Capítulo 23. Caminos separados.

25.4K 1.7K 51
                                    

Llego a casa cuando ya es de noche. Gracias a Dios tenía algo de efectivo en mi cartera. No tengo idea de lo que voy a hacer. Ni siquiera puedo recordar si mis tarjetas todavía tienen dinero, o siquiera recordar las claves. Debí pensar esto mejor.

Llego a mi departamento, abro la puerta y entro. Todo está igual a cómo lo recuerdo, excepto que está todo sucio, lleno de polvo. Dejo las maletas en la habitación y me dirijo a la cocina. Abro la nevera y no hay nada, absolutamente nada. Ni siquiera hay agua. Y no tengo nada de dinero. ¿Qué voy a hacer? Definitivamente no voy a volver a casa de Joseph, me fui hace 10 minutos. Escucho el sonido de mi teléfono repicando. Es Caleb.

- Hola.- respondo desganada.

- Hola, ¿cuán malo fue el regaño?

- No quiero hablar de eso.- de repente se me ocurre hacer algo muy vergonzoso. Pero en vista de mi situación, voy a tener que hacerlo.- en realidad, Caleb, necesito que me hagas un favor.

- Por supuesto. Dime.

- ¿Puedes venir a mi departamento?

- ¿Por qué? Espera, ¿tu estás ahí?

- Si.

- ¿Por qué? No deberías estar sola Becca. ¿Qué pasó cuando me fui?.- suena preocupado. Tomo un respiro profundo antes de responder.

- Te contaré después. ¿Puedes, por favor, venir al departamento?

- Si. Ya voy para allá.- cuelga.

Espero por Caleb sentada en el mueble que ya me está comenzando a dar alergia por todo ese polvo. Eso, mezclado con las saladas lágrimas. Sentada allí, pienso en todo lo que ha pasado los últimos dos meses, como ha cambiado mi vida. El timbre suena.

- Caleb.- le digo antes de lanzarme en sus brazos a llorar.

- Está bien, está bien.- me dice mientras acaricia mi espalda de arriba hacia abajo, lo que me hace recordar a Joseph porque hace exactamente lo mismo. Supongo que su madre se los enseñó.

- Lamento haberte hecho venir tan repentinamente.- me separo de él y limpio mis mejillas un poco.- pasa.

Nos sentamos en el sofá de la sala, los dos en silencio. Al parecer ninguno de los dos sabe que decir.

- Siento por todo el desastre. No he estado aquí en mucho tiempo.

- No te preocupes.

Silencio otra vez. Estoy comenzando a arrepentirme de haberle dicho a Caleb que viniera. ¿Qué se supone que le diga? 'hey, Caleb, ¿me prestas dinero?'.

- Becca, lo siento. No se que fue lo que pasó. Pero lo siento.

- No fue tu culpa, Caleb.

- Claro que si. Si no hubiera empezado con lo de la estúpida guerra de comida, todavía estuvieras allá.

- Caleb, primero: yo empecé la guerra de comida.

- Pero yo seguí el juego ¿cierto? Debí haberme detenido.- me dice interrumpiéndome.

- Segundo: no es tu culpa que yo esté aquí. Fue mi decisión.

Nos quedamos en silencio una vez mas.

- Dijiste que necesitabas que te hiciera un favor. ¿Qué puedo hacer por ti?

Oh Dios. ¿Qué le digo? No puedo pedirle dinero, que vergüenza. Pero necesito ayuda, no puedo estar sin comer. Necesito hacer esto por el bien de mi bebé. Además, ¿a quién más voy a pedírselo?, no es como si nunca se lo voy a pagar. Es un préstamo.

Mr. Carter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora