Capítulo V. p2

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—Lamento que no podamos salir hoy —me disculpo con Rodrigo, pero por más que quiera salir con él no puedo ignorar a Marcos así nada más. Pienso que el que haya venido de tan lejos solamente para visitarme es algo para reconocer y lo mínimo que puedo hacer es pasar la tarde con él.

—Está bien, pero mañana no te me escapas. Ni siquiera por la visita de idiotas.

—¡Oye! No digas eso de Marcos, él es un buen amigo, si lo conocieras... —Rodrigo no parece el tipo de chico que juzga a las personas a primera impresión.

—¿Qué no diga qué? Sabes, estás empezando a asustarme, pensé que al principio estabas jugando pero esta vez no sé qué pensar.

—¿De qué hablas?—le pregunto casi tan confundida como él.

—Van como cuatro veces que tú me preguntas o reclamas sobre cosas que yo nunca dije, eso me asusta —Confundida aun, miro mis pies con el ceño fruncido. ¿Cómo voy yo a inventar que él dijo algo cuando no?

—Pero escuché perfectamente que dijiste: Está bien, pero mañana no te me escapas. Ni siquiera por la visita de idiotas —digo lo último imitando su voz.

—Créeme que no dije eso. ¿O acaso lo dije en vez de pensarlo? —Escucho lo último que dice Rodrigo, es loco, pero no abrió los labios en ningún momento.

—¿¡Cómo dijiste eso sin mover los labios!? —Grité asustada, me está tomando el pelo. ¿O ya me estoy volviendo loca a tan temprana edad?

—¿Decir qué? Creo que debes descansar. O ir al psicólogo —Otra vez, ahora es cuando entro en pánico.

—¡De nuevo! No voy a ir a ningún psicólogo, tú te vas a casa ahora. Lo siento —Cierro la puerta en su cara con fuerza antes de recargarme en ella y masajearme el rostro. Esto fue demasiado loco y estresante.

Definitivamente necesita ir al psicólogo —Escucho a Rodrigo decir detrás de la puerta, enojada y estresada la abro de nuevo lista para gritarle pero cuando lo hago él ya está a veinte metros de mí, arriba de su auto. Él me ve y me despide con su mano.

Con la boca abierta por la impresión y la locura del momento, entro de nuevo a la casa. Me doy la vuelta para cerrar la puerta con seguro.

—Zara...

—¡Jesucristo! —Me pongo la mano en el corazón mientras me controlo, me asustó demasiado —. No me asustes así, por favor.

Marcos se hace a un lado para que pueda pasar, él tiene a Gordo en sus brazos, lo veo y se lo quito con cuidado de no lastimarlo, al gato, no a él.

—Creo que ahora sí podemos hablar a solas —le digo y él sonríe.

—¿Qué les parece una película, chicos? —Mamá policía entra a la sala.

—Mmm mamá, no es por ser mala pero, quiero hablar con Marcos —Ella deja sobre la mesa de café un traste lleno de palomitas y otro de chocolates.

—Oh, hazlo entonces —Se sienta con discreción en el sofá.

—Me refiero a solas —Carraspeo y ella alza la mirada.

—Oh ohoh, ya veo. Creo que no interrumpiré más. Voy a ir con Selena, no regresaré hasta la hora de llegada de tu papá.

Mi mamá se levanta del sofá, limpia su pantalón, y camina hacia nosotros para poder salir de la casa y mientras lo hace me guiña un ojo. Casi me dan ganas de golpearme diez veces con la puerta ¿moriría con eso, no? Se escucha el seco sonido de la puerta cerrada.

Deseo... deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora