Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]

23. Nuestra única opción.

Las ruedas delanteras del auto quedaron fuera del suelo metálico de la nave, provocando que se inclinará.

—¡Clint!— gritó Natasha antes de que él diera el último empujón.

El auto cayó de la nave, dando vueltas en el aire con fuerza. Steve Rogers podía sentir la sangre subiendo y bajando a su cabeza con rapidez mediante cada vuelta. Intentaba mantener sus ojos abiertos el mayor tiempo posible pero sentía una fuerte opresión sobre su cráneo que lo obligaba a cerrar sus párpados y presionarlos con fuerza. Clint mantenía sus manos contra el volante, fuertemente agarradas mientras el auto seguía girando.

Un extraño ruido provocó que Steve se arriesgara a abrir los ojos y se dio cuenta de que el vidrio de adelante se rompería, y los lastimaría, así que pasó su escudo hacia adelante, como pudo, golpeando a Clint en la cabeza para colocarlo delante de ellos.

De pronto, se sintió el golpe. El auto cayó de frente, provocando que el cuerpo de los tres fuera impulsado hacia adelante, aunque los cinturones de seguridad, evitaron que cayeran unos sobre los otrs. Segundos después, el techo del auto chocó contra el suelo, y todos quedaron colgados.

Steve Rogers fue el primero en abrir los ojos varios minutos después. Su cuerpo se encontraba colgando del asiento, sus brazos contra lo que sería el techo del auto, que ahora se encontraba contra el suelo de alguna parte de Alemania.

Soltó un pequeño quejido antes de intentar soltar el cinturón. El primer intento fue fallido, pero no podía ver correctamente con su vista nublada. Intentó con más fuerza pero tampoco le sirvió, sus manos parecían totalmente inútiles.

Escuchaba un auto acercarse, pero parecía un extraño zumbido contra sus oídos. Intentó nuevamente con el cinturón, esta vez más tranquilo, y su cabeza y cara chocaron contra el techo del auto poco después

Gateó para salir, empujando la puerta que se terminó saliendo sola del auto, para caer en lo que pareció un fuerte estruendo contra el suelo que rebotó en los canales internos de sus oídos logrando que gruñera por el repentino dolor en su cabeza mareada. Parpadeó varias veces esperando que sus ojos se acostumbraran a la luz. El césped bajo sus manos comenzaba a hacer pequeñas cosquillas contra sus dedos adormecidos.

Escuchó a lo lejos como la nave era atacada por misiles antes de estrellarse sobre el suelo, provocando un fuerte explosión y una leve vibración en el suelo.

Presionó los ojos con fuerza, pero los abrió al segundo que escuchó la escopeta recargar y ser colocada contra su casco.

—¿Qué están buscando por aquí?—escuchó una voz masculina, pero no se animó a subir la vista de sus botas negras con barro.

—Sólo estamos por ayudar— susurró. Su voz parecía gastada y por un momento dudó de que lo hubiera escuchado.

—Eso no puedo creerlo.

—Yo lo creo— Natasha habló, parada al lado del auto. Su frente tenía una herida que hacía que la sangre cayera lentamente sobre su ojo, y sobre su mejilla.

Sus manos se aferraban al arma, pero podía notarla temblar, al igual que notaba que parecía igual de aturdida que él. El hombre no dijo nada mientras era apuntado por la Viuda Negra, no movió el arma de la cabeza de Steve, pero tampoco dijo nada sobre la escena.

Él parpadeó un par de veces más para aclarar su vista. De repente, movió su mano con rapidez y empujó el arma hacia un lado, provocando que el primer disparo fuera al suelo. Aún sin soltar el arma, empujó con ambas manos hacia arriba, haciendo que la culata de la escopeta golpeara el rostro del hombre que soltó un quejido. Aprovechando ese momento, Steve tiró del arma hacia él con fuerza, logrando que el hombre la soltara finalmente.