"Dame una sonrisa
Dame tu nombre, chica
Dame una señal para encontrar mi camino
Y tener lo que vine a buscar... a ti
Porque tú no vienes fácilmente."Steve caminaba con lentitud, sintiendo la mirada atenta de los demás detrás del vidrio polarizado como cámaras que grababan y detallaban cada uno de sus movimientos. Decir que se sentía observado —e incluso, analizado— por absolutamente todos era poco. Sentía una enorme tensión en sus hombros de tan solo saber que ellos estaban viendo cada pequeño movimiento aterrorizado suyo.
La joven aún parecía observarlo debajo de tela blanca sobre sus ojos, su mano contra su pecho, sobre la bata que llevaba, seguro escuchando sus propios latidos del corazón. Parecía perdida allí, pequeña como en ningún otro momento, y estaba segura que en gran parte se debía al temblor que recorría su cuerpo por el miedo que sentía de estar allí. La esposa sobre su otra muñeca era como una muestra de dolor constante, de prisión. Repiqueteaba constantemente gracias a sus temblores, lo que casi se volvía un sonido agonizante para él.
Acercó una de las sillas sin hacer demasiado ruido para no asustar incluso aún más a la muchacha y se sentó al lado de ella, sin saber muy bien que debía hacer a continuación. Gracias a la cercanía podía notar parte de su rostro, pálido ante el terror temblar lentamente. Respiraba de forma pesada, como si no pudiera contenerse en absoluto. Steve temió que fuera a desmayarse, porque parecía estar bastante mal físicamente, más aún tras El Fuerte golpe sobre su cráneo.
Movió sus manos torpemente para intentar quitarle las esposas, no soportaba verla de aquella forma y aún así verse prisionera contra la camilla. Sus dedos rozaron la pálida y fría piel de ella y reaccionó de forma automática. Intentó alejarse de él en vano, ya que su muñeca se vio detenida a mitad de camino y su cuerpo no pudo ir más allá, a lo que Steve decidió que era mejor dejarla. Unos sollozos asustados escaparon de sus labios, lo que hizo sentirse a Steve como un completo idiota.
—Me llamo Steve —susurró él, sintiéndose torpe antes sus propias palabras—. No voy a lastimarte, no debes preocuparte.
Sin duda, habían sido las palabras más idiotas que había dicho en mucho tiempo, casi podía sentir a Tony riendo detrás del vidrio. Sin duda él no iba a lastimarla, pero tampoco podía prometerle que nada le ocurriría, después de todo, aún no sabían con quien estaban tratando. Por más que pareciera indefensa ante él, ellos desconocían su procedencia.
—¿Puedo hacerte un par de preguntas? —la joven no respondió, se mantuvo en la misma posición, escuchando con atención las palabras del hombre que por el momento no tenía rostro para ella— ¿Te sentirías más cómoda sin las esposas?
La joven tardó unos segundos en asentir, a lo que Steve volvió a levantarse de la silla hacia ella. Abrió la esposa que todavía la mantenía atrapada sobre la camilla con lentitud, temiendo que ella pudiera reaccionar en cualquier momento, quizás saltar, o golpearlo. Pero ella estaba extremadamente asustada y debilitada como para si quiera intentarlo.
—¿Mejor? —preguntó con una leve sonrisa sobre sus labios. Ella volvió a asentir, esta vez, con un poco más de tranquilidad.
Señaló la venda sobre sus ojos con lentitud, sus manos todavía con algunas pequeñas heridas, pero ya sin barro. Steve suspiró con pesadez, sin saber qué decir al respecto, aunque realmente ella podría quitárselas sin ningún problema ya que estaba liberada. La miró un par de segundos más reparando en los detalles de su rostro que podía ver, como sus labios lastimados, y su nariz. Y en otros que no, como quizá el miedo en sus pequeños gestos.
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Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]
Fanfiction«Vivió eternamente en la infinidad del Universo, pero ahora será enviada a las cenizas de un mundo consumido por la guerra.» [1.Daughter Of The Ashes » Terminada] [En Edición.] [2.Daughter Of The War » Terminada] [3.Daughter Of The Death » Terminad...