Capítulo 29

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  Al otro día Amelia se pasó escuchando los reproches que le hacía Hada a las demás chicas, al parecer habían roto algo, se había salvado de eso, porque le había tocado el jardín, se había pasado el día cortando unas hojas en una forma extraña, ¡Que familia más loca! Cuando la tarde había caído, cuando terminaba con sus actividades escuchó a un perro ladrar detrás de ella, al voltearse vio a un rottweiler cerca de ella, y venía corriendo, y detrás de él iban Austin y Nate, por instinto empezó a correr como loca en dirección opuesta a la casa, el animal iba esta vez con determinación hacia ella.
— ¡No corras más!— Gritó Nate, pero ella no escuchaba ¿Cómo diablos se quedaría parada? Volvió la mirada y continuó corriendo, entonces chocó con la puerta metálica y cayó al suelo, sentía su frente arder, lo último que escuchó fue el ladrido del perro y los gritos de los demás, luego sus ojos se cerraron, el dolor era tan fuerte que no podía mantenerse despierta, después todo se fue silenciando.
Cuando despertó se encontró en su habitación acostada, ¿Dónde estaba? Su cabeza latía horrores, la tocó y sintió que algo tenía en ella, al parecer un vendaje, ¿La había mordido el animal? Miró todo su cuerpo pero no encontró ninguna mordida o algún golpe.
— ¡Por fin despiertas! —Exclamó Luciana.
— ¿Qué pasó?
— ¡Pasó de todo! Ese perro casi te mataba pero entonces cuando caíste, solo te empezó a ladrar, la algarabía fue tal, que se veía de lejos que el animal te comía la cabeza, pero no era así. Entonces todos salimos a ver, ¡Hasta Drew! Y él mismo te llevó al hospital, no sin antes decirles un par de cosas a sus hermanos. Estaba muy enojado.
El rostro de Amelia se encendió, él estaba preocupado por ella, no se lo esperaba, la verdad es que no. 

—Te dieron tres puntos en la cabeza, y tienes una semana de reposo según le médico, además si te duele la cabeza debes decirlo ¿Bien?

Amelia asintió

 —Estoy de vacaciones—dijo mientras sonreía.

Los demás días se la había pasado leyendo las revistas antiguas que Luciana le había prestado, algunas chicas iban a su habitación y le preguntaban por su estado, pero se le notaba la hipocresía a distancia, Nate le había caído bien, él se había disculpado al menos cinco veces y la visitaba casi diario, era un buen chico, todo lo contrario a sus otros hermanos.
Una noche mientras todos dormían se dispuso a leer una revista en la cama, sintió como la puerta se abría, al alzar la vista vio que era Drew, él estaba en pijamas, le sonrió y se sentó en la cama

— ¿Cómo estás? —Le preguntó.

—Bien—respondió mientras sentía que su pulso se aceleraba, él acarició su mejilla y luego tocó el vendaje en su cabeza — ¿Aun te duele? —Le preguntó tiernamente.
Amelia sentía que su tacto la quemaba, por una extraña razón tenía ganas de acurrucarse y que sus manos la tocaran, cerró los ojos y no pudo contestar, simplemente se había quedado muda, no miraba otra cosa que no fueran sus labios, y que la condenaran porque quería besarlo.
— ¿Amelia? —Preguntó él al verla en estado de shock... —¿Te sigue doliendo?
Ella no lo pensó, se acercó a él y lo besó... 


It hurts |Drew Dirksen|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora