Capítulo 3. Trágame tierra.

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- Entonces, ¿adónde vamos?.- Me dice con una sonrisa hermosa y contagiosa que temo se vuelva mi cosa favorita en el mundo.

- Vivo llegando a las afueras de la ciudad, a unas quince cuadras, suena lejos pero no lo es.- le digo con una sonrisa.

- Bueno no se diga más, vamos andando. - enciende el motor y comienza a manejar.

Se forma un silencio incómodo, no se que preguntarle para romper el hielo, puede ser donde se crió, pero es muy personal, si tiene novia, muy directo e inapropiado, aunque me muero por saber si tiene novia o esposa, ay Dios me muero si tiene esposa. Le preguntaré cuantos años tiene, si, es una pregunta normal, sencilla.

-¿Cuánt..- dijimos al unísono, me callo y comienzo a reír al igual que el.

- Primero usted Becca.- me dice. No entiendo su manía de llamarme usted, hace rato me hablo de tú y no me molestó. Pero bueno ya que.

- Lo que iba a preguntarle era cuántos años tiene.

- 26. - Me responde.

Yo no me contengo y le digo:

- ¿Cómo es que alguien tan joven tiene una empresa tan exitosa en tan poco tiempo?

- Bueno Becca, esa conversación la dejaremos para otro día. - Me guiña el ojo de manera coqueta y vuelve la vista a la carretera.

- Ahora es tu turno.

- Ok, ¿cuántos años tiene? - me pregunta.

- Eso ya lo sabes, ¿puedo pedirte un favor Joseph?.- no me mira pero noto una pequeña sonrisa en su rostro.

- Claro, dígame.

- ¿Puedes dejar de llamarme usted? Me hace sentir algo incómoda, puedes tutearme, ¿lo sabes?.- suelta una risa enseñando sus dientes blancos y me distraigo en su boca por un momento, está bien formada, carnosa, rosada, provoca perderse en ellos.

- Disculpeme... Digo, no había notado que le hablaba...digo, le aseguro que...—suelta una carcajada— al parecer es más difícil de lo que pensaba, es inevitable, pero lo intentaré Becca.- me dice entre risas. Me encanta este Joseph, es como si es otra persona fuera de la empresa.

-Gracias Joseph.- le digo riendo.

Joseph

La veo riendo y siento algo en mi pecho. Es demasiado hermosa y ni siquiera lo intenta, pero cuando ríe, cuando ríe es la obra maestra de Dios, te hace sentir lleno, feliz, ojalá pudiera hacerla reír siempre.

Desde el momento en que la vi por primera vez con su traje de falda y chaqueta color verde esmeralda, su cabello oscuro, lacio y a la vez ondulado, piel clara, parecida a la mía, ojos marrones, a la vista parece muy común, pero cuando la miras a los ojos, te das cuenta de lo diferente que es. Me causó mucha gracia su reacción cuando la llamé hermosa; me dijo "si eso ya lo sabía, no había necesidad de repetirlo" o algo así, demasiado tierna, al parecer le molestan los cumplidos. Pero luego la contraté, se notaba muy avergonzada en la entrevista, preferí no mencionarlo para que se tranquilizara pero parece que no funcionó porque al final cuando se iba me llamo entrometido. Bueno, no lo puedo negar, si me metí en dónde no me llamaron. Pero lo que más me volvió loco fue esta mañana, cuándo la escuche hablando sobre el proyecto Lakehall, ni siquiera a mi se me hubiera ocurrido algo así, me sorprendió, pero cuando me miró a los ojos y despues mis labios, ¡Dios! No lo pude evitar, baje mi mirada hasta sus labios rosados, apenas con labial, se veían jugosos, me imaginé mordiendo su labio inferior y juro que si ella no hubiera volteado no me hubiera podido contener.

Mr. Carter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora