Capitulo 7.

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7.

Tomé una larga y profunda respiración antes de tocar el timbre, dos faroles de luces tenues alumbraban el porche de su casa y se escuchaba el ulular de los búhos. Algunas luces estaban apagadas y me pregunté si ellos estaban durmiendo. Oh demonios, no. Retrocedí y justo cuando estaba por marcharme alguien rezongó.

—¿Disculpa? ¿Podría ayudarte en algo? —la voz no era áspera, era aterciopelada y dulce. Me volteé con el corazón latiendo con fuerza. Eso implicaba que realmente estaba muy nerviosa. Una señora estaba frente a mí, sus cabellos eran como dos largas cascadas azabaches y unos ojos profundamente verdes, el iris rojo y un sweatter color pálido. Me pregunté si ella era la madre de Justin debido al parecido, aunque ella parecía como su hermana.

Me arreglé la garganta.

—Sí, perdón por molestar a estas horas. —susurré apenada—. ¿Está Justin? 

La Señora se sorprendió tanto que sus ojos se estaban saliendo de sus órbitas y la mandíbula literalmente estaba en el piso. Se arregló la voz y me dedicó una sonrisa propia y acogedora.

—¿Quién lo busca? —cruzó los brazos bajo sus pechos. ¿Qué podría decirle? ¿Una amiga? ¿Una conocida? ¿Alguien que su hijo repudia? ¿Una chica que está obsesionada con su hijo? ¡Absolutamente no!

—Yo... bueno... supongo que una amiga. 

—¿Enserio? Él nunca me comentó que tenía una amiga tan guapa como tú. —¿Guapa? ¿Era una broma o ella trataba de burlarse de mí? Sentí mi cara arder en vergüenza y no me costó mucho adivinar que estaba como un tomate—. Espérate acá unos segundos y lo llamo, ¿Vale?

—Vale, gracias. —mi voz sonó más bien como un murmullo. Cielo santo. Ella no podría ser la madre de ellos. ¿Por qué? Ella era tan despreocupada, dulce y genuina. Que era todo lo contrario a sus hijos, Justin era seco, frío, grosero, irrespetuoso y ¡Increíblemente guapo! Y bueno, estaba la otra hermana que era tan callada como una H, reservada y como si nunca hubiese mantenido una charla común y corriente con un ser humano. Y pues el otro hermano, apenas sabía de su existencia. ¡Ni si quiera sabía el nombre! Esperé y esperé... y me fijé en los adornos que estaban en la valla del antejardín que habían algunos nomos de arcilla y una escultura japonesa. Plantas sencillas, margaritas y orquídeas. Todo era tan cuidado, la pequeña casa del árbol que reposaba a unos seis metros del porche era viejo, destruido y seco. Aunque era grande y robusto.

Sentí que alguien me jalaba del brazo con fuerza y me asusté. Pero no tanto cuando vi a Justin bastante enfadado, su vena se marcaba sobre su frente y vi que sus puños estaban apretados.

—Hola. ¿Cómo estás? —Bueno... Quizás pude haber dicho algo mejor. Pero los nervios son traicioneros.

—De píe, pero alguien dejará de estarlo si no deja de molestarme. —Justin ya no estaba tan enfadado ya que sus pómulos estaban un poco menos duros, aunque su vena seguía dilatada en la frente haciéndolo lucir de la muerte. 

—¿Amenazas a una chica? —traté de no sonreír. Aunque eso fue evitable porque la fuerza que él ejercía en mi brazo me estaba dañando. Pero no dije nada. 

—¿Qué es lo que haces aquí? ¿Qué no te dejé claro que no me agradabas? —Demonios. Dolía como el infierno. Él pareció percatarse de ello, ya que me soltó inmediatamente. Ahora traía su aspecto normal, aunque estaba un poco arrepentido—. ¿Por qué no me dijiste que te hacía daño? Pude sacarte el brazo, dios. —Él me dio la espalda y miró hacia otro lado, me sobé el brazo con delicadeza viendo como sus dedos aún estaban marcados bajo la tela del suéter. 

—Supongo que esa era tu forma de vengarte por venir a incordiar a tu casa, ¿No? 

Él se volteó bruscamente, cuando iba a volver a enfadarse. Se contuvo. ¡Vaya, qué progreso!

Dark Sides - Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora