-La tormenta de Cuelebre-

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"Todo fue arrasado por la tormenta. Al final solo quedaron unos pocos recuerdos en las mentes de la gente. Pero en realidad,en la mente de Kira, quedo todo. Los recuerdos de una vida injusta y llena de trabas que la encerraron en un pequeño cuarto sin ventanas. Su mente. No había manera de salir ni de pedir ayuda, por qué las ventanas fueron tapiadas por los demás varios años atrás. Grito al principio. Se debatió. Pero al final, cuando nadie la escucho, y ningún caballero en un flamante corcel la salvo, solo le quedaron los recuerdos que lentamente se desvanecieron hasta dejarla como una cáscara."
LR, The Prayer

Manuel soplo en el silbato. Un sonido suave se escucho, como unas campanillas. Primero espero que Cuelebre apareciera de la nada y rápidamente, pero en realidad, tardo un rato en hacer aparición.

Se sentó en el porche a esperar, justo en el mismo lugar en el que Fabel se había sentado hacia unas horas. En la lejanía, después de una media hora, se divisó una figura.

El dragón volaba directo hacia el.

Se levanto y espero a que llegara al patio, donde sus grandes dimensiones apenas cabían en el lugar.

Manuel lo acaricio en el morro. Era una criatura muy bella, y él lo podía apreciar.

-¿Me llevarías a la playa?.- preguntó el al dragón, que de alguna manera pareció asentir ante la petición de Manuel. Se inclinó para dejarlo Montes en su lomo.

Manuel se subió con una habilidad sorprendente. Y al está entre sus alas, gano confianza. Le pasó la mano entre las escamas a señal de que remontara el vuelo.

Cuelebre respondió. Se elevó. Cada vez ganaba más altura y para una persona normal hubiese sido muy atemorizante, pero para Manuel, era natural. Como si todos su vida lo hubiese hecho. Se sentía libre. Con la adrenalina recorriéndole el cuerpo.

Cuelebre se dirigió al sur.

Manuel se relajó y disfruto del viaje, viendo a su paso el panorama. Se preguntó como los humanos no lo veían con un dragón de color rojo volando en el cielo y el ejército no le disparaba .

Escucho el golpeteo del agua contra una superficie alrededor de él, entonces cayó en cuenta de que estaba lloviendo a cántaros alrededor de ellos, pero por algún motivo ellos estaban rodeados por una capa protectora que evitaba que se mojasen.

Manuel se quedo pasmado. Había escuchado varios veces de las capas protectoras de invisibilidad, pero nunca había estado en una.

-¿Tú haces esto, amigo?.- preguntó Manuel.

El dragón rozó sus pensamientos con su mente. Al parecer lo que le transmitía era una imagen afirmativa.

-Mis respetos.

Al llegar a la Costa, el dragón se alejó lo suficiente de la parte pública y aterrizó en un lugar desolado de los humanos.

Manuel dejó que Cuelebre decidiera donde dejarlo.

Manuel la mayor parte de las veces necesitaba su tiempo a solas. Se bajó del lomo de Cuelebre, y vio que estaba frente a una caverna.

Había música reggae en cierta parte de la playa cerca de una fogata. Manuel decido acercarse a ver.

A medio camino se detuvo y se sentó en una piedra de grandes dimensiones a ver la luna sentado.

No sabía exactamente por qué había decidido salir esa noche. Sobre todo por que realmente se sentía cansado físicamente y moralmente. Los sucesos que se había desencadenado en las últimas semanas le habían hecho cuestionar cada uno de los aspectos de su vida actual.

Desde sus relaciones de amistad, hasta la triste realidad con sus emociones hacia otras personas. Últimamente tenía más amigos, y a la vez estaba un poco más lejos de lo que quería.

Tal vez lo que quisiera no fuera lo mejor, pero esa su sueño y quería cumplirlo a pesar de lo que la sociedad pensaba de el.

Cuelebre se acercó y se recostó cerca de él, enrollando su encuerdo alrededor de la piedra.

Manuel suspiro. Su vida dependía de una simple desiciones, y aún así no podía pensar claramente sin incluir sus sentimientos al igual que las de los demás.

La noche era fresca. Un cielo despejado y lleno de estrellas se extendía encima de su cabeza. Tan bello y tan inalcanzable para la mayoría de ellos, que solo soñaban con un futuro que brillara la cuarta parte de lo que hacia cualquier estrella que se alzara altiva en el cielo.

Manuel seguía viendo el cielo con ojos anhelante, cuando una estrella de color rojo llamo su atención. No brillaba tanto como las demás, y era más pequeña, pero su color la hacia resaltar sobre todas a pesar de que a primera vista pareciera que era como cualquier otra.

Sonrió. Cuelebre levantó la cabeza y fijo su mirada en la de Manuel, rozando sus pensamientos con una palabra. Draconis.

Al principio Manuel no entendió la palabra, pero después de analizar la situación cayó en cuenta de que ese era el nombre de la estrella. Draconis. Lo repitió en su mente sintiendo un escalofrío cada vez más fuerte, como si de repente lo llamaran a la distancia.

El oleaje se escuchaba claramente, reflejando como un espejo de tinieblas a el firmamento mientras se balanceaban al compás con el movimiento de las olas lamiendo la Costa.

-Deberíamos volver. Si no me encuentran va a haber un montón de problemas que no quiero enfrentar.- dijo Manuel acariciando el morro del dragón.

El dragón exhalo una bocanada de aire caliente sobre la piel de Manuel. Se sentía extraño y a la vez aliviane, ya que era cuan calor conocido para el. Ese pensamiento perturbó su mente, una prueba más de su naturaleza.

Se supone que he en realidad en los textos antiguos, los dragones estaban incluidos en todas partes, pero más tarde cualquier evidencia de la existencia de los dragones en los textos religiosos fueron borrados por sus respectivas autoridades.

Casualmente, los Ángeles aparecían casi todo el tiempo luchando junto a los dragones en perfecta armonía, generalmente lo hacían codo con codo, pero de vez en cuando peleaban unos contra otros.

Manuel se sintió extrañamente en armonía en ese momento. Entonces recordó lo que Juliana había mencionado acerca de él. Como lo había llamado. Draco Rufus. Se estremeció al recuerdo, como ese nombre lo llamaba desde el fondo de sus alma. Él quería ser Draco Rufus.

Cuelebre volvió a suspirar audible mente y Manuel se fijo en Draconis de nuevo. De repente sintió como si lo jalaran hacia arriba, sintió sus ala liberarse y dejar atrás su cuerpo humano para unirse con las estrellas.

El Rompecabezas de la Magia©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora