Capitulo 12.

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12.

El sábado por las seis de la tarde yo me estaba arreglando para mi cita. Definitivamente no tenía las ganas de ir, digo... Prefería estar en casa viendo una película de Nicholas Cage, o un libro de Stephen King. Pero bueno, un compromiso era un compromiso. Mamá para variar había estado haciendo esas preguntas acosadoras como, 

¿Es tu novio? ¿No pensabas decirme que tenías uno? ¿Es guapo ¿De dónde viene? Y esas preguntas patosas que se le ocurrían y nunca serían respondidas. A las siete he de suponerse que él tenía que estar aquí, Ralph Lewis era un chico carismático aunque a veces engreído por ser guapo. Algunas chicas cuando se le acercaban a pedirle alguna cita, él se burlaba solapadamente, daba una mirada de disculpas y decía que tenía planes. No entiendo.

¿Por qué yo no hice lo mismo? 

Así el karma le hubiera dado una buena patada en los genitales, pero, tenía un don de que las personas hiciesen lo que él quisiera. Con esos ojos llenos de bochorno y decepción siempre podría conseguir lo que él quisiese. Demonios, le hubiera rechazado y ya.

Aunque está bien, quizás debería distraerme y tratar de no pensar en Justin y en sus labios sobre los míos. Una sensación monstruosa, aunque realmente acogedora. Lo que no daría nuevamente por tener sus labios sobre los míos. La huella de sus labios aún no se deshacían. ¡Jesús! Definitivamente ese chico me traía loca. Demasiado loca para ser sincera. 

¡Me había meado encima! Vale, quizás fue porque desde un momento tuve que hacer pipí y no quedarme ahí con la vejiga por explotar. 

Había tenido que quitarme las bragas, lavarlas en el lavamanos y lanzarlas por el desagüe yendo donde mamá y pidiéndole su chaqueta, no le di la oportunidad para que preguntara. Era lo bastante denigrante como para contarlo como algo gracioso. 

No quería causar buena impresión a Ralph, así que opté por solo una remera ligera negra, chaqueta de cuero color marrón y unos jeans desgastados. Y por supuesto, las infaltables botas negras de militar. Me miré en el espejo, efectivamente no me veía mal. Me veía mejor que con vestidos. Vale, eso era broma. 

¿Me ponía maquillaje o no? Me ponía cosméticos solo para momentos especiales, no para cualquier cosa. Pero, ¿Esto era un momento especial? 

No.

A las siete un claxon se escuchó por el porche y yo bajé tan rápido como una ráfaga de viento. ¡Mamá no podía abrirle! Pero ya era demasiado tarde.

—¡Hola! ¿Tú eres el novio de mi bebé? ¡Yo soy... —Antes de que pudiera seguir hablando empujé a Ralph con una mano.

—¡Alguien que no le importa lo que ocurre en la vida de su hija! Adiós ma. Te amo. —Estaba sacándolo de una buena incomodación. Mamá tenía la dádiva de poner incómoda a la gente. 

—¿Cuál es tu auto? 

—Súbase señorita. —me abrió la puerta del copiloto. Su auto era un Lamborghini negro totalmente fabuloso. Ni mi Volkswagen podía compararse a esa hermosura. Me monté dentro, y él hizo lo mismo. Agradecía que mamá haya entendido mi indirecta y se haya metido a casa. Sentí un poco de remordimiento por haberla tratado así.

—¿Ocurre algo? —preguntó Ralph. Se veía impecable, traía una camisa de cuadros abierta por su pecho dándole un aspecto liberal. Unos jeans ajustados y una marca de zapatos extraña. Negué con la cabeza mientras le sonreía—. Te ves guapísima. —se detuvo en el escote de mis senos y no dudé en sentirme avergonzada e inquieta. Me crucé de brazos para que dejara de mirarme, él lo entendió y me sonrió a la cara mientras encendía el motor. 

—¿Puedo poner música? —pregunté ya encendiendo la radio. Él se rio.

—Al parecer no hace falta mi aprobación. 

Dark Sides - Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora