Capitulo 15: Instituto.

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Abraham.

Una intensa ducha mañanera, que aún me tiene en completa abstinencia de sexo, pero aún no me opongo a la idea de estar casto, ella necesita su tiempo y yo estoy dispuesto a esperar por ella, le quiero y puedo hacerlo. Aunque el roce de nuestras partes más sensibles fue una tortura completa para mí, sé que ella disfruta experimentar cada acto mínimamente sexual que tenemos y por ello no se lo niego, al contrario se los hago disfrutar de la mejor forma posible, aunque tengo la leve sospecha de que ella ha visto más de alguna película que no es apta para todo público, sé que es una inexperta en todo lo sexual.

Mire como sus largas piernas se movían por la habitación, termine de atar mis zapatillas. El encaje negro le quedaba de maravilla. Me acosté en la cama para observar cómo se vestía, deslizo una falda de flores hasta su cintura, la acomodo y se miró al espejo, no hice más que morder mi labio inferior, paso las manos por su trasero hasta su cintura en ese raro gesto que tienen las mujeres cuando se ponen una falda entubada, y no negare que eso me calentó, miro como le quedaba desde todos los ángulos posibles, tomo lo que a mi parecer era un top negro que dejaba a la vista su escote, hizo el mismo gesto que con la falda solo que esta vez acomodo sus pechos, frunció el ceño y me miro.

―Eres un idiota.

―Porque?― reí y la mire.

―Porque se ve todo el chupetón que me has dejado― golpeo mi brazo, se acercó a su tocador y tomo maquillaje, comenzó a cubrir el chupetón.

Unos altos tacones cubrieron sus pies, puso algunos accesorios y se maquillo de forma natural. Me levante y me puse detrás de ella, la cual estaba de momento mirándose en el espejo de cuerpo completo, apegue su trasero a mi cadera y bese su cuello, me aproveche del hecho de que la falda le llegaba por os muslos para pasar mis manos por estos y subir un poco la falda.

―Nada de chupetones y calentarme― golpeo mi brazo.

―Está bien― reí y me aleje― ¿nos vamos?

―Sí, tendremos que comprar algo en la cafetería, se nos hace algo tarde, ya son más de la once y treinta― la mire y asentí, bajamos al primer piso, tome una naranja y salí de la casa con mis cosas― ¿Cómo me veo?

―Perfecta― bese sus labios.

― Tú también vas muy guapo.

―gracias.

Hoy estaba vestido lo mas casual posible, un pantalón negro, una polera negra, sobre esta una chaqueta de jeans tipo militar y zapatillas blancas.

―Venga, amor, que llegamos tarde― grite.

―Ya voy― grito desde dentro de la casa.

Cuando estuvo afuera nos montamos sobre el coche y nos dirigimos derecho al instituto sin hacer ninguna parada como lo habíamos previsto por la mañana.

― ¿Por qué siempre siento que me miras?

―Porque es lo que hago, observarte― por el rabillo del ojo vi cómo se sonrojaba.

Estábamos por llegar, habíamos tardado diez minutos, por lo que nos quedaban solo veinte para ir por algo de comer.

―Lo había olvidado ¿te dejo más atrás?

―No.

― ¿No?

―No― afirmo y sonreí.

― ¿me besaras si te lo pido, en el instituto?― aclare.

―Pues― se quedó callada por unos segundos― no tengo a nadie que me lo impida así es que ¿por qué no?

―Te quiero― sonreí.

No Me Dejes Nunca (Abraham Mateo Y Tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora