó por mí. Eso me hizo estremecerme, cuando habíamos discutido y habíamos hecho el amor bajo un árbol.
Suspiré antes de contestar.
—No es nada.
—Mentirosa. ¿Apuesto que es por Justin, no es así? —su tono trató de ser sutil. Le miré entrecerrando los ojos. Aún recordaba que lo que Justin me dijo ''Me confesó de que estaba enamorado de ti antes de partirle la cara'' Medio reí y miré hacia al frente para ver los árboles y el comienzo de una huella.
—¿Tan obvia soy?
—Pues sí. No me extraña, eres muy transparente. Es obvio aparte porque desde que no viene el rey del hielo a la escuela no paras de estar como ausente. Pareciera que los extraterrestres también se llevaron a la Chloe divertida. ¿No te has parado en pensar... qué debe de estar haciendo Justin en estos momentos? —me colocó un mechón detrás de la oreja antes de mirarme directamente a los ojos. Sus pupilas nuevamente lo delataban ante su distorsión.
«¿Será gay?»
—Me lo pienso cada cinco minutos. Adivina qué me respondo; nada. Porque no sé nada.
Y en cierto modo, no sabía nada sobre él. ¿Cómo podría gustarme una persona tan misteriosa? Ni si quiera lo conocía realmente.
—¡Exacto! ¿Y entonces porqué te empeñas en arrastrarte por él? Ve a tu alrededor, hay tantos chicos que desearían estar a tu lado en estos instantes. Que harían todo lo posible para estar contigo, todo.
El énfasis en sus palabras me causó intriga, pero decidí pasarlo. Últimamente sospechaba en mal sobre Ralph por el simple hecho de que Justin me lo dijo. «Le olvidaré, no le haré caso.»
El problema era que lo quería a él.
—Me vale. —me senté rígida en el banco al ver como el autobús se estacionaba frente a nosotros. Todos exclamaron gritos de aleluya antes de tomar sus cosas. Sierra de Guadalupe nos espera. El profesor Frisft (un maestro de gimnasia, extrañamente gordo) Hizo sonar su silbato para ganarnos atención, y cuando la obtuvo, gritó por un megáfono:
—¡Orden! Hagan una fila en hilera. No quiero desorden y la maestra Kamil les hará retira de sus maletas una para que las cosas no se pierdan. Mientras yo pasaré la lista rápidamente.
Hice fila detrás de un chico llamado Dylan, que tenía el cabello como erizo y con piel aceitunada. Ojos oscuros y piercings en la ceja. Pintado de negro. El maestro comenzó a dictar nuestros nombres y mi corazón se paró cuando dijo «Justin Bieber» Juro que quise matarlo. Siguió hasta nombrar a los ciento noventa alumnos y subir a los respectivos buces. La maestra Kamil retiró mis bolsos y yo me monté dentro del bus para escoger el último asiento que estaban vacíos. Todos estaban riéndose ansiosos, ignoré el tropezón que me quiso hacer Kathe Wills con un fulminar. Y castañetear entre dientes un: —Imbécil.
Miré por la ventana los empinados en línea horizontal que se situaban frente a mí viendo los otros buses aparcados, y el maestro de gimnasia anunciando que en quince minutos nos marcharíamos ya que faltaban alumnos. Me coloqué los auriculares y cuando alguien estuvo por sentarse a mi lado, le dije que estaba ocupado. (En realidad no lo estaba pero no quería estar con nadie).
Escuché música durante unos seis minutos antes de que la letra de una canción terminara por siendo intensamente cierta y estresante.
«Tus sentimientos son como un hielo, tu corazón es un bandido que se roba lo que sientes para transformarlo en nada más que sequedad. Te quise amar como nadie, pero no me lo permitiste y me arrojaste al baúl de las decepciones y de las desolaciones. Donde sólo queda esta alma partida y este corazón hecho añicos.»
—¡Todo es tan mierda! —susurré solo para mí mientras apoyaba mi cabeza sobre el respaldar del asiento encuerado.
—¡Estamos por partir en unos quince minutos! Creo que ya están todos.
Le bajé el volumen de la música y miré por la ventana.
—Quítate de ahí, imbécil.
Esas palabras fueron sobrantes para hacer que mi corazón se acelerara con una violencia increíble, el tono autoritario y manipulador que tanto había extrañado estaba devuelta. Alcé mi vista tan emocionada que ni siquiera podía soportarlo. Ralph estaba votado en el suelo. Justin lo acababa de empujar, le miré con amor, estaba segura de que mis ojos eran como dos pupilas encorazonadas. Se escucharon las risas de los del bus, las exclamaciones y las millones de voz que decían «Ha vuelto».
—¡Si, idiota! He vuelto, ¿O piensas que tengo un gemelo?
¡Y más guapo que antes inclusive! Sonreí ensanchamente, pero luego me recordé mentalmente de que se había marchado sin siquiera consultarme. Estaba decepcionada, pero las estadísticas de los sentimientos optimistas siempre eran más fuertes que los negativos. Sentía unas enormes ganas de abrazarlo, de besarlo y hostiarlo con caricias. Pero esta vez no, por una vez trataría de ser inmune al rey del hielo. Miré por la ventana ignorándolo, Justin se sentó a mi lado y percibí que estaba estirando su brazo para tocarme. Pero al ver que corría la mirada para ver más allá de los árboles, supo que algo andaba mal porque entonces se detuvo. Respiraba con prepotencia como si estuviese enfadadísimo. Quería besarlo, ahora.
Lo peor fue que él no me habló hasta que el bus partió. Ninguno dijo nada, y todos en el bus nos estaban mirando como si fuésemos alguna clase de aborto mal hecho.
—¡Métanse en su propia mierda imbéciles! —farfulló enfadado. Enseguida todos voltearon sus cuellos automáticamente. Al parecer venía muy enfadado, demasiado para ser honesta. Él nunca había sido así en público, todos sabían como era. Pero Justin nunca quiso demostrárselo a nadie más que a las personas que le hablaban y se le insinuaban. Me decidí por ignorarlo colocándome los auriculares y escuchando música. Era demasiado fuerte tratar de ignorarlo, era prácticamente imposible porque ya quería besarlo.
Pero debía de ser fuerte.
Esperé y esperé a que me hablara, pero no lo hizo. Apenas sentía su presencia a mi lado. Me entristeció que ni si quiera se atreviera a dirigirme la primera palabra.
Apoyé mi cabeza en la ventana haciendo que la cien vibrara al igual que mi nuca. Sentí su caricia sobre el lóbulo de mi oreja que enseguida mi piel se estremeció, comenzó a arder como si estuviese disolviéndome en llamas. Mi cuerpo respondió ante su tan pequeña y insignificante caricia. Me quitó el auricular y sentí sus labios sobre mi oreja, me quedé inmóvil sobre mi asiento.
—¿No piensas darme un beso?
Le miré sorprendida, vi que no sonreía (como nunca lo hacia) Pero veía sinceridad y anhelo. Me estremecí, con mi intimidad palpitando. ¿Qué maldito poder tenía sobre mí?
Me puso un mechón de cabello con delicadeza detrás de mi oreja, como Ralph lo hizo. Pero ahora era relativamente diferente. Yo sentía como si su toque fuese lo más maravilloso. Acunó mis mejillas con paciencia y acercó sus labios a los míos para besarme de una manera explícita y llena de anhelo y afán. Sentí en su beso que me había extrañado, su hambre de deseo.
Yo creo que lo mejor del mundo eran sus besos, sin duda alguna.
Lo que comenzó siendo delicado como el pétalo de una rosa, terminó siendo por algo salvaje y dominante. Le tomé de los cabellos de la nuca para esparcile besos por todo el rostro.
—¿Dónde estabas Justin Bieber? —susurré sobre sus labios sollozando. Sonrió antes de darme un beso lento en la boca.
—Eso no importa. No te tiene que importar ¿De acuerdo? —me miró a los ojos con una manipulación. Quería decir que sí, pero rectifiqué mi respuesta.
—No, claro que no estoy de acuerdo.
Y me di cuenta que era primera vez que lo desafiaba. Y me gustó, me gustaban los desafíos.
Su semblante pasó a ser uno serio.
—No estuviste por prácticamente casi una semana ¿Y me vienes con que no me debe importar? —dije petrificada—. Estás de mente.
—¿Y eso a ti qué te importa? Donde yo estuve no es de tu incumbencia.
—Dímelo...
—Si te lo diría, luego tendría que matarte.
—¿Quién eres tú realmente Justin?

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Hola volviiii! perdon por la tardanza para lo que tenian dudas, la novela no es mia es de una pagina de una escritora llama KAT, la verdad es muy buena y tiene un talento con la escritura , y por eso comparto esta novela con ustedes ! :D , El que quiera adaptarla, adaptela pero solo aclare que no es suya porque no merece llevar creditos que son de ella. :)   


Dark Sides - Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora