XIII

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Aunque nos habíamos arreglado, Zayn no apareció en mi ventana ninguno de los días siguientes.
A veces Kendall tampoco se aparecía, así que medio sabía la razón y suponía que estaba bien. Zayn estaba muy ocupado y lo entendía.

Desde aquella vez Harry me miraba más meticulosamente, como esperando a que "mi botón de mantenimiento" se reactivara, él había dicho algo como: "La última vez fue difícil reconfortante, así que estoy preparándome".

Por la mañana, después de haber dejado la calle en la que se encontraba mi casa, vi al chico con quien Zayn siempre estaba, lo vi llorando y empujando el cuerpo del más alto, luego se apoyó en su pecho casi completamente y Zayn lo abrazó con afecto, enterrando su nariz en el gorro del más pequeño.

—Sabíamos que iba a pasar de todas maneras.

No quise meter mis narices más entre ellos, pero debo aceptar que el ver tal escena provocó un revoltijo de emociones en mi estómago y pensamientos en mi cabeza. Lo que aquella frase significara después de ser tan afectuosos, algo que sin duda, jamás había visto en Zayn, no debía de ser bueno.

Metí mi cabeza en el cuello de tortuga marrón que llevaba puesto, tratando de pasar desapercibido como una pequeña avestruz asustada, la música en mis oídos me hizo pensar que el tiempo pasaba bastante rápido.

Cualquier cosa que pasara después, la olvidé.

Olvidé la risa de Harry al ver a Kendall con helados llegando al edificio principal de la escuela en pleno diciembre. La cara de molestia de parte de Kendall al no poder soportar la burla. No pude recordar ni siquiera mi reacción hacia tan preciada imagen. Mi mente estaba desconectada, mi cabeza parecía un globo flotando con un kilo de harina dentro, mis pensamientos no llegaban más allá de esta mañana.

"Sabíamos que iba a pasar..."

Así que puede ser hoy. —dijo rascándose la cabeza por encima de la tela gruesa color azul

Asentí, aunque no sabia de qué estaba hablando.

Sus ojos ya no parecían los mismos, la forma en que su cara hacia los gestos parecía llegar a un punto doloroso, las manchas negras debajo de sus ojos y su piel pálida, ya no tenía ni una pizca de lo que fue.

Me había llegado a preguntar si alguna vez Niall había pensado en llegar a una edad mayor, con arrugas y ojeras también. Porque estaba seguro que Zayn no.

A las 4:20 de la mañana Zayn tocó mi ventana y esperó a que bajara. Me puso un suéter suyo, tejido, como de costumbre, esta vez color vino, y me jaló calle abajo.

—Sabes que hay tantas cosas que quiero hablar, ¿verdad?. —dije al final

Zayn no respondió pero dejó salir un suspiro, que a su vez, dejó el rastro de vaho. Me di cuenta que no llegaba muy lejos, a penas una mancha de humo blanco que se lograba formar a unos escasos milímetros desde sus labios hasta su mentón.
Siempre, y desde mi alocado punto de vista y mis varias fantasías, había creído que las personas que no lograban crear el suficiente vaho en invierno, eran quienes tenían las vidas más cortas.
Por un momento la idea me asustó.

Siempre había sido tan raro...

Llegamos a un parque, a uno mucho más grande, lo recordaba bien y con un poco de nostalgia ya que era ahí donde solía ir con mi padre en sus ratos libres, cuando aún podía regresar a casa.
Los pinos se cernían sobre nosotros de una manera casi tenebrosa, el delicioso aroma que desprendían eran un pasaje gratis y sin escalas a un montón de memorias, memorias un poco rotas.

Zayn me miró y sonrió.

—Cuando era más chico... —dije tratando de acomodar mi voz— Mi papá tendía mucho a traerme aquí. Todas las tardes que descansaba, él pasaba por mi a la escuela —realicé con los dedos de mi mano derecha unas pequeñas piernas andantes— y me traía directamente aquí. —sonreí hasta que pude cerrar mis ojos— No puedo recordarlo con lujo de detalle, pero mis sentimientos siguen haciéndome temblar, un poco, antes de que él... No volviera —suspiré— recuerdo muchas cosas.

—No sabía que tuvieras historia aquí. —dijo bajo— me gusta este lugar porque puedo sentir los latidos de los corazones de las personas que han venido aquí entusiasmadas, tristes, sin esperanza. Es un poco raro pero hay veces en las que no recuerdo nada de eso. Y vaya que he pasado cosas por las cuales deberían estar presentes, pero creo que... Las bloquee. —tocó su cabeza— Ya sé que no es nada bueno juntar una historia con la otra y mucho menos si se trata de competir sobre quién ha sufrido más, pero creo que después de todo, eres mi amigo.

Me quedé callado.

—Si. —susurré

—Estábamos a dos días de mi cumpleaños, es un poco raro pronunciarlo de esa manera ya que jamás me acuerdo, pero... —sonrío encogiéndose de hombros— Mis papás habían decidido hacer una reunión familiar para festejar, era muy inusual que todos nos juntáramos en alguna ocasión, pero ellos querían... Así que ellos vinieron aquí y a otros lugares más cercanos a Bradford, invitando personalmente a cada primo y hermano que tuvieran. Ellos solían decir siempre: "Hey!, mi hijo, el más pequeño, él va a cumplir 16 años en poco tiempo, ¿por qué no te pasas?", a pesar de todo, ellos los amaban, así que... Dos días después de su viaje, ellos jamás volvieron. Y tampoco es como si alguno de sus familiares se hubiera presentado aquel día sobre la mesa, ni siquiera nosotros... En cambio, bueno si, estábamos frente a dos cajas a punto de ser enterradas bajo tierra, los primeros en la familia eh, hasta mi abuela duró más tiempo. Después de eso, —hizo una mueca— yo creo que me obligué a olvidarlo todo... Fueron casi dos meses en los que creía que faltaban dos días para mi cumpleaños y en los que esperaba con ansias a mis padres pasar por la maldita puerta. Después caí en depresión, cuando volví a la realidad, y finalmente lo bloquee de mi mente.
Hubo una vez en la que una psicóloga, amiga de uno de mis primos, me visitó y me preguntó muchas cosas, yo ni siquiera salía de mi cuarto, ella me preguntó, "¿extrañas a tus padres?" —se rió— y yo dije, "¿qué?, ¿cuáles padres?", nadie lo sabía pero yo vi a mi hermana mayor llorar mucho después de que la psicóloga le contara, la había visto llorar por nada, en ese entonces era muy débil.
No. —dijo mirando hacia el cielo— Creo que aún lo soy.

Podía ver algunas cuantas lagrimas brillantes recorrer sus mejillas pero no me atreví a acercarme. Mi mente se quedó en blanco y yo mismo como un hielo.

—Por eso no me gusta usar la puerta, después de todo, aún parece que los estoy esperando, solo, en mi cuarto, mientras todos lloran, mientras todos sufren y se preocupan por el terreno donde deberían ser enterrados, por la comida que les vamos a dar a quienes vayan a rezar por sus almas, entonces yo solo estaba... Esperando.

—¿Qué tienes? —pregunté

—El alma podrida. —respondió.

¿Nosotros no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora