XXV

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La escuela había estado organizando una fiesta de despedida para los alumnos de tercer año, con vals, trajes y vestidos, y absolutamente todos los estudiantes estaban invitados, me di cuenta de eso porque en cuanto fue anunciado el evento las chicas miraban, en grupo, a cada chico que pasaba frente a ellas, gritaban números y después se alejaban con cara de depredadoras. En estos días prefería no pasar por delante de ningún grupo, siempre estaba tratando de evitarlas. Ellas de verdad daban miedo.
Por otro lado los hombres solo hablaban acerca de bustos y glúteos grandes, algunos, como la mayoría de los del equipo de futbol; Charlie y Seeley siempre estaban burlándose de lo tontos que sonaban sus compañeros.

—De verdad, todos se volvieron locos, las chicas parecen necesitadas y los hombres simples animales de sexo. Qué vergonzoso. —Seeley colocó su brazo por encima de mi hombro, apretándolo— Puedo jurar que eres el único que no ha hablado nada sobre esto, hasta Charlie está buscando a alguien.

—Creo que no es la gran cosa. Quiero decir —dije, mientras sentía su mirada sobre mí desde unos centímetros más arriba— no es obligatorio, ¿o sí?, no tengo porqué perder la cabeza.

Se detuvo, obligando a mi cuerpo a hacerlo también, tomó mis dos hombros en sus manos y sus pies caminaron hasta estar frente a los míos.

—¿Qué estás diciendo? —me miró— ¿por eso no estás pensando en una chica linda? —sus cejas se juntaron— Que forma más peculiar de pensar. —se rió— Iría contigo si fueras chica, de verdad.

Sus palabras quedaron flotando sobre el aire, mientras abandonaba a mis hombros y caminaba lejos. Me quedé estático, en realidad, ¿qué significaba eso exactamente?

Por la tarde, mientras caminaba arrastrando los pies y con la mirada pegada a un estúpido juego de carreras en mi celular, y acompañaba a mis dos mejores amigos a escoger un buen traje, (idea completamente de Harry), no pude evitar pensar en lo mejor que estaría haciendo estando acostado en mi cama, con el olor a menta que desprendía desde hace tiempo mi sábana.
Pero no podía negarme cuando Harry de verdad quería que fuera. Sus métodos de convencimiento eran los de un niño, era imposible no ceder.

—¿Cómo se ve este? —sus pies se enredaron entre sí para que pudiera ver su espalda por el espejo, observando más fijamente su trasero.

—Si, si, está bien. —dije mirándolo solo de reojo.

—Liaam... —se quejó, tambaleándose y después sentándose a un lado de mi— Se que para ti esto es cansado y muy, muy aburrido... Pero quiero que me entiendas, es la primera vez que Kendall y yo... Bueno, tú sabes, nosotros dos en público. Quiero que no haya arrepentimientos cuando vea la foto antes de salir de mi casa, ¿puedes?

—Haarry... —lo copié— Quiero que entiendas que eres endemoniadamente guapo, atraerías a cientos de chicas y chicos con el simple hecho de aparecerte parado frente a ellos con un traje viejo de vagabundo, ¿puedes?

Ambos suspiramos.

—Gracias Liam. —dijo, mientras me abrazaba.

En cuanto llegué a casa me deshice de mi zapatos, bostecé y los tomé en mis manos para subirlos conmigo hasta mi cuarto, los talones me estaban matando.
Antes de que pudiera entrar a mi cuarto mi madre salió molesta, con las cejas juntas y temblando por la fuerza que estaba haciendo al mantenerlas de esa manera. Me jaló del brazo y me metió a su habitación. Estaba totalmente confundido.

—¡¿Desde cuándo?! —sus ojos casi salían de sus órbitas.

—¿De qué estás hablando?

—Acerca del tiempo en el que has estado durmiendo con un hombre. —escupió. La respiración se me cortó.

—¿Qué...? —susurré.

—¡Bajo mi propio techo! —de repente sus piernas se tambalearon y parecía que en cualquier momento ella iba a caer. —¿por qué?

No supe cómo responder. ¿Por qué que?

—Traicionaste mi confianza, ¡todo lo que te he dado!, para qué.... ¡Para acostarte como mujerzuela con otro hombre!, —sus gritos pasaron a ser susurros hirientes— ¿qué no te sientes mal?, ¿qué no te da asco?

Todo mi cuerpo se encontraba en shock, ¿qué debía decir?, después de todo, ¿ella siquiera seguía siendo mi madre?

Lo único que logró despertarme del trance en el que estaba fue su palma golpeando mi mejilla.

—¡¿Y acaso estuviste ahí?!, ¡¿siquiera tuve una madre?!, ¡ahora quién eres tú para reprocharme algo!, yo... ¡TE NECESITÉ TANTO!, y tú solo te preocupaste por ti, solo fui una obligación, ¡estoy seguro de que si fuera por ti jamás tendrías que volver a pensar siquiera en mi!, te preocupas por dejarme dinero, ¡¿Y MIS SENTIMIENTOS QUÉ?!, ¡ni siquiera me conoces, no tienes derecho a señalarme!, ¡NO ERES MI MADRE!

Mis lágrimas no dejaron de caer, mientras corría fuera de la habitación, me tragaba las crudas palabras, la única respuesta que quería gritar, solo por si hacerlo me lograba liberar.

¿De verdad era tan malo?, ¿dormir con otro hombre?, ¿solo dormir afectaba tanto a las personas?

No supe exactamente como, ni cuánto tiempo me llevo llegar a aquel estúpido árbol, pero en el momento en que mis pulmones respiraron aquel oxígeno...

—¡POR SUPUESTO QUE DOY ASCO!, asco, asco, asco, asco. No hay cosa más asquerosa. —mientras me repetía esto, no supe cuantos golpes di con mi cabeza contra el suelo.

Durante un tiempo unas manos gentiles me tomaron de los hombros y me obligaron a parar, sobaron mi espalda y soportaron mis golpes.

¿Por qué seguía aquí?

Lo siento... Lo siento, lo siento, lo siento tanto... —repetía mientras me arrullaba, mientras su cara se escondía en mis hombros y mientras sollozaba. Sus brazos, fuertes, en ningún momento dejaron de abrazarme con fuerza; mi cuerpo de nuevo se encontraba paralizado.— ¡Demonios!, ¿por qué tenemos que sentirnos así?, ¿qué acaso no somos humanos también?, ¿por qué tenemos que sufrir por la sola idea de saber quiénes somos?, mierda, ¡este mundo está hecho mierda!

Aquella vez no dejamos de llorar, no dejamos de abrazarnos y tampoco dejamos que el otro se sintiera solo, al menos algo hacíamos bien juntos. Sufrir.

¿Nosotros no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora