-Un silbato-

8 1 0
                                    

"Hemos caminado tanto a través de estos parajes perdidos, que ya no sé ni qué es un espejismo. Solo sé que nuestro corazón está unido con él de millones de personas que nunca hemos visto, y aún así vivo por ellos. Los espejismos me abruman y me nublan la vista. Espero que lo que sea que esté esperándome al otro lado de la espesura solo sea el sueño que hemos compartido por años."
LR, The Prayer

-Pequeña.- dijo Manuel al ver a Lumina entrar en la cocina.- Creí que ya te habías ido a dormir.

-Nop.- dijo ella mientras Fabel le revolvía el cabello.- Sigo aquí por si me necesitan. Y ya escuche los gritos y argumentos. Solo les digo que es mejor no buscarle, por qué vamos a salir chamuscados.

Lumina arrastro la silla de la mesa y se sentó a seguir escuchando los debates.

Al final quedaron en lo mismo. Dejar en paz a Juliana. Por el momento.

-¿Qué quieren de cenar?.- preguntó Lumina, dando por terminada la conversación.

-Sopa.- dijo emocionado Micael.

-Vale.

Sadie, Caridad y Lumina se quedaron cocinando, pero antes de que los chico se fueran a levante el desbarajuste de la sala, Lumina jalo a Manuel de la manga. El se paro.

-Por favor inclúyanlo. Lo necesita.- dijo ella simplemente mientras picaba la verdura.

El asintió y luego siguió caminando tras de Gael.

Las tres tuvieron la cena lista en menos de una hora. Una gran olla de sopa fue transportada a la mesa por Gael y Héctor.

Manuel entró en la estancia aventando a Videl.

-Vamos, hombre, que te quedes con nosotros hoy. Tu madre ya te dio permiso, así que no me jodas.- dijo el mientras sacaba unos bancos extras de debajo de la alacena.

Lumina le sonrió mientras ponía una gran cesta de pan en la mesa.

Caridad le dio un apretón a Lumina en el hombro.

La luz en la estancia no era mucha a excepción de la lamparilla que estaba encima de la mesa. El piso de color blanco reluciente y los finos electrodomésticos se veían impactantes ante la luz.

Lumina se sentó y se empezaron a servir la sopa.

-Mafalda odiaba la sopa.- dijo de repente Manuel.

-Aha. Y murió arrollada por un camión de sopa. Fin.- dijo Lumina blandiendo una gran cuchara para servir.

-Spoiler alert.- dijo Fabel.

-Ándale.- dijo Micael.

Siguieron comiendo su sopa. Todos la disfrutaban a lo grande mientras cotilleaban de las vidas de los maestros, cuantos hijos o gatos tenían, sus fotos de perfil e incluso de sus hábitos de lectura.

Los maestros no estaban obligados a dormir en la escuela, pero había uno que otro demasiado viejo para salir de la escuela.

Los directivos tenían que quedarse a fuerzas, al igual que las veladoras que vigilaban las habitaciones y la enfermera.

Lumina acabo de cenar y le puso en el piso un plato a Botitas, que apareció por arte de magia en la estancia co su elegancia de siempre.

-Gato zarrapastroso.- dijo Manuel. Botitas se detuvo en su marcha e imito el movimiento de lanzar pasto sobre la mierda que hacían los perros junto a Manuel.

Todos se rieron al ver al gato hacer eso. Era un animal muy particular, y especialmente grosero si se veía de cierta manera, pero en la otra, era una criatura bastante tierna y dulce.

Comió del plato hasta acabar. Y entonces Lumina hizo un comentario.

-Come mejor que yo.

Se veía cansada. Así que los demás limpiaron el desastre de la sopa, dejando recalentado para la comida del otro día.

Lumina se subió hasta su habitación. Se despidió de sus amigos hasta el otro día, y Manuel la acompaño para platicar con ella.

Primero hicieron chistes tintos de la concreción de cómics a la que irían en unos meses. Luego se superaron a enfrascar en sus problemas más personales.

-Bueno. Ya lo sabes.- dijo ella.

-Mujer, que no adivino.- dijo él mientras él seguía rebuscando en internet imágenes de Halo en la computadora. Estaba sentado en el escritorio y Lumina en la cama.

Se había cambiado la ropa por una pijama de gratos y unicornios. Su cabello estaba recogido como siempre en una trenza.

-Bueno, que el tipo me mueve el tapete.- dijo por fin ella.

-Y el tipo te tira los perros cabron.- dijo el, mientras la volteaba a ver con sus ojos verdes inescrutables.

-Vale, que si. Me gusta y ya.

-Decídete. Hace unos días me dijiste que no. Ahora que si.

Apago la computadora, se echó atrás en el asiento, se quitó los zapatos y luego subió los pies a la cama.

-¿Crees que se aman?.- preguntó de repente Manuel, cambiando de tema.

Lumina meditó sus palabras.

-Yo creo que si. Pero en parte estoy vi la duda. Luego hablaré con ellas.

-¿Me vas a contar?.- preguntó el con cara de perrito.

-¿Cuándo no te cuento?.- dijo ella riendo.

Escucharon pasós en el pasillo y vieron a Micael cargando a Botitas en sus brazos, con la guitarra al hombro. Cuando los vio, los saludo.

Fabel se había ido a la cama antes, y los demás también se habían metido en los cuartos. Gael y Videl compartirían el sillón el planta baja.

Ambos se quedaron en silencio. Un silencio cómodo de complicidad. Ambos eran amigos al punto que sus silencios eran cómodos y muy agradables, como si ambos se conocieran de mucho tiempo.

Manuel suspiro.

-Es hora de dormir. Mañana hablamos más.

Lumina asintió y abrió la cama, donde se acostó entre las sábanas blancas e impolutas.

-¿Te vas a quedar?.- preguntó ella.

-Siempre lo hago hasta que te duermes.

Ella asintió y se acomodó.

De repente unos pasos ligeros sonaron por el pasillo. Botitas volaba por el, apresurándose a llegar a la habitación, donde salto a Manuel y luego se acomodó a los pies de la cama.

-Gato loco.- dijo Manuel.

-Ni que lo digas.

Lumina se quedo dormida y Manuel salió de la habitación apagando la luz a su paso.

La casa estaba a oscuras y salió al patio, haciendo el menos ruido posible.

Era una buche espléndida. Tomó el silbato que tenía colgado de la cadena de su cuarzo. Kurumica era muy especial pare el. Sonrió y se llevó el silbato a los labios.

El Rompecabezas de la Magia©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora