Capítulo 24

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 Drew tomó su celular algo irritado. 

—No, estaba pensando en que podía revisar eso el lunes en la oficina —frunció el ceño — ¿Por qué diablos no lo mencionaste? Si, despídela, realmente necesito personas eficientes a mi lado —tomó una curva rápida y apretó su agarre en el guía haciendo que sus nudillos cambiaran de color —Si, envíamelo, yo lo terminaré de hacer. No, Es que... no la defiendas, si no te vas tú también. Si, muy bien, me acabas de arruinar los planes que tenía, No, otra oportunidad no, Adiós.

Drew observó a Amelia.

 —Cambio de planes. Pasaremos el fin de semana en otro lado.

— ¿En dónde?

—En un apartamento que tengo, tenía que entregar unos pedidos y revisar algunas cosas, y la fecha límite es el lunes, no puedo atrasarlo, y pensé que ya estaba hecho—se quedó en silencio ¿por qué tenía que darle explicaciones a ella de su vida? Suspiró con irritación, mientras cambiaba de dirección.
Amelia se sorprendió al ver el lujoso apartamento, al cual se dirigían, una vez en el ascensor se sentía la tensión entre ellos, él estaba justo detrás de ella, sentía sus ojos en su espalda, agradeció infinitamente cuando salieron de ahí y entraron al apartamento, Era pequeño, tenía dos habitaciones... 

—El baño esta allá —dijo Drew señalando el fondo— La cocina detrás de ti, creo que en la nevera hay algo para hacer, sino, pedimos algo. —Dijo mientras salía de la casa y bajaba por el ascensor.

Amelia puso la pequeña mochila que llevaba en el mueble, entró a la cocina y abrió la nevera, al parecer la casa se usaba con frecuencia porque había todo lo necesario para hacer cualquier tipo de comida, preparó un pastelón de papas. En los últimos días le había tomado aprecio a cocinar, en su casa siempre había tenido limitaciones, y las veces que podía cocinar platos diferentes, era en navidad, solo en navidad. Suspiró no se dejaría envolver en la tristeza nuevamente, pero era inevitable, tal vez nunca más tendría una navidad con su papa, con sus amigos.
— ¿Todo bien? —Preguntó Drew parado en el umbral de la puerta.
Ella asintió sin voltear a verlo, lo que menos quería era que se enterara que estaba triste o algo, a él no le importaba, y ella no quería complicarse las cosas, escuchó sus pasos alejándose, tardó al menos una hora en hacer todo para comer, no sabía si comerían en la mesa que se veía al lado izquierdo de la sala o en la mesa pequeña que había en la cocina, afortunadamente él apareció nuevamente, y le indicó que comerían en la cocina.
Cuando Amelia sirvió la mesa en vez de sentarse a su lado, se sentó dejando una silla de por medio, Drew la miró extrañado. 

—No pensarás comer ahí ¿Verdad?

—Si prefieres me puedo ir a otro lado.

—No me refería a eso, y lo sabes, Ven aquí—le dijo mientras le señalaba la silla que estaba a su lado.
—Me siento bien aquí.

Él suspiró irritado, se movió de asiento, quedando junto a ella. 

—Eres imposible.

Amelia tragó forzado, su mera presencia la ponía nerviosa, demasiada nerviosa, y la hacía cometer estupideces, como la que había hecho en ese mismo momento, tumbar la sal. 

—Lo siento—dijo excusándose.

— ¿Te pasa algo? —Le preguntó mientras posaba su mano en su muslo.
Ella negó mientras trataba de apartar la pierna, pero él la apretó

—Odio cuando haces eso.

—No me gusta que me toquen— dijo sin pensar.

— ¿En serio? —Preguntó él con cara de burla mientras se aproximaba a su cuello, y lo rozaba con su nariz, ella cerró los ojos al sentir sus caricias, sus manos empezaron a temblar, él la intimidaba, y al mismo tiempo la hacía sentir segura, era lo más extraño y excitante que había experimentado en su maldita vida. 




It hurts |Drew Dirksen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora