22.

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Punto de vista de Wendy.

—¡Wendy! ¿Estás lista?

—¡Si!—Le respondí y salí de mi habitación.

—Valla... estás preciosa.—Dijo Harry cuándo me vió y le sonreí.

Nuestra cita estaba a punto de comenzar y no tenía ni idea de nada, ni de a donde íbamos, ni de cuándo volveríamos... de nada.
Pero al menos me gustan las sorpresas.

Harry y yo entramos en su coche y antes de arrancar me habló.

—Gírate un segundo.—Murmuró y le hice caso algo confusa.

Le di la espalda y segundos después todo se volvió negro.

—Em, ¿Harry?—Le llamé.

—Es para que no veas a dónde vamos.—Dijo haciendo algo parecido a un nudo en la parte trasera de mi cabeza.

—¿De verdad es necesario?

—Ajá.

Escuché que rugía el motor y que el vehículo empezaba a moverse.

—Oye.

—¿Si?

—¿Vamos a pasar mucho rato aquí? porque si es así voy a dormirme.

—Solo unos... veinte minutos.

—Suficientes para dormir una buena siesta.

—Oye, al menos habla conmigo, yo no quiero aburrirme.

—No gracias.

—Vale, duérmete.—En pocos segundos música empezó a sonar por todo el coche.

Harry se puso a cantar, realmente tenía talento y se lo había dicho, pero es un cabezota. Durante todo el viaje me hice la dormida para poder escuchar su voz sin que se diera cuenta.

(...)

—Wen.—Dijo Harry y me sacudió levemente.

—Estoy despierta.—Aclaré.

—Genial, porque hemos llegado.

—¿Entonces puedo quitarme la venda?

—Aún no, espera.—Oí que salió del coche y abrió mi puerta.

Me agarró de la mano para ayudarme a salir y comenzamos a caminar.

—Vale, ya puedes.—Dijo cuándo paramos.

Me llevé las manos a la frente y deslicé la tela hacia arriba para librar a mis ojos de la oscuridad.

—Wow.—Exclamé cuándo vi el reflejo de la luna sobre una superficie cristalina.—¿Eso es un lago?—Dije y me giré para verle.

—Si.—Me respondió con una sonrisa.

—Es precioso Harry.

—Aún queda la mejor parte, mira arriba.

Alcé la cabeza y no vi el cielo, si no un montón de estrellas brillando.

—Vaya.—Dije totalmente marivillada.

—Ven.—Dijo él sin soltar mi mano y me guió hasta la orilla del lago.

Nos sentamos uno al lado del otro, observando cómo la luz de la luna y las estrellas ondeaba en el agua.

—Esto es perfecto.—Le dije.

—Quería que fuese perfecto.—Susurró acariciando el dorso de mi mano con su pulgar.— Te lo mereces todo.

Maniac |H.S|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora