XXVI

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Las luces del cuarto estaban completamente apagadas, nada que el cuarto guardara era algo que mis ojos pudieran percibir.

Limpié el sudor de mis manos en los bolsillos de los pantalones desgastados que llevaba puestos.

—Ah, yo... Rompí el foco hace unos días... No lo he necesitado en lo absoluto, así que siento la obscuridad.

La verdad era que desde muy pequeño el estar sin luz había sido algo de lo que no debía preocuparme, ya que mis ojos descansaban mejor de esa forma. Así que solo asentí, ignorando el hecho de que no me podría ver.

—Estar en tu cuarto me da una sensación bastante extraña, siento si hago todo esto una situación incómoda.

Escuché su risa.
—¿Qué?, ¿estás nervioso?

Apreté mis manos en puños. No quería admitirlo, pero salir de la situación en la que acababa de estar con mi mamá, bueno si, me había puesto un tanto sensible.

—No es como si quisiera que algo pasase, y tú no me gustas. Supéralo.

—Bueno, yo nunca dije eso, ya que pienso que me conoces, creí que podrías sentirte nervioso con el hecho de saber que eres el único que ha pisado mi habitación porque quiero.

—Como si fuera a creerte. —respondí

—¡Bah!, piensa lo que quiera entonces. —caminó hacia mi— ¿Vas a dormir ahora?

—No.

—¿Y entonces para qué rayos vinimos?

—Bueno, tú ni siquiera me habías dicho que me dejarías dormir aquí, cómo iba a saberlo. —lo miré molesto— Idiota.

Ambos nos quedamos callados. En aquel momento deseé haber hablado más, ya que por culpa del silencio de la habitación el gruñido que hizo mi estómago se hizo más obvio.

Mis mejillas se calentaron, y no tardó en escucharse la estruendosa risa de Zayn, rompiendo el silencio.

—¡Idiota, idiota!, ¡cierra la boca! —le grité.

Pero no paró de reírse. Incluso rodó sobre su cama y se sostuvo la barriga por muchos minutos después. Y yo no podía moverme de la vergüenza. ¡Por qué tenía que ser tan idiota!

—Es que tú... —volvió a carcajearse— Liam... —lo miré con las cejas juntas.

—Si, si. Harry me llevó a su recorrido del infierno por el centro comercial y yo olvidé comer algo ahí, ahora cállate.

Lanzó un gran suspiro al aire y se reincorporó riendo un poco más bajo.

—Ah, pero que buenos días me he aumentado. Ahora, uh, vamos a comer, yo invito. Lo que quieras, solo dime hacia dónde. —caminó hasta su puerta abriéndola y dejando pasar una rendija de luz hacia su cuarto, por lo que tuve oportunidad de mirar el escritorio que estaba a un lado, y unas cuantas hojas pegadas en la pared, justo frente a éste.

—Hey, no te quedes ahí parado, yo también tengo hambre.

Suspiré. —Hacia dónde quieras. Solo llévame a comer.

Sonrió.

Después de un rato caminando en silencio, decidí que no podía permitir otra vergüenza. Así que abrí la boca para hablar.

—Que no sea una idiotez. —dijo

Fruncí el ceño —No lo es. —le respondí de mala gana— ¿Dónde está Louis?

—Ahh... —se tapó el rostro por un momento— Tu en realidad no lo sabes. El tema de Louis de repente es una idiotez cuando tú preguntas.

—Solo dime, Zayn. —dije irritado y rechinando los dientes.

¿Nosotros no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora