Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]

16. Juntos podrían aprender.

Wanda le enseñó a abrir la ducha caliente del baño de su cuarto. Empezó a explicar paso por paso, hasta cómo controlar que estuviera en la temperatura correcta. Lea asentía a cada palabra y la escuchaba con suma atención, repitiendo todo dentro de su mente una y otra vez para poder recordarlo para cualquier ocasión.

El agua de la ducha tenía una amplia similitud con la lluvia, pudo descubrirlo en cuanto dio un paso dentro. Era en menos cantidad y caliente, pero aún así se asemejaba lo suficiente como para que pusiera una sonrisa en sus labios ante el recuerdo. Dejó mojar su cabellera castaña durante varios instantes, perdiéndose varios segundos en las pequeñas cascadas que se formaban desde la punta de sus cabellos. Era realmente divertido para ella.

La hermana Maximoff también había prometido traerle algunas prendas para que pudiera cambiarse —aparentemente, los humanos se cambiaban de prendas con regularidad—, por lo que esperó desnuda dentro de la ducha una vez que cerró el agua.

Cuando la castaña llegó con prendas nuevas, se las dejó a un costado evitando mirarla, para luego salir del cuarto de baño sin decir nada. Lea salió de la ducha mojando el suelo, y pisando con cuidado ya que se encontraba resbaloso de aquella manera. Tomó lo que Wanda le había dicho era una toalla y la pasó por su rostro con fuerza, queriendo quitar todo rastro del agua.

Tras el proceso largo y un poco rudo en el que secó cada parte de su cuerpo, se puso en la difícil tarea de vestirse como humana. La ropa era sencilla y carecía de colores, no iba más allá de una remera negra y unos pantalones grises que le quedaban un poco sueltos. Con cuidado se colocó cada prenda mientras intentaba repasar en su mente cada uno de sus nombres, para así aprenderlos.

Una vez fuera del cuarto del baño, se encontró con Wanda esperando pacientemente sobre la cama del cuarto. Estaba recostada, pero con sus piernas colgando fuera de la cama, perdida en algún punto del techo. Lea se Movió lentamente para sentarse a su lado. Sintiéndose curiosa por aquello que observaba, levantó la vista sin encontrar nada de interés.

—¿Qué estas viendo? —preguntó dispuesta a descubrir lo que ella había encontrado.

—Nada, realmente —admitió finalmente moviendo sus ojos hacia ella—. Aún... Aún no puedo creer los sucesos de los últimos días.

—¿Por qué no? —la castaña se movió par a apoyar sus codos bajo ella y así poder levantar la cabeza.

—Perdí a Pietro mucho tiempo atrás, y aunque acepté no tenerlo conmigo, dolía todos los días —admitió sinceramente, mirándola con suma atención. Había algo que Wanda quería sacar de su pecho y estaba intentando hacerlo en ese momento—. Por mucho tiempo pensé que estaría sola por el resto de mi vida, pensé que lo había perdido todo... Ahora... Ahora... —su voz se cortó de un segundo a otro.

—Ahora está aquí —asintió Lea con cierta emoción.

—Está aquí —repitió dejando caer su cabeza una vez más sobre la cama, sin poder creerse la situación.

Lea jamás había estado en una situación como esa, por lo que no sabía qué decir o hacer a continuación. Miró a Wanda varios instantes antes de ladear su cabeza con una pequeña idea

—Hermanos, son importantes —murmuró, pero Wanda no la observó a pesar de que la escuchaba—. Hay cientos de seres como yo en el espacio, ellos son mis hermanos —asintió lentamente—. Pero jamás hemos sido hermanos, no como ustedes. Siempre creí que «hermanos» y «hermanas» eran aquellos similares a ti, aquellos que cumplen tu misma función. Y al llegar aquí descubrí que un hermano es aquel quien te aprecia y cuida de ti. Cualquiera puede quererte, pero no cualquiera puede amarte de esa manera. Lo veo cuando los observo a ustedes, lo entiendo gracias a ustedes. Hermano es aquel con quien tienes una unión que va más allá de Universo y su infinidad. Y ustedes merecían volver a reunirse.