¿Nosotros no?

XXIV

Cuando amaneció, los padres de Harry ya se encontraban en casa, así que, después de rechazar por una vez el desayuno, caminé solo hasta la mía.

Cuando llegué Karen no se encontraba, y tampoco parecía como si hubiera llegado en algún momento de la noche, así que entré directamente a mi cuarto, con los ojos pesados encendí la luz y lo observé todo desde la puerta.

Fue entonces cuando me di cuenta del bulto en mi cama, y de las greñas que resaltaban de la parte superior de mis sábanas. Apagué la luz y me acerqué con lentitud y a pasos pequeños a la orilla de ésta, observando la pequeña boca de pato que Zayn hacía mientras dormía y a sus pestañas tocando la parte superior de sus pómulos; mi pecho se oprimió.

Ah, cuantos pensamientos podrían venir a mi cabeza con tan solo esa imagen, tal vez no tan puros como me hubiera gustado imaginar, pero en ese momento, ¿qué importaba?, tenía a un Zayn despeinado y durmiente sobre mi cama.

En ese momento pensé, ¿podría ser capaz de confesarme?

Di un paso hacia atrás y me di la vuelta, cuando Zayn gruñó desde su garganta, con voz ronca y me llamó, estirando la mano.

—Lo siento. —sonrió— Pero después de que vi que no estabas... No pude irme.

—Um, está bien. —respondí, nervioso.

—¿Seguro?, ¿no te molesta que haya estado durmiendo por las últimas semanas contigo sin tu permiso? —preguntó sin reincorporarse.

—Creo que no. Después de todo no he dicho nada.

—Es por eso. —me dijo— Podrías... ¿acostarte conmigo?

Mis mejillas se calentaron.
—¿Tú quieres que me acueste?

Se rió.
—Acabo de pedírtelo, creo que es obvio que necesito que entres aquí. —respondió, levantando su brazo junto con la sábana para que yo pudiera unírmele.

No estaba seguro de lo que había escuchado, o si, pero mi mente estaba ya muy desconectada como para formular algo, así que solo asentí y me deshice de mis zapatos. Me acosté procurando que nuestros cuerpos no se tocaran, pero al poco tiempo de haberme tirado sobre el colchón, Zayn me tomó por la cintura, me apretó contra su pecho y acomodó su cabeza en el hueco de mi cuello.

—Tranquilo. —susurró, ya que mi cuerpo estaba más que tieso ante su acción.

Como si pudiera estarlo.

Tan nervioso como podía estar, abrí la boca después de un rato.
—Um... Louis, ¿él no va a molestarse? —pregunté en voz baja.

Zayn quitó su cabeza de donde estaba y me miró, o al menos la mitad de mi cara.

—¿En serio, Liam? —por alguna extraña razón escuchar mi nombre salir de sus labios en ese momento, puso a mi estómago inquieto.

—Esta bien, lo siento. —dije

Suspiró, sin cambiar de posición pero sí mirando hacia otro lado.

—Entre él y yo no hay nada. Como ya te había dicho. Creo que estás siendo muy testarudo, además... No somos nada, ¿no?, por qué de repente importa.

—Oh no se, has estado durmiendo en mi cama por unas buenas semanas y además, ni siquiera hemos hablado, hasta hoy, y solo hablamos de lo tonto que soy.

Esta vez sí se reincorporó, y me arrepentí por un momento de haber hablado, ya que el agarre que había mantenido en mi cintura se había desvanecido.

—Entonces sí hay problema en que me haya quedado. —tomó su cabello entre sus dedos— Y además, nunca dije que fueras tonto, no pongas palabras en mi boca.

Suspiré.

—¿Por qué estás aquí? —le pregunté, Zayn no contestó.— ¿Por qué?, dime.

—No se, Liam, ¿sí?, no tengo idea.

—Entonces solo entraste porque si, sin nada en mente.

—Ni siquiera sé que tenía en mente ese día, y los próximos, y hoy. —se levantó de la cama y se puso sus tenis— Perdón por molestarte y por hacer un lío tu vida.

—No es eso, no seas tonto. —dije mientras me reincorporaba— Es solo que no te entiendo. —lo jalé del hombro— Oye, escúchame. No importa lo que hagas, siempre estoy confundido cuando se trata de ti. Y tú siempre sales con tus frases profundas que quiera o no, no entiendo y lo siento pero no soy ni la mitad de profundo que tú. No puedo leerte incluso aunque estés abierto.

Llevó sus manos hasta su cara y se encorvó.

—Te gusto, ¿no?

Las palabras se secaron en mi garganta, es más, ni siquiera se habían llegado a formular. Después levantó la cabeza y atrapó mi mirada con la suya.

—Uh, yo, ¿por qué estás diciendo eso? —dije, nervioso— No era de eso de lo que estábamos hablando... Esto es a lo que me refiero con lo que acabo de decir.

Escuché una pequeña risa de parte de él y mis mejillas se calentaron, combinando a la vergüenza con el enojo, se estaba burlando de mí.

—Si sabes que estoy frente a ti, ¿no?, ¿por qué tus ojos de repente están en todos lados menos en mi?

Junté las cejas y lo miré intensamente.
—Oh, discúlpeme señor, ¿así está bien? —pregunté, abriendo los ojos aún más, Zayn terminó siendo una bola de carcajadas que aminoró la sensación rara que estaba empezando a crecer.

—Esta bien, de todas formas ya me tengo que ir. —dijo reincorporándose y fingiendo quitar una lagrima de su ojo.— Pero no creas que lo olvidé. —me miró serio por unos minutos, después se levantó y se fue; dejando una sensación extraña en el ambiente y en mi estómago.

También enterré mi cabeza en una almohada y deseé ser una avestruz.

¿Por qué tenía que manejarme tan bien?

Los siguientes días, aquella conversación rara, no cambio casi nada. Y me di cuenta que la mayor parte del tiempo un casi es mucho.