Después de llegar a mi casa y dejar a Rodrigo en la sala platicando con mi mamá, subí a mi habitación para poder darme un baño rápido. Normalmente no me sentiría cómoda haciéndolo mientras hay alguien más en mi casa a parte de mis padres, pero necesito pensar en qué inventarle a Rodrigo, porque si es cierto que puedo leer su mente entonces tengo que usarlo a mi favor.
Veinte minutos después, bajo totalmente fresca a la sala de mi casa. Mi pequeño Gordo estaba tratando de subir las escaleras, era tan tierno porque sus patitas eran demasiado cortas y ni siquiera de pie alcanzaba la altura del escalón. Lo abracé y lo llevé junto conmigo hasta donde estaba Rodrigo.
—¿Ahora me vas a explicar que era lo qué te pasaba? —me pregunta poniéndose de pie. Yo, al contrario, me siento en el sofá y pongo a Gordo sobre mis piernas mientras lo acaricio. Espero que mi "explicación" sea lo suficientemente creíble.
—¿Sabes quién es Dynamo? —Él asiente —. Entonces debes de conocer el truco en donde el adivina tu carta leyéndote la mente, total, yo quería hacer lo mismo pero en vez de una carta sería un pensamiento equis, ¿me entiendes?
Por su cara de confusión podía deducir que él no entendió lo que dije.
—Supongo que sí, aunque eso es raro. Tú eres rara. —Lo golpeo en el hombro —. Entonces, ¿quieres que te ayude a vestirte?
—¡No, ya déjalo!
(...)
Después de terminar juntos la tarea que nos habían dejado, llevé a Rodrigo a mi habitación gracias a sus insistencias de que quería ver qué me iba a poner para ir al concierto. Cuando llegamos ahí, abrí la puerta y él pudo ver mi bella habitación.
No era bastante ostentosa, tenía las paredes pintadas de un precioso color rojo y también blanco, la cama era grande y tenía sábanas blancas. A parte de la cama sólo había un bonito escritorio de madera oscura, dos sillones pequeños y un estante con libros y fotografías enmarcadas; en una estaba mi familia completa en una barbacoa que habíamos hecho unos meses atrás, en la otra solo éramos Rosa y yo recostadas en el parque que está cerca de su casa, y en la última sólo estaba yo, vestida de gala con un bello vestido negro y con mi cabello lacio, esa fotografía fue tomada en la boda de mi prima Melissa.
Mi pared estaría vacía de no ser por un fabuloso póster y una pequeña pintura que hice cuando era pequeña.
Después de mostrarle mi conjunto, ambos salimos al patio delantero. Ya era hora de él se fuera a casa para que yo pudiese arreglarme y terminar a tiempo, antes de que Rosa llegara.
(...)
—¡Me duelen las piernas! —se queja Rosa a más de la mitad del camino.
—Yo no te dije que te pusieras unos tacones del diez, sabías que caminaríamos mucho —Recibí una mirada de odio como respuesta.
Unos metros antes de llegar al auditorio, pudimos observar la gran masa de personas que ahí se encontraba. Había tanto hombres como mujeres, algunos eran pareja y otros venían en grupos grandes de amigos. Había un par de chicos mayores que nosotras, tal vez iban en la universidad, uno de ellos le echó un ojo a Rosa y ella no tardó en responder, moviendo un mechón de su cabello y sonriéndole.
—Fácil —Escuché en mi cabeza. No tardé en deducir que él lo había dicho, o más bien, pensado eso de Rosa. ¡Vaya! Creí que sería difícil acostumbrarme a esto.
—Rosa, es hora de irnos —La tomé del brazo y la arrastré lejos de ahí.
—Pero...
—Créeme, sé perfectamente lo que hago.
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Deseo... deseo
Teen Fiction«Deseo poder leer la mente de Rodrigo» Un soplo y las velas se apagaron. ¿Qué es mejor que saber qué piensa tu amor platónico? Nada. Excepto saber qué piensan todos los hombres. Y todo por un error del destino. Un simple deseo de cumpleaños se volv...