Capítulo 19. ¿Quién eres?

28.6K 1.8K 84
                                    

Las náuseas me despiertan repentinamente, me levanto rápidamente de la cama con las manos en mi boca apenas viendo por donde camino, abro la puerta del baño y enseguida me arrodillo frente al inodoro. No quiero comer tocineta nunca más. Siento unas manos en mi cabello, y luego otra en mi espalda, acariciando de arriba hacia abajo. Cuando ya he botado todo lo que puedo, me levanto. Lavo mi cara y mi boca.

- ¿Te sientes mejor?.- me dice Joseph.

Se quedó toda la noche conmigo, aún trae puesta la misma ropa, sólo que ahora está arrugada, su cabello está todo despeinado y sus ojos algo hinchados, se ve demasiado bien comparado conmigo, un desastre pálido.

- Si. Aunque, no quiero volver a comer tocineta nunca jamás en la vida.- escucho su risa.

- El doctor dijo que podías tener este tipo de síntomas también.

- ¿Lo dijo? No recuerdo que haya mencionado náuseas y vómitos.

- Si, me lo dijo a mi mientras te cambiabas.

- Oh... Está bien, ¿hay alguna manera de evitarlo?

- No lo creo hermosa. Se calmará con el tiempo.- me toma en sus brazos y me da un beso en la frente.

Joseph me dejó sola para que me bañara. Me dijo que iba a hacer el desayuno. Le pedí que alejara la tocineta lo más que pudiera de mi. Al terminar de bañarme, me vestí en unos shorts con una camisa holgada y fresca. Sequé mi cabello, me coloqué unas zapatillas y salí  de la habitación.

Joseph me había cocinado pancakes con frutas, fresas, banana, moras, y por supuesto sirope. Me tendió una taza de café, con crema, vainilla y canela, exactamente como me gusta. ¿Cómo lo sabe? No tengo idea, obviamente.

- Gracias amor.- le digo enternecida. Me acerco a él y le doy un beso como agradecimiento. Me doy cuenta que tiene un traje puesto.

- Supongo que irás a trabajar hoy.

- Si, volveré antes del almuerzo. No quiero que cocines nada, ni hagas la limpieza, ni hagas ejercicios. El doctor te mandó reposo.

- ¿Qué te hace pensar que haré alguna de esas cosas?

- Porque siempre las haces.- me dice riendo.

- ¡Agh! No es justo. ¿Qué se supone que voy a hacer todo el día? ¿No puedo ir contigo?

- No. Puede ser muy abrumador. Mejor quédate y espera que regrese.

- Que mandón.

- Bueno, soy tu jefe ¿no? Tienes que hacer lo que yo diga.

Le saco el dedo del medio y la lengua, en broma. El me mira y suelta una carcajada mientras comienza a comer su plato de pancakes.

Joseph se va, pero no antes de repetirme por sexta vez que no cocine, que no limpie, que no haga ejercicios, no levante nada pesado y que lo llame enseguida si comienzo a sentirme mal. Es un exagerado, sólo estará tres horas afuera. Creo que me las podré arreglar por tres horas.

Retomo la lectura en donde la dejé. A la hora de estar leyendo comienza un leve dolor de cabeza, así que decido no abusar y cierro el libro. Me quedo por unos minutos con los ojos cerrados esperando que pase el dolor. Cuando ya ha pasado, abro los ojos y veo a todos lados, no tengo idea que hacer. Recuerdo la puerta que estaba cerrada, me acerco a ella y trato de abrirla, igual, sigue cerrada. Olvidé preguntarle ayer a Joseph por qué. Sigo caminando por el pasillo y al final está la puerta del fondo entreabierta, es el cuarto de Joseph, siento curiosidad por verlo, me acerco cada vez más, no muy segura de entrar a su cuarto sin permiso, pero que más da, no creo que sea la primera vez, además, no tiene por qué enterarse.

Mr. Carter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora