6. Miedo a lo desconocido.

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Wanda Maximoff ingresó a la habitación con la cabeza baja, parecía querer ocultarse bajo los mechones largos de su cabello castaño, observando sus zapatos negros contra el suelo del lugar. Su corazón latía acelerado pero intentaba no prestarle atención. Después de todo, ella se había ofrecido para hacer aquello, y ahora no había marcha atrás. No importaba cuán asustada pudiera estar de ella, ahora debía seguir en pie con su plan.

Cerró la puerta detrás de ella casi sin verla, como si arriesgarse a posar sus ojos en ella fuera suficiente para convertirse en piedra. Sus manos temblaban sobre el picaporte así que lo soltó rápidamente y unió sus manos para ocultar su nerviosismo. Dentro de su mente se repetía a sí misma que aquello era lo que debía hacer, o al menos, intentar. Era probablemente la única de ellos que pudiera defenderse ante una amenaza aún desconocida.

Caminó aún sin ver hacia adelante, intentando guiarse por las líneas del suelo, que le indicaba, aproximadamente, por donde se encontraba dentro de la habitación. Claramente tenía miedo de lo que la joven sentada sobre la camilla pudiera hacer con ella, y más aún sin la venda que Steve había sacado minutos atrás. Nadia sabía sus capacidades, sus destrezas y conocimientos aún, lo que volvía aquello peligroso, pero debía intentarlo, debía hacerlo por el equipo.

Tomó la silla en silencio y se sentó intentando demostrar calma. Ésta se movió suavemente sobre el suelo ante su cuerpo provocando un sonido agudo y molesto que llenó la habitación por completo. Dudó unos segundos en levantar la vista, pero después de varios instantes en los que debatió consigo misma respecto a la decisión que había tomado, lo hizo.

Primero observó el borde de la camilla, intentando tomar la valentía suficiente para enfrentarla. Luego se centró en sus piernas estiradas cómodamente sobre el fino colchón, hasta que, tras una respiración profunda, levantó el rostro de forma directa hacia ella. La joven la miró a los ojos también, recostada aún en la misma posición en la que la había dejado Steve. Ella sonrió con tranquilidad, y por un instante, Wanda se sintió mejor. No tenía forma alguna de explicarlo, y estaba segura que no podía ponerlo en palabras por más que lo intentara, pero de alguna forma, aquella mujer le trasmitía calma, seguridad y, por sobre todo eso, entendimiento. Era distinta y lo sabía, era evidente incluso a la distancia. Sabía que probablemente no era la única que lo había notado, porque cosas como eran increíblemente notorias a simple vista.

—Wanda Maximoff —susurró la mujer con un tono dulce y calmo, que logró mantener los ojos curiosos de la castaña sobre ella—. Te vi dentro de mi mente.

Extrañamente, su sonrisa seguía intacta en su rostro incluso cuando hablaba de su propia intromisión. En cambio, Wanda permanecía aún en su impresión y asombro, casi imposibilitada a darle una respuesta. No sabía qué debía decir, o si debía si quiera soltar palabra alguna. Con indecisión mordió su labio inferior mientras ella esperaba paciente por alguna palabra de su parte.

—Yo... —suspiró para luego negar con la cabeza rápidamente, como si quisiera tirarse hacia atrás con una idea que tampoco había tenido en absoluto—, lo siento.

—Jamás dije que fuera algo por lo que tuvieras que sentirte mal  —comentó aún de forma animada—. No debes hacer tal cosa.

—Lo siento —repitió, sin saber qué otra cosa podía decir al respecto. Se sintió una estúpida de forma automática, pero intentó mantenerse con la misma expresión, sin apartar los ojos de la mujer. Con delicadeza, ella movió su cabeza de un lado a otro, sin poder entender porque Wanda seguía disculpándose.

La mujer dejó de sonreír poco a poco, mientras más reparaba en los detalles del rostro de la más joven. Parecía estar analizándola con sumo cuidado, de tal forma que tensaba a Wanda. Ella intentó hacer lo mismo a pesar de que a cada segundo se sentía más pequeña ante su presencia. Notó sus ojeras oscuras con atención, algunos pocos lunares y pecas que decoraban su rostro y así también, las heridas que estaban comenzando a curarse sobre us piel.

Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora