#Capitulo 9

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Dos semanas habían transcurrido desde el último beso, era viernes después de clases y Andy daba vueltas en su habitación como león enjaulado incapaz de concentrarse en revisar los exámenes que había tomado en el día.
Lo de Izz le tenía pensando con la polla y no con la cabeza, la deseaba con todas las neuronas y partículas del cuerpo; todas las noches despertaba con una dolorosa erección que lo llevaba a darse una ducha de agua fría, y ya se estaba cansado de esperar.
¡Por todo lo sagrado, necesitaba una liberación! Mucho tiempo sin ella le estaba afectando el juicio.
Sacó el celular de su bolsillo muy decidido y entró a la aplicación de chat.
DEC:¿Puedes salir a cenar esta noche? -escribió rápido y presionó enviar.
Asfixiado del espacio de su habitación, salió a la sala, encendió el televisor antes de dirigirse a la cocina en busca de algo para beber.
Sacando la cerveza del refrigerador, el celular empezó a vibrarle en el bolsillo y estuvo a punto de dejar caer la lata. Con la mayor rapidez que pudo, la dejó sobre el mesón y sacó el celular.
Izz: Claro, ¿A qué hora?
DEC: Siete treinta, pasaré a recogerte.
Izz: Está bien.
***

Andy vio a Izz salir de su casa usando un vestido negro ajustado que le llegaba hasta la mitad del muslo, y cuando se giró a ponerle llave a la puerta le dio la vista perfecta de su culo respingón que le llamó a darle una nalgada.
Como todo un caballero -o al menos eso quería aparentar hasta que le soltara la bomba-, salió del auto y le abrió la puerta para que entrara teniendo una perfecta vista de su cuerpo metido en ese pequeño y ajustado vestido que remarcaba cada una de sus curvas y sus pechos eran realzados por el escote en corazón. Se relamió los labios deseando despojarla de esa ropa y ver su piel desnuda y sonrojada por la acción.
-Buenas noches -la escuchó saludarle sacándolo de la ensoñación, encontrándose con esos ojos dorados iluminados.
-Eres consciente de lo que me haces, ¿verdad? -ella le sonrió con sus hermosos labios pintados de rojo borgoña.
-No sé de qué estás hablando -Izz se encogió de hombros.
-Claro que sí lo sabes -la apretó contra su cuerpo y la besó degustando un sabor dulce de sus labios.
-Tal vez sí lo sé -le respondió acariciándole la mejilla recién afeitada.
-Será mejor irnos -le habló al oído con la voz enronquecida.
Una vez en el coche se miró los labios en el espejo retrovisor para limpiarse el labial transferido por el beso, pero no tenía nada, miró a Izz y no tenía nada fuera de orden; ella le sonrió y guiñó sonriente.


Les tomó una hora y media llegar a un restaurant diferente más alejado del lugar donde vivían, Andy no pensaba correr el riesgo de que nuevamente les vieran y que ella pagara los platos rotos.
-Así que... ¿Cuál es la razón de esta cena? -Izz preguntó pasando el dedo índice por el borde de la copa de vino.
-Necesito hablar contigo algo importante.
-Escucho -ella se echó hacia atrás descansando la espalda en la silla.
-Esto que te diré nadie lo puede saber.
-Lo comprendo -Izz asintió tomando un trago de su vino tinto.
-¿Estás saliendo con alguien ahora? -le preguntó mirándola a los ojos.
-No -negó con la cabeza-, en realidad nunca he tenido alguna relación -respondió honestamente.
-¿Nunca? -él la miró asombrado, pasándose la mano por el cabello desordenado.
-Nunca -respondió como si fuese lo más normal del mundo.
-Mierda -lo miró sujetarse el mentón con un gesto pensativo-. Eso quiere decir que nunca has estado con alguien físicamente -ella le miró extrañada- Nunca has tenido sexo.
-Creo que es lógico -susurró sonrojada al contarle a su profesor o lo que sea que fuera sobre su estado virginal.
-No es lógico. Esto no me lo esperaba -Izz volvió a beber vino, sentía las mejillas calientes y tan rojas como un tomate-. Complica mucho las cosas -tomó una larga respiración antes de tener el valor de hablar.
-Necesito entender que es tan complicado -preguntó observando el ceño fruncido de Andy-. Sabía que no sería fácil pero creo que estás llevando las cosas a otro nivel.
-¡Tú estás mal interpretando todo! -Él le habló rudamente haciéndole encogerse en el asiento-, yo no tengo relaciones amorosas -dijo más calmado. Esa afirmación le hizo erizar la piel acompañada de un dolor punzante en el pecho.
-Que estúpida -se dijo a sí misma-. Pudiste decírmelo por mensajes y evitarnos todo esto -murmuró terminando de beber el contenido de su copa y levantándose con intenciones de tomar un taxi e irse, pero él le sujetó la mano.
-Siéntate -ordenó y algo en él le hizo seguir su instrucción-. Estás exagerando y escuchando lo que quieres escuchar.
-¿Qué es lo que debería entender?
-Es verdad, yo no ando con eso de novios, pero... -Andy suspiró- Soy un Dom.
-¿Qué demonios significa? -tiró de la mano que él continuaba sujetando.
-No sé como explicártelo sin que salgas corriendo -la soltó y se pasó la mano repetidas veces por el cabello.
-Solo explícamelo.
-En una relación soy el dominante -ella negó con la cabeza sin entender-. Me gusta el sexo rudo, yo no soy de andar regalando rosas y chocolates con notas de amor, porque no creo en él.
-¿Ru...do? -dijo con la voz entrecortada por la vergüenza.
-Sí, una relación BDSM se trata de dominación y sumisión.
-¿Cuál es el gran problema? -preguntó sin aún comprender a cabalidad.
-En este tipo de relaciones existen ataduras, algunos azotes y disciplinas.
-¿Azotes? -dijo exaltada. Miró a su alrededor agradecida de tener un cubículo que los separaba del resto.
-No es tan malo como crees.
-Eso significa que lastimas -lo miró aterrada, la imagen que se había creado de él, estaba siendo desmoronada.
-No, no soy un monstruo que lastima por placer. Soy quien da placer a través de un poco de dolor.
-Es imposible -dijo en un grito ahogando-. Terminas lastimando a la mujer que está contigo.
-Creo que es mucha información -él la miró como si estuviese decepcionado-, cometí un error al decirte algo así o tan siquiera haber permitido que esto -se señaló y luego a ella- sucediera. Te llevaré a casa.
Sus palabras despectivas al referirse a los dos le rompió el corazón, una lágrima silenciosa resbaló por su mejilla. Tratando de mantener dignidad la limpió antes de que él pudiera verla.


El camino resultó incomodo y silencioso. Al bajarse del auto solo se despidió con un débil "buenas noches" y entró a la casa sintiendo un peso sobre los hombros, acompañado del frío que había desaparecido cuando había empezado a charlar con Andy.
Se desvistió y una lágrima rodó por su mejilla. Otra vez estaba sola.
Retomando las antiguas costumbres necesarias para dormir, tomó una pastilla para poder descansar y se metió entre las sabanas con una vieja camiseta y bragas.


Cinco de la mañana y Andy estaba sentado oculto por la oscuridad de su despacho con un vaso de whisky entre las manos. Se sentía como un estúpido por haber querido corromper a una niña virgen.
Su celular se encendió sobre el escritorio cegándolo unos segundos. Furioso por tan solo imaginar que fuese Josh, tomó el móvil y vio el remitente.
Era ella.
Izz: Lo intentaré -esas simples palabras le hicieron sonreír.
DEC: ¿Estás segura? -preguntó no tan convencido de la decisión que ella había tomado.
Izz: Confió en tu palabra. En el fondo sé que en esa forma de practicar el sexo hay algo que nos beneficia a los dos. Pero necesito que seas gentil conmigo, no he estado con nadie.
DEC: Nunca haré algo que te lastime.
Izz: Lo sé. ¿Entonces?, ¿Mañana?
DEC: ¿Mañana?
Izz: Sí, mañana -allí entendió a lo que ella se refería, Izz quería estar con él al siguiente día.
Eso significaba que la tomaría y trataría de hacerle el amor solo por ser su primera vez. Sería suya en todos los términos existentes.

Ella siempre lo recordaría.

Hojas en Blanco [Andy Biersack] Hot/romantica ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora