Capitulo 21. Maratón 1/3

82 5 0
                                    

21. 

—Me llamo Justin Bieber y me encanta arruinar momentos, me hago el chico malo para lastimar a las demás personas. Soy un insensibilizado y no me interesa nada. ¡Menudo idiota! —gruñí lanzando mi mochila con fuerza sobre el sofá de mi casa. Estaba enojadísima. Tan enfadada que podría hundirle un bisturí en el corazón para que mínimo sintiese algo. ¿¡Pero qué se creía?! ¿Que podía utilizarme para cuando se le daba la jodida gana? Pues estaba en lo incorrecto, no pensaría involucrarme con él. No por el simple hecho de que me trataba como si fuese una prostituta. Era injusto, yo le había dado mi virginidad. Era con él único chico que me había acostado y era injusto que me llamara «Perra.»

—¿Chloe? —la voz de papá hizo que pegara un brinco del susto.

—Demonios, papá. Me has dado un susto. ¿Qué haces aquí? —musité nerviosa. Aún no sabía si él podría saber algo respecto a Justin y mi «virginidad».

—Estoy aquí, y tu madre también. Te estábamos esperando, ayer queríamos hablar contigo y no nos dejaste. ¿Podrías ir al comedor? El tema es un poco... delicado.

Él sonaba nervioso, como esas hijas adolescentes que le confiesan a su madre de que están embarazadas y que el padre de su hijo no la quería apoyar y se había marchado de su vida. Siseé en silencio, era momento de asumir este asunto.

Caminé con pasos gelatinosos hacia la cocina donde mamá estaba en la silla color caoba meciendo su píe de arriba hacia abajo como si estuviera teniendo una pequeña lucha dentro de sí. 

—¿No fuiste a trabajar? —titubeé sentándome frente a ella. Enseguida papá se sentó al lado de mamá. 

—He pedido salirme algunas horas, luego propondré horas extras. Este tema que queremos compartir contigo es más importante. —me miró, vi sus ojos que estaban oscilando. Reflexioné de que esto no trataba de mí, si no de un tema personal que nos incumbía a los tres. Si hubiera sido sobre mi virginidad, papá estaría enfadado y mamá tendría una mirada de satisfacción como quizás diciendo «Al fin mi bebé se hizo una mujer.» y blablablá. 

—Yo... no sé que está pasando, pero algo está saliendo relativamente mal. 

—¿De qué estás hablando, mamá? 

—Que, luego de tenerte a ti, con tu padre decidimos que no queríamos tener más hijos por el simple hecho de que éramos muy jóvenes. Por eso decidí que me iba a operar para no tener más. Queríamos que fueses hija única. —tomó un respiro antes de hablar—. Pero, en estos años, he vuelto a considerar la idea de que quiero tener más hijos. Quiero darte un hermanito. 

Papá le dio la mano como para alentarla. 

—¿Quieres decir que estás embarazada? —Apenas vociferé. 

Mamá negó con la cabeza soltando algunas lágrimas.

—Algo ha ido mal luego de la operación... no sé que ocurrió, o que hizo el doctor. Pero cuando fui a ver al ginecólogo porque mi periodo no había llegado, tenía un poco de certeza de que estaría embarazada. Pero él me dijo que era estéril... me pregunté cómo podía serlo si yo te tuve a ti. Pero descubrí una cosa que ninguno de los dos sabíamos, yo me hice la operación temporalmente, pero él lo hizo definitivo. Y ahora no puedo tener más hijos, no puedo darle hijos a tu padre ni tampoco hermanos a ti. 

Cuando terminó de hablar, enseguida me coloqué de píe para abrazarla. Papá se unió a nosotras y mamá comenzó a llorar. 

—No te preocupes mamá. Podemos solucionarlo... yo... —¡Yo estaba pálida! Me puse en el lugar de mi madre y realmente mi cabeza comenzó a dar vueltas, lo peor para una mujer era no poder tener más hijos y la comprendía. Demonios—. Adoptemos a un niño, que será mi hermanito y su hijito. Seremos una hermosa familia de cuatro y... no importa, mamá. —le acaricié el cabello calmándola. Ella levantó su cabeza con sus ojos brillantes en esperanza. 

—¿Enserio? ¿Adoptaremos a un niñito? 

Miró a papá indecisa. Él asintió de la misma forma.

—Si cariño, te prometo que adoptaremos a un niño. El más adorable de todos, sólo para complacerte. 

Mamá se quitó las lágrimas de un manotazo abrazándonos a ambos. 

—Oh señor... ¡Está bien! ¡Sí y sí! Mañana mismo viajaremos a la ciudad para ir al orfanato. Me encanta la idea, seremos una hermosa familia de cuatro y tú jugarás a los vídeojuegos con tu hermano y... y... tú jugarás al fútbol con él y... —ella no pudo contenerse más y sollozó de la emoción. 

—Claro que no. Le compraré pistolas para que juegue, y él también sera un policía como yo. Un Gilbert. 

Me fui a mi habitación luego de haber sido parte de la escena más emotiva que habíamos tenido en familia. Me sentía orgullosa, orgullosa de tener unos padres como los míos. Demonios, ¡Un hermanito! La idea de escoger a uno me emocionaba, tener a alguien a quién fastidiar o jugar era precioso. Me dejé caer en mi cama quitándome el vestido, después de todo el día no había sido un fracaso. Había terminado por ser el mejor.

Y el rey del hielo no podría arruinarme el día. Nadie. Estaba agotada de todo. Recosté mi cabeza en la almohada mirando al techo mientras unas lágrimas se escapaban de mis ojos, no sabía por qué lloraba. Por la ineptitud de que las cosas no saliesen como yo las planeaba, que él me tratara así no era algo bonito. Me sentía desechada, como esos calcetines viejos que cuando se les perdían los nuevos, utilizaban los antiguos. Un juego, un juego lascivo y ordinario. Me desconocía en lo absoluto. Yo no era un juego sexual para nadie, de tan sólo pensar que podría ser uno la piel se me ponía de gallina. 

Era suficiente. Me dije que protegería mi corazón pero yo no estaba haciendo ningún intento por salvarlo, por protegerlo. Lo estaba exponiendo al dolor, estaba exhibiéndose en bandeja de plata. Cosa que cualquier persona podría tomarlo y dejarlo caer, haciendo que se cayera como una fina copa de vidrio. 

Me dormí en ropa interior bajo las sabanas, y soñé, soñaba que en medio de la noche Justin me acariciaba los senos, me susurraba cosas tan bonitas y poéticas. Cerraba mis ojos respirando su aroma y él me besaba, con pasión y suavidad que hacia que mi propio cuerpo se estremeciera. Pero cuando desperté sudada y gimiendo, nadie estaba en mi habitación. Solo eran esas fantasías inasequibles. 

Y no pude conciliar el sueño hasta que tuve que levantarme para ir al instituto. Sonreí instantáneamente al darme cuenta de que hoy iríamos al orfanato. 

Me metí a la ducha tibia y me quedé aproximadamente treinta minutos dejando que el agua se deslizara por mi cuerpo, por mi cabello y que me abrigase. Al salir, mamá estaba sentada en el borde de mi cama sonriéndome, traía su uniforme puesto y una coleta alta. 

—¿Estás emocionada? ¿Te agrada tener un hermanito, aunque no sea de tu sangre? 

—Por supuesto que sí. —fue lo que contesté con una sonrisa inmutable—. Después de todo, será un Gilbert y todos lo trataremos como si fuese nuestra propia sangre mamá. 

Por la madrugada, cuando llegué al instituto, visualicé la dorada e inconfundible cabellera de Justin sobre su casillero, traía una camiseta de algodón corta que podía ver sus músculos de ilusión, imaginarme su piel caliente y bronceada bajo mis manos. En cuanto me miró, me puse del vivo color escarlata. Pero le hice un desprecio tan hostil que hasta yo misma me sorprendí. La verdad es que no sentía ganas de arrastrarme como probablemente ayer lo hubiese hecho. ‘‘Mi corazón está primero’’ Reflexioné cordialmente. Decidí por ignorar a todo el mundo poniéndome los auriculares para caminar por los pasillos sin importarme absolutamente nada. 

«De pronto llega el día en que ni siquiera quiero sonreír.» Y ese día era hoy.

Dark Sides - Adaptada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora