Capítulo 30

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  Drew al principio se tornó extraño pero luego ahuecó su rostro en ambas manos y la besó fuerte, ella enredó su mano en su pelo mientras se pegaba a su cuerpo, él introdujo su mano por debajo de la blusa buscando sus senos pero en ese momento la puerta se abrió. Ambos giraron sorprendidos.
—Yo... Yo... lo siento... Yo.... No sabía... Mejor.... —Dijo Luciana confundida y sorprendida al mismo tiempo.
Amelia volvió a la realidad ¿Qué mierda había hecho? ¿Se había vuelto loca? Se alejó de él mientras se arreglaba la blusa... 

—él ya se iba—dijo sin mirarlo.

—No... si quieres puedo volver, ya sabes... ¿Luego? —Dijo Luciana con el rostro colorado.
Drew se mordió el labio y se apoyó en sus codos, mientras observaba a Amelia.
¡Joder! Ella avergonzada y el con su actitud de chulo...

— ¿Te podrías ir? —Le preguntó con la cara roja de vergüenza.

Él sonrió

 —Solo si me das otro beso—le dijo sonriendo.

Ella observó a Luciana la cual estaba como congelada sin saber que hacer ¡Pobre chica!
Amelia rodó los ojos... 

—Estoy hablando en serio— le dijo tratando de sonar fuerte pero sonaba por el contrario asustada.

Silencio.
Tensión.
Silencio.
Al final Amelia suspiró, se acercó a sus labios y lo besó... 

—Ahora sí me voy—dijo él mientras se paraba de la cama, al mirar a Luciana sonrió... —Tienes algo rojo en la cara ¿Es normal? —Le preguntó burlándose.

— ¡Drew vete! —Gritó nirvana.
Una vez que había cerrado la puerta Luciana botó el aire de golpe... 

— ¡Ay joder! ¿Fue real lo que vi?

Amelia sonrió.

 —No grites—murmuró—No es lo que piensas, no es que tengamos una relación es que....

—Él te gusta—respondió Luciana. —Bien, mejor no hablemos de eso.
Amelia asintió, lo que menos quería era contarle a Luciana su extraña relación de maltrato-amor enfermizo que tenía con él... — ¿Qué me querías decir? —Le preguntó para aliviar la tensión.
—No sé, lo he olvidado— respondió sonriendo.
Ambas soltaron una carcajada ¡Qué noche!
Cuando Drew subió a su habitación se tiró en la cama boca abajo y apagó la luz de la lámpara de la mesita de noche, sintió la mano de Sonia en su espalda...

— ¿Qué pasa? —Preguntó sin girarse, lo que menos quería era una discusión.

— ¿Te puedo hacer una pregunta? —Dijo tímidamente.
Silencio.
— ¿Puedo?
—Solo hazla—respondió Drew.
— ¿Por qué no tenemos un niño?


It hurts |Drew Dirksen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora