-Día uno: La busqueda-

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"Sé cuál es mi lugar. Siempre detrás de ustedes, escondida tras los árboles que me cobijan, y en lugares cerca de ustedes, todo por protegerlos. La verdad, es cruel, verlos y finalmente jamás ser parte de eso."
LR.

Caridad y Lumina compartían habitación. Manuel y Fabel. Micael y Gael.

Las habitaciones eran grises y tristes. Pequeñas, de piedra y muy frías hacían que Lumina se estremeciera.

Había una litera, un escritorio, un guardarropa y un foco entendió de la habitación, colgando y balanceándose.

La puerta tenía una pequeña ventanilla por la que el vigilante podía observarlas desde fuera de la habitación, pero no había nada que hacer para ver desde dentro. No las había encerrado, pero era como si lo hubiesen hecho.

A sus amigos les toco los cuartos conjuntos a el de ellas. Así que en teoría no estaba mal. Las paredes eran tan finas que podían escuchar a Fabel pelear con Manuel a la derecha y a la izquierda no se escuchaba nada de Gael y Micael.

No había ventana. Lumina estaba en la parte de abajo y Caridad se había quedado con la de arriba. Ambas veían al techo.

Caridad suspiro. Eran las seis de la mañana, y los idiotas estaban peleando. Se cuestionaba realmente si su amistad era tan fuerte.

Golpeó la pared.

-¡Ya cállense!

Lumina se estremeció. Sabía que pronto vendrían a arrearlos para realizar su viaje de búsqueda o como la escuela decía una práctica de campo educativa. Más bien castigo por su comportamiento.

Se levanto y se acercó a la única decoración de la habitación, una cruz. A diferencia de sus habitaciones en él ITAE, que tenían montones de imágenes religiosas, ese lugar austero hacía que fuera demasiado triste estar ahí.

En el pasillo se escuchó los gritos repentinos de la celadora que venía a sacarlos. Lumina y Caridad salieron para enfrentar lo que les aguardaba.

Se encontraron en las cocinas del lugar, que realmente no era gran cosa. De ahí tendrían que salir a los terrenos a hacer recolecciones de sedimentos. El lugar era muy frío, y de difícil acceso, por qué había mucha vegetación, ósea árboles. En general no hablaron más que para lo indispensable. Lumina se les alejaba de vez en cuando volvía con ellos o la jalaba Manuel del brazo.

-Vamos. Tenemos que terminar esto antes de que anochezca. Hay lobos.

Cada uno iba ensimismado en sus pensamientos, hasta que llegaron a la primera parada.

-Es aquí.- dijo Micael.

Gael boto la mochila en el piso. Estaban exhaustos. Y mientras hacían los arreglos para como trabajarían, Manuel se sintió muy frustrado.

Micael arreglaba los tubos de ensaye, Fabel y Gael buscaban el sitio.

Lumina y Caridad conversaban de unos papeles que indicaban el procedimiento.

Manuel se dispersó hasta que escucho a Micael gritarle.

-¡Muévete cabrón!.- le gritó.- ¡Todavía que estamos aquí por tu puta culpa, y no haces nada!

Manuel escucho cada palabra como un mazazo en su corazón. Luego se empezó s a enojar. No podía soportar que le dijeran esas cosas. Y una vez más la ira le recorrió el cuerpo y se le lanzó a Micael, que lo interceptó con un puñetazo.

Rodaron por el piso, uno al otro agarrados del cuello.

-¡Te dije que no lo hicieras!.- gritó Micael. Manuel le metió un puñetazo. Gael y Fabel trataron de separarlos, pero realmente estaban aferrados. Caridad también le entro a la tarea. Lumina no sabia que hacer, entonces se empezó a alejar un poquito, paso a paso.

El Rompecabezas de la Magia©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora