Capítulo 29. Esto es una señal.

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- Serían $ 12.50.

Saco el dinero para pagarle al señor las flores que compré, además del chocolate que siempre le ha gustado a mi princesa.

- Gracias, que tenga un buen día.- le digo con una sonrisa al hombre.- Si el sólo supiera lo que estoy apunto de hacer.

Entro en el carro y comienzo a manejar, tengo todo planeado, he estado practicando por semanas, aunque no se como vaya a reaccionar cuando la vea. Sin darme cuenta ya estoy frente a su casa, con manos sudorosas, agarro las flores y meto el chocolate en mi bolsillo.

Tomo un respiro antes de tocar el timbre, el corazón me late a mil por hora. Cuando se abre la puerta no hay nadie frente a mi, pero cuando bajo la mirada veo a mi princesita sonriendome.

- ¡Tío Caleb!.- dice Emma, aunque claro sonó más como un "ío leb", saltando sobre mi, rodeando mis piernas con sus pequeñitos brazos.

Tiene 2 años y medio, es hermosa, parece blancanieves. Me agacho para poder cargarla y darle besos por toda la cara, siempre la hace reír eso. Luego pienso cómo pudo abrir la puerta, veo hacía adentro y me encuentro con Becca de frente, la mujer a la que quería ver.

- No habrás pensado que abrió la puerta sola ¿cierto?.- me dice en tono de burla.

- Pff, claro que no.- nunca admitiría un error como ese.

- Nunca admitirías nada.- me dice riendo.- pasa.

Entramos los tres a la casa. Han estado aquí por dos meses, pero ya se sienten muy cómodas. Becca no quiso quedarse en el apartamento, decidió comprar una nueva casa para ella y Emma. Según ella, ese apartamento sólo le traía malos recuerdos, y no la culpo.

Me paseo por la sala con mi princesita en los brazos mientras ella está muy cómoda con sus piernas alrededor de mi, y su cabecita apoyada en mis hombros. Es un ángel.

- Te traje algo.- le digo sacando la pequeña barra de chocolate.

- Caleb, ¿otro chocolate? No se ha terminado el último que le diste.- me dice Becca con una mano en la cintura.

- Soy culpable de consentir a mi sobrina.- le digo a Becca.

Pongo a Emma en el suelo y sale corriendo. Me imagino que va a ir a buscar algún juguete.

- Toma, puedes guardarlo para después.- le digo extendiéndole la barra de chocolate.

- Gracias Caleb. Lo más probable es que termine comiendolo yo.- me dice riendo.- ¿y esas flores?

- Ah, son para ti.- le digo entregándole el ramo.

- ¿Para mi?.- me dice.

Parece sorprendida y confundida, pero acepta mis flores, las huele y la veo sonreír. Un peso cae de mis hombros. Primer paso, listo.

- ¿Te gustan?

- Si, son hermosas, gracias. Iré a ponerlas en agua.

Se dirige a la cocina y la sigo, con manos sudorosas. Veo cómo las coloca con cuidado en un jarrón y lo llena con agua. No se si es la luz que entra por la ventana de la cocina, pero hoy se ve más hermosa que nunca, me encanta cuando está así, sin maquillaje, a mi parecer se ve más hermosa. Ha pasado mucho desde que nació Emma, pero de unos meses para acá, no he podido evitarlo, y créanme que lo he intentado, me enamoré de ella, o eso creo. Sé que está mal, sé que es la ex de mi hermano, pero tú no eliges de quien te enamoras, ¿cómo no enamorarme de esta mujer?, ella es bondadosa, graciosa, hermosa, humilde, buena madre, trabajadora, podría pasar todo el día diciendo todo lo que me gusta de ella, lo que no me gusta: nada. No hay nada que no me guste de ella, es perfecta.

Mr. Carter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora