-Sonrisas,recuerdos ,encuentros y amor-

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"The problem with the world is that the intelligent people are full of doubts while the stupid ones are full of confidence"

-Charles Bukowski

Según lo que sabia Manuel esa era la magia. Ver enfrente de el a las dos criaturas mas extrañas de este mundo y a la vez ver en ellas la creciente amistad que tanta falta les hiciera a las dos.

La magia obraba de maneras extrañas y misteriosas en ese momento.

No sabia exactamente que hacer con ellas, por que aparte de todo acababan de tener un enfrentamiento posiblemente contra el mal encarnado en una vulgar mujer, y tenían que arreglárselas con los dos tipos inconscientes y hacer parecer que nada de eso había pasado, pero aun así el se sentía maravillado.

Probablemente tendrían que inventarse algo muy extraño y complejo para hacer ver la situación como normal. Pero no le importaba, lo que importaba eran los hechos mágicos que se habían sucedido en sus narices, mientras los hombres peleaban, un simple acto de amor, y un arrebato hizo que las dos se unieran en un "clic" astral.

-Veo que se encuentran de maravilla señoritas, pero debemos arreglar este asunto de Juliana.-dijo Manuel señalando a los dos cuerpos inertes enfrente de ellos.

Caridad estaba en perfectas condiciones, así que se levanto, liberandose de todos sus ataduras, y al darse cuenta de que estaba libre, soltó un suspiro.

Su largo cabello castaño le caía por la espalda en ondas suaves, su piel era blanca como la nata, sus ojos oscuros, y una cara duendesca y bella.

-Ven.

Caridad le extendió la mano a Lumina, ayudándola a levantarse, para luego abrazarla en señal de agradecimiento.

Lumina rio.

Al igual que Manuel, Fabel y Micael observaban con ojos brillantes y alegres la dulce escena.

-Vale, no me gusta interrumpir, pero hay que hacer algo con estos batos antes de que se despierten.

Manuel puso una sonrisa de suficiencia en su cara.

-Tengo una idea.


Después de que les explico el plan, Lumina y Caridad se dirigieron a la recepción del motel.

Al parecer ambas congeniaban a la perfección.

Su tarea consistía en entretener a las dependientas con alguna farsa mientras los demás sacaban a rastras a los idiotas que los habían atacado a través de la escalera de incendios que daba por detrás del edificio hasta un callejón que se formaba entre el motel y la tienda.

Al parecer los captores de Caridad habían entrado a través de ahi y habían aparcado un viejo chevy rojo en el callejón.

La idea era que los metieran en la parte de atrás de su vehículo rojo, Micael y Fabel conducirían, mientras Manuel los seguiría en su Mustang. Los dejarían en la carretera, y luego regresarían con Manuel.

Caridad se acerco a Lumina, le paso un brazo por los hombros y bajaron las escaleras.

La recepción era un lugar rústico, de madera cafe claro y cálido que te recibía de buen gusto siempre después de un largo día.

Olía como a comida casera, un delicioso aroma cuando tenias hambre, y que te reconfortaba con caldos y pan recién hecho.

Lumina y Caridad se acercaron a la ventanilla de la recepción, donde una mujer de tal vez unos cincuenta, afable y regordeta hacia papeleo.

-Disculpe...

-Oh.-dijo la mujer. En una placa que llevaba prendida de su floreada camisa, decía May.- Hola hermosas, ¿Algo en lo que las pueda ayudar?.

Lumina asintió.

-Nos preguntábamos si usted nos podría dar un poco de agua hirviendo para nuestra cena.- Se le veía convencida.- Es que no hay servicio de comida en el motel hasta las seis de la mañana, y no queríamos molestar...

Caridad se quedo con cara de estar confundida, pero se quedo callada.

-Claro, supongo que han de estar hambrientos.- la mujer se levanto.- Estos jóvenes...

Lumina le sonrío con satisfacción a Caridad.

Entonces se escucharon los pasos en la escalera de metal. Como si alguien estuviera arrastrando algo muy pesado en los escalones.

La mujer que ya se había levantado y se dirigía a la cocina se veía claramente confundida.

-Esos perros callejeros...-exclamo en el momento que mas ruido se esparcía por la estancia.

May descarto el problema con un gesto de mano.

-Vengan, acompañenme a la cocina.

Caridad siguió a las dos mujeres, cuando Lumina se zafo de su abrazo.

Pasaron por unas amplias puertas de madera que quedan por el salon de recibimiento.

Ahi al parecer no había mucho movimiento, estaba a oscuras hasta que May prendió la luz de nuevo y dejo ver una cocina vieja y muy mal equipada, a diferencia con las cocinas de cien años después de esa.

May agarro la jarra de la cafetera, y se la entrego a Lumina en las manos.

-Gracias.-dijo esta un poco confundida.

-Esta bien querida, es que no se prender la estufa, pero esta agua esta bien caliente, es mas o menos un litro y medio.

-Oh.-respondió Caridad.- no se preocupe.

La afable señora se les quedo viendo muy feliz.

-Perdón que me entrometa, pero así nunca recibimos a gente joven en este lugar,¿Que hacen en este pueblo tan feo?

-Ah, pues somos de la Internado Tybalt Andersen Edwardson, venimos a una practica de campo cerca de aquí, pero necesitábamos quedarnos el fin de semana.

Caridad se sorprendió ante la naturalidad del tono de voz de Lumina, si ella no supiese lo que estaban haciendo ahi después de que Manuel le diera una sinopsis, le habría creído rotundamente a Lumina.

-Oh, que bien que los jóvenes estudien ciencia, era uno de los pasatiempos favoritos de mi hijo Javier, que ahora estudia en...

Así la señora May, las sentó en unos banquillos y las entretuvo con su parloteo un buen rato.

Caridad se sentía muy extraña al ver la situación, pero agradeció que la mujer les entretuviera un poco y las hiciera olvidar un poco la situación, y mas que pronto ella tendría que explicarles a sus amigos lo que había pasado y solucionar su vuelta a la escuela después de desaparecer.

El Rompecabezas de la Magia©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora