VI

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Abrí los ojos de golpe y me levanté de un centón, Zayn se puso el dedo índice en sus labios, advirtiéndome que no debía gritar. Era solo él.

—¿Qué rayos haces? —susurré mirándolo, casi nada alumbraba mi cuarto, podía ver su silueta pero no su rostro.

—Cuatro de la mañana. Ven, voy a llevarte.

Fruncí el ceño.

—¿De qué estás hablando?

Bufó, luego se metió la mano en el bolsillo del pantalón y sacó su celular, lo desbloqueó y lo puso en mi cara, mis ojos se cerraron al instante.

—El mensaje. —Después de leer el mensaje que claramente era el que le había enviado volví a poner mi vista sobre su silueta.— ¿Lo enviaste tú, no?, amenos que alguien más haya tomado mi hoja.

Asentí— Fui yo.

—¿Y? —se acercó a mí, sus ojos se conectaron a los míos— ¿era un mensaje enviado al azar?

—Solo creí que querías mi número de vuelta, dijiste, un mensaje.

—¿Qué?, ¿fuiste a internet y buscaste esta frase entonces?

—No. —baje la mirada. Era exactamente lo que había hecho, tomar el mensaje de Niall de internet y enviarlo a Zayn.

—Bien, porque por algo lo pusiste. —me aventó un suéter— Póntelo, hace frío, te espero abajo. —lo miré perplejo y luego lentamente salí de mi cama, Zayn salió por la ventana.

Metí mis manos en las mangas del suéter y cuando lo deslicé por mi cabeza me quedé paralizado, no olía a mi, era un suéter tejido, olía a alguien más, olía delicioso y me quedaba grande, este definitivamente no era un suéter mío.

Levanté el cuello de éste hasta mi nariz, cerré los ojos y olí. Era de él. Era de él y me encantaba.

Caminé hasta mi ventana y bajé con cuidado, ya que estaba todo oscuro, cuando estaba a punto de saltar dejé que mi pie colgara un poco, su mano se enredó en mi tobillo.

—¿Estás bien?

—Uh... Si, solo estaba preparándome para saltar.

—Bien.

Cuando lo hice me encontré con el cara a cara, me miró sorprendido.

—Vaya —dijo— me sorprende que no hayas gritado. —no duró demasiado, como casi cualquier cosa que compartiera con él, se alejó de repente obligándome a seguirlo, calle abajo de nuevo.

—¿Vas a llevarme hacia los árboles de tu pintura? —pregunté

—No. Es un poco más abajo. Creo que te va a gustar.

—Zayn. —me miró— ¿De verdad son las cuatro de la mañana?

Negó— Son las tres y media, creí que querías verlo a las cuatro, no que te fuera a despertar a las cuatro.

—Vaya —dije sorprendido— estas tomándolo demasiado en serio.

—La verdad, había querido hacer esto hace un tiempo. —observé su espalda— De todas las cosas que he hecho siempre me había faltado esta, me sorprendió que pudiéramos querer lo mismo.

¿Nosotros no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora