29. Soy humana. Soy Lea.

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Los días fueron pasando, y a pesar del temor que sentía Lea por las palabras del Universo, había vuelto a acostumbrarse a la central.

Casi todos los Vengadores habían acordado que ella debía entrenar como ellos, tanto sus poderes, como su cuerpo. Lea no había comprendido a que se referían en un principio, pero luego, cuando Natasha Romanoff le dio ropa, según ella, llamada deportiva, comprendió un poco mejor. La pelirroja se había disculpado con ella por su forma de tratarla desde que había llegado, pero aún seguía un poco distante cuando entrenaban.

Había aprendido bastante rápido varias de las técnicas y tácticas que la gran Viuda Negra le enseñaba para defenderse, pero aún así, no podía acostumbrarse a golpear. Sus nudillos y muñecas dolían constantemente cuando la mandaba a golpear el saco de boxeo que colgaba a un lado del pequeño gimnasio del lugar, o cuando debía entrenar con ella. Su cuerpo humano no resistía su propia fuerza, y eso era una desventaja para ella.

Suspiró delante del saco azul de boxeo. Intentó que su respiración se normalizara antes de pasar su mano por su frente, sintiendo la temperatura de su propio cuerpo. Sacó las vendas que Pietro Maximoff le había prestado para sus manos y se sentó en una banca cercana.

Miró sus nudillos, rojos y con algunas pequeñas heridas de cuando debía hacer lo que Natasha le pedía. Cerró la palma, presionando sus labios para no soltar ningún sonido ante el dolor que esto provocó.

—¿Duele demasiado?— escuchó una voz detrás de ella.

Visión apareció desde el otro lado de la habitación, caminando con lentitud hacia ella. Lo observó acercarse hasta que se sentó enfrente.

—Duelen, pero creo que es un dolor que puedo soportar, tengo que hacerlo ahora que soy humana— respondió. Visión ladeó la cabeza.

—Es curioso, los humanos suelen evitar el dolor.

Lea juntó levemente sus cejas sobre su frente mientras él volvía a centrar su vista en ella con calma.

—¿Cómo pueden evitarlo?

—No estoy seguro, pero dejan cosas de lado, intentan todo lo posible para evitarlo— dijo seriamente —. Pero no se dan cuenta de que parte del dolor es lo que los hace humanos. Es parte de vivir.

—Entonces, ¿por qué evitarlo?— Visión tardó unos segundos en negar con la cabeza.

—No lo sé, todavía no lo comprendo.

—Allí arriba— Lea comenzó, señalando inconscientemente hacia el techo del lugar —, yo no podía sentir absolutamente nada, ni si quiera curiosidad. Pero podía ver mundos repletos de seres con cientos de ellos, capaces de amar como jamás había visto a ningún humano amar...

—¿Y por qué decidiste quedarte en la tierra?

—Porque es hermosa— respondió sincera —. Amar de tal manera puede ser doloroso también, pero aquí todos los sentimientos están presentes. Aquí siento la libertad de poder ser realmente algo más que sólo un ser.

—Nunca creí que la tierra pudiera significar tanto— susurró él, un poco desconcertado.

—¿Cuál es tu opinión de la Tierra?

Él tardo unos segundos en responder, pensando —Es un lugar bastante único, un poco herido, y olvidado. Pero las heridas sólo lo hicieron más fuerte— él asintió a sus propias palabras, moviendo sus manos para expresarse —. Los humanos son bastante intrigantes, es difícil poder compararme con alguno de todos ellos, sus mentes son tan distantes unas de las otras, y sus maneras de ser hacen que sólo esté más curioso con ellos.

Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora