Epílogo.

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"Te emplearé como una señal de prevención, de que si uno habla con demasiado sentido, entonces perderá la cabeza.
Te emplearé como un punto de enfoque, para así no perder la vista de lo que quiero.
He ido más lejos de lo que pensé podría, pero te extraño más de lo que pensé lo haría.

Hallé el amor donde no se suponía debía estar,
justo delante de mí."


Había pasado tan solo tres semanas de todo lo ocurrido, y después de todo, Lea finalmente se había instalado en la central de los Vengadores, la enorme mansión proporcionada por Tony Stark.

Tenía un cuarto para ella, y se había encargado de conseguir cosas mundanas para llenarlo. Tenía varios libros que Steve Rogers le había regalado, para enseñarle a leer. Lea sabía distinguir varias palabras, pero jamás el Universo le había hecho comprender las letras unidas. También, sobre una pared, tenía pintado una parte del espacio. Él se había encargado de pintarlo para ella, para que no se sintiera fuera de casa, pero Steve no sabía que ella realmente se encontraba en casa.


La mayoría de los Vengadores había dejado la central varias horas antes, para una misión muy importante, en la cual ella no podía participar. Habían salido en el quinjet durante la mañana y habían tenido algunas horas de viaje. Steve había aclarado, que tenían una pista muy importante de un hombre que venían buscando hace seis meses, y que seguramente sería muy peligroso, así que debía quedarse.

Ella mantenía sus pies humanos contra la esquina de la cama, moviendo los pequeños dedos de arriba hacia abajo, mirando con atención la pintura amarilla sobre la azul, simulando estrellas.

Realmente no le importaba salir en misiones junto a ellos, porque sabía que ella no estaba preparada para otra Guerra en la Tierra, ni para un enfrentamiento. Todo había sido demostrado cuando la habían secuestrado por primera vez. Tampoco creía estar preparada para hacer nada de todo lo que ellos hacían, seguramente no podría andar de incógnito.

Miró sus manos y puños, con varios moretones a su alrededor que todavía no se habían ido. Una mueca se formó en sus labios en pocos sefundos. Nunca había imaginado que dolería tanto entrenar como un humano, pero su cuerpo no toleraba su propia fuerza, y eso era malo para ella. Sus poderes habían continuado después de regresar, pero Lea jamás había podido resistir las heridas, ella sólo tenía fuerzas para devolverlas aún más fuerte.


Se levantó de la cama y se colocó una campera sobre la remera, antes de salir a caminar por los pasillos grises. Se detuvo frente al gran ventanal, observando las copas de los árboles a lo lejos. Sonrió levemente, moviendo su mano, imaginando que podía tocar sus hojas amarillentas por la llegada del otoño.


—¿Linda vista?— preguntó alguien detrás de ella. Rhodey sonrió cuando ella giró para verlo.

Lea asintió rápidamente, también sonriendo, antes de volver su vista hacia los árboles.

—¿Es más lindo que el Universo?

Lea dudó. Realmente, el Universo había sido lo único que había conocido durante décadas, y ver todo aquello era muy diferente a estrellas y constelaciones.

Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora