Capítulo IV

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Toda mi familia al final terminó yéndose como a las diez de la noche. Por el camino habíamos llevado a Rosa y a Rodrigo a su casa. Sin más que una sonrisa se despidió de mí.

Todo este día fue una completa locura, desde el beso con Rodrigo hasta la llamada de Marcos. Pero esto último es lo que me tiene más pensativa.

Son las once de la noche y aún no puedo dormir. Me siento cansada pero cada vez que cierro los ojos siento una presión en el pecho. No creo que sea una predicción de algo malo o bueno, sólo mi mamá puede sentir eso. Ella dijo que sintió una vez esa presión en el pecho y en esa misma semana nos enteramos de que Sofía venía en camino.

Tomo mi celular para programar la alarma. Pero en cuanto lo tengo en mis manos me llega una notificación de un mensaje nuevo. Lo abro y el remitente es Marcos. Sé que esto puede ser bueno o malo. Pero creo que más malo que bueno.

De: Marcos.

¿Sabes qué es lo bueno de que tengas dieciocho? Llámame.

Su mensaje me confunde y lo vuelvo a bloquear. Lo dejo sobre mi pecho para poder pensar si llamarlo o no. ¿Qué puede terminar mal con una simple llamada, no? Además sería bueno que podamos empezar una buena amistad. Desbloqueo el celular y marco su número.

Dos tonos suenan antes de que lo escuche decirme hola.

¿Qué es lo bueno de que haya cumplido dieciocho? —Lo escucho reírse y no puedo evitar reír yo también. Tal vez soné un poco agitada cuando hablé.

Qué directa eres.

—No te estés con rodeos, sabes que no me gusta eso.

Sí lo recuerdo. ¿A lo qué vas, cierto?

—No hables en doble sentido tampoco. Ya dime. Mañana tengo escuela —Como que si me importara mucho en este momento. Ni siquiera sé si tengo tarea... La tarea. Cierro mis ojos y trato de no pensar en la tonta tarea que nunca recordé.

Está bien. La respuesta a mi pregunta es: que ahora ya no eres ilegal para mí —Dios.

Dejo el celular a un lado de mí y trato de volver a controlarme. Sé que estoy totalmente roja de la cara. Sé que sigue causando esa sensación en mí, esa de nerviosismo cada vez que me dice cosas como esta.

Volví a tomar el celular y hablé:

—Eres tan...

¿Tan qué?

—Tan... ¡No sé! No debiste decir eso, no fue bueno.

¿Nerviosa? Porque si te pusiste así por eso, imagínate si fuera a visitarte.

Ay Dios. ¿Visitarme? Tenemos casi seis meses de no vernos. La última vez que fue el día del beso detrás del árbol, él se despidió de mí también cuando mis padres y yo estábamos a punto de irnos. No diría que fue emotivo, no dolió alejarme de él porque desde un principio yo sabía que no duraría mucho. Pero ahora que me dice que puede que me visite, estoy nerviosa y asustada. No tiene por qué hacerlo, por más mal que suene, no somos nada más que amigos.

—¿No estás hablando en serio, verdad? Porque estoy muy ocupada, entre las tareas, la familia y... Pues tú sabes, ocupada en la...¿vida? —Oh pero no hay nadie que mienta peor que yo.

Sí hablo en serio. Puedes hacer un espacio en tu "vida" para que pueda ir a verte. Casi nunca tengo tiempo y ahora que lo tengo, quiero verte —Detesto esto, mucho. Soy la persona que dice más rápido que en el mundo.

Deseo... deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora