XI

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Por la madrugada desperté por culpa de una patada realmente fuerte en mi ventana, tan fuerte que salté en mi cama, con los ojos medio cerrados me levanté con el ceño fruncido y moví las cortinas. Mis ojos se abrieron al ver a Zayn, no, la mitad del cuerpo de Zayn, colgando de su ventana tomado solo de una de sus manos, mi corazón saltó inevitablemente, como un rayo abrí la ventana para instantáneamente ser golpeado por gotas de agua que por culpa del viento se volvían cada vez más fuertes.

—¡¿Qué mierda haces?! —grité por sobre el sonido del agua chocando contra el cemento, Zayn se quejó seguido de reírse.

Intentando subir una de sus manos y haciendo fuerza, levantó uno de sus pies, sus botas militares me golpearon el pecho, dejando una asquerosa y horrible marca de lodo.

—¡Estoy bien! —gritó y volvió a intentarlo, ésta vez antes de que pudiera volverme a golpear tomé de su tobillo envolviendo mi mano.

—¡Vuelves a hacerlo y estas muerto! —dije molesto— aunque de todas formas ya estas a punto de hacerlo. —lo miré con el ceño fruncido y lo oí susurrar algo que no pude descifrar.
—¡Zayn!

—¡Uuuh...! —de repente hizo un movimiento bastante peligroso, alzando sus pies y después subiendo uno a mi ventana, con un solo movimiento rápido se encontraba colgado ahora en mi ventana. Ahogué un grito de sorpresa y cierta preocupación.

—Eres un verdadero cabeza hueca. -dije arrastrando su cuerpo al interior de mi habitación.

Zayn soltó una carcajada, su aliento chocó contra mi cuello y después se resbaló hasta hundir su cara en mi estómago.

—Hueles delicioso. —mis mejillas se calentaron mientras me quejaba e intentaba separarlo de mí, con cuidado lo encaminé frente a mi cama y lo dejé caer, definitivamente estaba actuando como consecuencia del exceso de alcohol.

—Y tú apestas. —suspiré mientras me removía el cabello de la frente y dejaba caer todo mi peso sobre el colchón, hundiendo la parte cerca de su cadera, rodó ligeramente hacia mi.— ¿Qué estabas pensando cuando no entraste borracho por tu puerta?

—No sabes Liam. —dijo arrastrando levemente las palabras— Esa ventana, esa ventana es la única puerta para mí.

Su mano se deslizó torpemente sobre las sabanas de mi cama y paró en un arruga sobre mi cobija enrollada, justo antes de llegar a mi mano.

Me reí.

—Odio que te parezcas tanto a él y a la vez nada.

Sentí como su cabeza hizo un movimiento pero no me permití ver.

Así que es eso. —fruncí el ceño— Dejas que me acerque a ti, que me meta a tu cuarto, que me acueste en tu cama, que te lleve a lugares, solo porque te recuerdo a él.

No respondí.

—Yo... —dije, intentando sacar alguna excusa, algo que lo convenciera— y a mí —de que estaba en un error.

Se rió, una risa bastante amarga.

—¡Pues como no! —exclamó con un tono que quise ignorar— Si estabas enamorado.

Abrí los ojos, sorprendido, por lo que había salido de su boca con tanto descuido, después baje la cabeza y deje que el calor subiera por mi cara, sin poder negarle nada, cómo iba a hacerlo si él mismo había sido testigo del momento más vulnerable que pudiera haber tenido, sin mencionar que fue a él mismo y aquí mismo, donde decidí declarar mi amor a una persona que estaba muerta y que sin embargo seguía sintiendo cerca por su culpa.

—No creo que debas hablar tan a la ligera cuando no sabes nada. —dije finalmente.

—Pero no has negado nada tampoco. Porque todo lo que digo es cierto y no tienes ningún argumento para negarlo, ni uno pequeño.
Volvió a reírse.— O es que se fue y ni siquiera te estrenó, ¿es eso?, ¿te arrepientes de no haber dejado que él te tuviera?, es tanto tu deseo que lo ves en cualquiera.

¿Nosotros no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora