4. El deber llama.

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Luego de todo lo ocurrido y de que su mente diera vueltas con la situación una y otra vez, decidió volver a la habitación donde retenían a la mujer. El lugar permanecía en silencio y no había absolutamente nada de color allí salvo el mismo Vision, que permanecía sentado sobre unas de las sillas que alguien había colocado contra la pared. Dudó unos instantes en el umbral de la puerta, pero luego ingresó y se sentó al lado de Vision.

El silencio era bastante incómodo, pero Steve no sabía que palabras utilizar para empezar aquella charla. El rubio entendía a la perfección que él sabía algo que el resto no, o al menos comprendía la situación de forma distinta a la que todos ellos hacían, y no podía evitar la curiosidad picando en el como una abeja sobre su nuca. Quería saber más, lo necesitaba, pero le era difícil comenzar a adentrarse en todo ello.

—Ella no es como ustedes, ni como yo —habló él antes de que Steve pudiera decir algo, su voz era demasiado calma, tranquila. Probablemente sabía que él quería hablarle, por lo cual se había adelantado—. Ella es algo especial, único. Sus sueños son pacíficos.

—¿Qué significa eso? —preguntó él arrugando la frente. Visión finalmente lo observó, girando sólo un par de centímetros su rostro.

—Que sus sueños no son como los de cualquiera, con terror, con miedos, o con este mundo en absoluto —volvió su vista hacia ella, observando con detalle el perfil de su rostro—. Ella sueña con el Universo.

Steve la miró atónito desde su lugar, volviendo al silencio. Las palabras de Visión habían sido extrañas, pero creía lograr interpretarlas, en algún lugar demasiado oculto de su mente. Sus pensamientos volvieron a dar vueltas, como un torbellino sin fin que arrasaba con todo pensamiento que pudiera formar con claridad.

—Entonces... ¿Qué es ella? —se atrevió a preguntar después de varios segundos que parecieron minutos. Sus ojos brillaban esperando descubrir finalmente aquello.

—Creo que Tony tenía razón —admitió con calma, su voz elegante parecía bajar un par de tonos mientras continuaba—. Ella es la hija de las cenizas.

Visión sonrió levemente, una sonrisa extraña en un rostro aún más extraño. Permaneció a su lado unos instantes, incapaz de moverse en absoluto de su lugar mientras buscaba algo que no se encontraba a simple vista. Sumido en sus pensamientos, dejaba a Steve al borde de la deriva del desconocimiento completo, pero no había nada allí que pudiera ayudarlo a entender. Pronto, se levantó y salió de la habitación, dejando a Steve con muchas más dudas que con las que había llegado.

Se dirigió hacia su habitación, ya era tarde para seguir recorriendo los pasillos y seguramente la mayoría ya dormía. Abrió la puerta e ingresó en silencio, todo seguía tal como lo había dejado, los lápices y el cuaderno aún sobre la cama, como esperando a ser tomados y continuar con el dibujo que parecía inconcluso. Pero Steve no podía continuar aquello, no tenía las energías suficientes, ni la cabeza lo suficientemente controlada para lograrlo. No podía representar los ojos de la joven de ninguna forma y ello lo frustraba.

Sacó la hoja del cuaderno y la pegó sobre la pared, intentando recordar y entender qué era lo que faltaba. Pero no lo sabía, no podía estar seguro. Su mente iba de un lado a otro en cientos de ideas, en detalles que no concretaban en absoluto. Sentía que faltaban miles de cosas allí.

Sin poder llegar a ninguna conclusión, tiró la hoja a un costado y se recostó sobre su cama, sin levantar las sábanas, cansado después de un día como aquel. Miró el techo varios minutos, aquel color liso que se esparcía por los metros sin cambio alguno. El sueño lo venció pronto, llenando su mente con imágenes de aquella joven y sus ojos.

Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora