28. Creada para obedecerme.

7.1K 711 101
                                    

Tony sacó el cable gris conectado a la cabeza de Visión, para luego quitar el otro amarillo sobre su muñeca. El hombre rojo miró unos segundos el lugar donde antes había estado conectado el cable y luego centro sus ojos en él con intensidad.

Todavía seguía investigando sobre la curiosa Gema que portaba en su frente, pero ninguno de los dos comprendía que era realmente. Terminó de apartar los aparatos de su alrededor y se apoyó contra la mesa cercana, mirándolo con atención.

-Le tendríamos que haber preguntado a Lea, antes de que... bueno, muriera.

-Quizás no debamos saber- respondió él, en un tono serio y tranquilo.

-Pero la estás portando, deberías saber de lo que se trata- Tony respondió, pero Visión movió la cabeza, mirando a través de la ventana más cercana al enorme cielo -¿Visión?

-Quizás, pronto puedas preguntarle.

---------

Todo fue oscuridad por algunos segundos, pero pronto, las estrellas aparecieron ante sus ojos como señal de lo que había ocurrido. Su vista ya no era limitada como la d eun humano, su cuerpo no existía, y ella volvía a ser la misma que había sido desde un principio. Un ser que habitaba la infinidad del Universo.

Ahora no podía sentirse enojada, o frustrarse. Tampoco podía gritar de indignación. Había perdido lo único bueno en su eternidad, pero tampoco podía recordarlo en su totalidad.

Los planetas se movían lentamente a su alrededor, las constelaciones se dibujaban cerca de ella, pero Lea no quería moverse en absoluto, y ni si quiera miraba a su alrededor como antes. Y aquella era la palabra que sabía que no podía usar. Querer.

Porque ellos no sentían, y tampoco querían. Ellos sólo existían, y observaban mundos enteros, según conveniencia del Universo, o según los movimientos que hagan ellos para ir recorriendo la infinidad. Y ahora se encontraba ahí, debatiendo consigo misma por un sentimiento que no podía tener.

Querer.

Querer.

Un sentimiento que había logrado permanecer a pesar de su muerte, a pesar de haber dejado Tierra. Se sentía humana otra vez, flotando en medio de estrellas, casi podía volver a sentir su cuerpo. Pero no comprendía cómo podía seguir sintiendo aquello, cómo después de muerta, y después de regresar a ser un ser, algo había quedado con ella.

"No puedo" pensó por ella misma.

Sentía desesperación, como si recorriera su cuerpo humano, sus huesos, su piel. Pero no había piel, ni un sentimiento real. No había nada allí donde antes lo hubo todo.

"Quiero volver."

Y aquel simple pensamiento, cambió todo a su alrededor. Pero se daría cuenta tarde de las verdaderas consecuencias.

Su cuerpo humano cayó contra un suelo negro, liso. Sus codos y rodillas dolieron ante la caída, y no pudo evitar soltar un quejido. Sentía frío, y a pesar de que era una fea sensación, sonrió, porque volvía a sentir.

Miró a su alrededor, la oscuridad que tapaba todo y no la dejaba ver más allá. Se abrazó a si misma sin comprender lo que estaba sucediendo, su cuerpo desnudo temblaba entre sus propios brazos.

-¿Dónde estoy?- preguntó en voz alta.

Sabía que el Universo era el único que podría devolverla a su cuerpo humano, así que esperaba una respuesta de su parte.

-Ahora podemos tener una charla real- lo escuchó, tan fuerte que sus oídos dolieron.

El Universo le hablaba, y a su cuerpo humano. Todo parecía tan extraño que Lea no lo sentía correcto. Parecía más que un sueño una extraña e inconsisa pesadilla.

Daughter Of The Ashes. [Steve Rogers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora