Capítulo XI. p1

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—¿Cuánto tenemos? Dime, dime, dime —le pido muy alegre a Rodrigo, al parecer, el que seas guapo y talentoso te trae demasiadas cosas buenas... más por ser guapo pero eso no importa ahora.

—Tienes suficiente para el viaje de regreso y te sobre más de la mitad... Demonios, Zara —Me besa como si me hubiera ganado la lotería. Ja, yo sabía que esto era una excelente idea.

—¿Aún queda tiempo para llegar al último camión? —pregunto mientras reviso la hora en mi celular. Las ocho con cuarenta... esto no es justo.

—No creo... ¿qué vamos a hacer? ¿Dormir en la calle?

—Existen los moteles, dah.

—¿Un motel? —Mueve sus cejas de arriba abajo.

—No voy a hacer nada contigo... hoy.

—¿Entonces me espero hasta la una de la mañana? —Sus abrazos por la espalda me matan, literal, siento que me voy a caer si me suelta.

—Te esperas hasta que cumpla 20, pervertido.

—¿Ya no me quieres verdad? Si no quieres tener nada conmigo, sólo dilo.

Estallamos en carcajadas después de que él imita al chico de un programa de televisión que le dice a su novia que si no tiene relaciones con él es porque no lo quiere.

—Oye, ¿y tú brazalete dorado? —me pregunta de repente y yo no sé qué contestar.

—Creo que lo dejé en casa...

—Pero lo traías en la mañana.

—Tal vez lo perdí —levanto los hombros, fingiendo no saber nada.

Algo ocultas —Lo miro de nuevo y luce perdido.

Pasamos el resto de la noche paseando y recorriendo partes de la ciudad que nunca había visto. Cuando dan las once, Rodrigo comienza a bostezar y me contagia el sueño. No sé si decirle que podemos quedarnos en casa de Marcos y así no gastar ni un peso... no creo que le agrade la idea.

—¿Sabes dónde está el motel en el que nos quedaremos?

—De hecho...

—¿Qué?

—No, olvídalo —Quiero que el día termine bien, ha ido de maravilla y tal vez ir con Marcos pondría las cosas un poco –muy- incomodas —. Está a unas calles según Google Maps... adoro la tecnología.

—Vamos, estoy muy cansado.

—Sí, yo igual.

(...)

El Motel Las Flores es demasiado, pero demasiado precioso. Creo que nos costará una fortuna pero al pagar, aún nos sobra algo de dinero. Vaya que este día ha estado lleno de suerte buena y mala.

—Esa señora me dio miedo y nos veía raro —dice Rodrigo, refiriéndose a la viejita que nos atendió en la entrada. Se me hizo conocida pero la verdad ahora no quiero pensar en eso.

—Somos unos jóvenes que vienen a un motel a altas horas de la noche... hasta yo nos vería raro —me rio y veo como Rodrigo se avienta a la cama y se hace bolita mientras abraza la almohada. El cuarto es muy lindo y tiene pinturas de flores en cada pared, el tapizado es de flores... hasta la colcha tiene flores.

—Venimos a dormir... a menos que...

—¡Cállate! No me hagas lidiar con algo así ahora —Me acuesto a su lado y me quedó mirando el techo. Hay constelaciones de flores en él... se tomaron demasiado literal el nombre del lugar.

Deseo... deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora